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España existe

A pesar de todos los intentos que se hacen para destruirla, España existe. En los últimos años muchos españoles estamos viendo como nuestra ilusión por una España mejor, viene siendo pisoteada por unos dirigentes políticos que en lugar de solucionar problemas los crean diariamente...


Publicado en las revistas: Somos (mayo de 2020) y Gaceta FJA (junio de2020). Ver portadas de Somos y de Gaceta FJA en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.

España existe


A pesar de todos los intentos que se hacen para destruirla, España existe. En los últimos años muchos españoles estamos viendo como nuestra ilusión por una España mejor, viene siendo pisoteada por unos dirigentes políticos que en lugar de solucionar problemas los crean diariamente, preocupados más por las encuestas y la popularidad que por la unidad de España, la defensa de los derechos de los ciudadanos como el respeto a la propiedad privada o a un trabajo digno y tantas cuestiones por resolver de las que no se ocupan, como el paro, dando la sensación qué se están riendo de nosotros.

Siempre hemos creído que es a los Gobiernos, a quienes corresponde dirigir la política y responsabilizarse de afrontar emergencias de todo tipo, como terremotos, incendios, inundaciones, o como ocurre ahora con la pandemia que ha originado el Covid-19, estando obligados al estudio y la prevención de las situaciones de grave riesgo colectivo que se puedan producir de forma masiva, en las que pueda peligrar la vida e integridad física de las personas y la protección y socorro de éstas y sus bienes, en los casos que dichas situaciones se produzcan, fundamentadas en el principio de solidaridad que establece la Constitución, del que se derivan obligaciones para todas y cada una de las Administraciones Públicas en su ámbito de competencias.

Lo que venimos observando es justo lo contrario, se improvisan decisiones, datos sobre contagios y muertes, desastre y falta de transparencia en las compras de material, informaciones contradictorias, estructuras y funciones desconocidas.

El resultado final es un canto más a la improvisación a la que se recurre cuando no ha existido un trabajo riguroso de previsión analizando y estudiando los riesgos, ni de prevención adoptando medidas para evitar o reducir las situaciones de riesgo, no hay una necesaria planificación de planes de actuación, todo se hace a toro pasado.

Y lo más grave, después de tantos días, se continua sin el material necesario, sin verificar los resultados, sin poner límites a las interpretaciones subjetivas, sin dar paso a una información seria en la que todos conozcamos lo que está pasando y que es lo tenemos que hacer, sin admitir preguntas a los medios de comunicación, sin un plan operativo para los diferentes sectores, trabajadores, autónomos, empresarios, alumnos, padres, docentes, etc., un verdadero desastre de dirección y ejecución que no se sostiene a pesar de tanto palmero de pesebre.

Se tiene la sensación qué todo lo que está ocurriendo es manifiestamente mejorable, parece que estamos al principio del siglo pasado, cuando todas las emergencias se solucionaban tocando las campanas y los ciudadanos acudían para ayudar con lo primero que se encontraban, porque no disponían del material adecuado para combatir el problema surgido.

La magnitud y trascendencia de los valores que están en juego en situaciones como la que nos ocupa, exige poner a su contribución las medidas de prevención y de protección planificadas con antelación suficiente para proteger vidas y bienes, establecidas en las leyes y normas complementarias de las mismas; en la realización de prácticas oportunas para la intervención operativa en una situación de emergencia, así como la elaboración de un catálogo de recursos humanos y materiales necesarios para combatir el riesgo que se pueda presentar, como ocurre ahora con la pandemia.

Los gobiernos subsisten o perecen según la gestión que vienen realizando, como deberían apreciar los medios de comunicación transmitiendo a la opinión pública con profesionalidad y veracidad como el Gobierno está gestionando sus competencias, sobre todo cuando se trata de algo tan importante como salvar vidas y bienes, que tienen que ser objetivos prioritarios de todo buen gobernante.

Pero a la vista está, la mayoría se los medios de comunicación por los que se expresa la opinión pública no relatan la realidad de lo que viene ocurriendo, al contrario, más bien la blanquean. Esta realidad la estamos descubriendo entre todos, unos por sentido común, otros por la experiencia que están sufriendo y padeciendo.

Pero los españoles tenemos el derecho y la obligación de opinar, de buscar la verdad, y una vez convencidos de tener razón lo importante es saber defenderla, porque es muy duro teniendo razón, perder esta batalla cuyo objetivo deb ser lograr que nos gobiernen los más capacitados, los más preparados, para sacarnos de esta lamentable situación por la que estamos pagando y pagando, con la pérdida de miles de vidas y con unas perspectivas económicas verdaderamente preocupantes.

