El pensamiento de Maeztu ante el fin de siglo español.
Publicado en el número 150 de 'Altar Mayor', de noviembre/diciembre de 2012 Editado por Hermandad del Valle de los Caídos. Ver portada de Altar Mayor en La Razón de la Proa.
Autor: Moisés Simancas Tejedor, es doctor en Filosofía y Letras (Filosofía y Ciencias de la Educación), profesor de Filosofía y Ética e investigador sobre la Historia del pensamiento español.
El pensamiento de Maeztu ante el fin de siglo español.
Pretendemos en este trabajo una aproximación al pensamiento de Ramiro de Maeztu (1874-1936) ante el fin de siglo español, por considerar que esta etapa es la menos conocida, pese al interés de los temas que trata y la actualidad de algunas de las cuestiones que plantea; a la vez que, sin negar las notables diferencias que hay entre estos escritos de juventud y la obra madura de Maeztu, lo cierto es que también hay cierta continuidad en forma de algunos temas e ideas.
Para nuestra exposición del pensamiento de Maeztu hemos hecho una selección de sus Artículos desconocidos (1897-1904), agrupándolos en torno a una serie de temas-claves en esta etapa, como son: Socialismo, Cuba, Intelectuales, Iglesia, Estado, Regionalismos, Cuestión agraria y, por último, Nietzsche como medicina. No obstante, debemos comentar que hemos dudado si establecer o no como tema-clave el Anarquismo, aunque al final optamos por tratar esta cuestión dentro de los otros temas ya señalados.
I. Socialismo
Un importante artículo de Maeztu para este tema es el titulado «El socialismo bilbaíno» (Germinal, 16 de julio de 1897) [1]. El pretexto de este artículo fue la decisión de los mineros vizcaínos de ir a la huelga, ante los manejos de un importante industrial vasco y de un ministro conservador para invalidar la elección de tres concejales socialistas, después de haber aprobado sus actas la Comisión provincial.
En dicho artículo, tomando como ejemplo Bilbao, Maeztu nos describe el paso de la sociedad tradicional y pre-industrial a la sociedad moderna e industrial: el descubrimiento de minas y su explotación, a los que acompaña una rápida industrialización, traen consigo un cambio en el paisaje y en el entorno humano en general; así como la aparición de nuevos grupos sociales (burguesía y proletariado), que se relacionan entre sí de modo distinto a como lo hacían los grupos tradicionales, y, por tanto, un cambio de mentalidad:
Bilbao, el Bilbao moderno, pueblo de aluvión, [...] tenía que ser la Meca de nuestro socialismo. Hecha la paz y al conjuro de nuevas y fecundas minas descubiertas, acuden a esa América peninsular los desheredados de toda España, que desde el mismo momento de emigrar del terruño, se emanciparon de la embrutecedora tutela parroquial, de la tutela de los padres, apegados a la gleba y conformes, en religiosa y estúpida conformidad con la pobreza, y de la tutela de los humanos respetos, anuladora de los caracteres en la aldea natal.
A la vida equilibrada del señorío antiguo, con sus fueros tradicionales y sus curas y sus nobles y sus fanáticos caseros, sucedió bruscamente la concurrencia desesperada. Se taló el campo, las montañas se arrancaron de cuajo, derribáronse caseríos, desapareció la aristocracia, anegándose en la marea creciente de los advenedizos y surgió la carrera hacia los duros, como modalidad única de la lucha por la vida.
Se improvisaron las fortunas. [...] Y como los obreros vieron nacer el capital, no han tenido por qué guardarle el respeto que inspiraba a los cerebros rutinarios las instituciones seculares [2].
Esta interpretación de Maeztu, según la cual la economía sería