A la larga la verdad y la justicia siempre se abren paso, pero en esta ocasión no podemos esperar mucho tiempo, hay que actuar ya, es necesario que prevalezca la verdad y se depuren responsabilidades cuanto antes, y los españoles saquemos a la luz todo lo que estamos contemplando.

A pesar de la pandemia, tenemos derecho y obligación de enjuiciar públicamente al Gobierno, aportando nuestro granito de arena para formar opinión, hasta conocer que es lo que más conviene hacer para mejorar la gobernabilidad de esta vieja nación.

Es una obligación difícil de cumplir, no cabe la menor duda. Para vencer se necesita higiene moral, ejerciendo cotidianamente actos de valor cívico, con toda seguridad menos peligrosos que los que vienen realizando los profesionales de la sanidad, cuyo ejemplo nos exige corresponsabilidad y nos marca el camino que los ciudadanos debemos seguir, implicándonos en esta tarea, en la medida de nuestras posibilidades.

Porque los españoles aspiramos a un Estado de Derecho, que parece no existir, que es invocado permanentemente, mientras todos los días se cometan flagrantes violaciones a los derechos individuales y somos escépticos ante las actitudes de los partidos políticos, lastrados por la falta de democracia interna, convertidos en máquinas electorales.

Por todo ello, parece necesario e imprescindible una reacción de la sociedad civil con al menos tres objetivos:

  1. Por un lado, obligar a los medios de comunicación a reconocer la insatisfacción ciudadana por cómo lo están haciendo ante la situación que vivimos a todas luces improvisada, desorganizada, mal ejecutada, sin ninguna autocritica y sobre todo con unos resultados estadísticamente desastrosos si los comparamos con otros países, con tantas vidas perdidas sin tan siquiera declarar luto oficial, observándose además que los grupos operativos como sanitarios, militares, guardias civiles y policías vienen manifestando su insatisfacción con la escasez y calidad del material que se les ha facilitado, causante de tantos contagios y pérdidas de vidas entre sus compañeros.
     
  2. Por otro, que la mayoría de dirigentes de los partidos políticos, únicos cauces de representación popular, se den cuenta que una gran parte de los españoles, no están de acuerdo con su gestión y que muchos de sus votantes lo hacen como mal menor, tapándose la nariz y conscientes de la falta de democracia interna, considerando que los intereses de la nación están por encima de los intereses de los partidos, carentes de la credibilidad necesaria para solucionar situaciones como la que tenemos e incapaces de ponerse de acuerdo entre ellos en los asuntos tan importantes como salvar vidas y bienes o en la defensa de la unidad de España.
     
  3. Por último, que sirva de motivación para abandonar las posturas cómodas, la crítica en casa, de pereza, de inhibición o de resignación.

Hay que salir a la calle cuando sea posible y mientras tanto hay quitar a la izquierda el monopolio de las redes sociales, manifestando insatisfacción, desconformidad e indignación y rechazo a una situación que no nos merecemos y que nos va dominando sin reacción frente la suspensión de& derechos individuales y falta de democracia.

España existe, pero secuestrada por unos individuos que están ensayando una dictadura hace muy poco tiempo impensable, por eso hay que actuar sin dilación, con imaginación, con esfuerzo y con generosidad, utilizando las redes sociales y todo aquello que esté a nuestro alcance hasta conseguir un Gobierno que sirva a la sociedad española, no para servirse de todos los medios a su alcance y subvencionando a los medios de comunicación afines, mientras amenaza a los independientes.

No partimos de cero, contamos con la historia de España, con sus luces y con sus sombras, convencidos que hay cimientos suficientes para seguir construyendo con materiales viejos pero imprescindibles, junto con los nuevos que seamos capaces de imaginar un edificio moderno, alegre, orgulloso y habitable en el que podamos convivir unidos por lo que fuimos y por lo que aún somos, promoviendo la concordia y la reconciliación entre los españoles, desde el respeto a la dignidad de las personas y a nuestra rica variedad de lenguas, tradiciones y cultura que enriquecen nuestro acervo común.

España nos llama, luego existe, acudamos como en tantas ocasiones lo han hecho nuestros antepasados, y en el siglo XX, nuestros padres y abuelos, algunos de ellos fallecidos estos días en soledad sin la compañía de la familia. Correspondamos a su ejemplo, honrando con la lealtad de nuestra conducta la memoria de todos los españoles que nos han precedido en el servicio a la Patria.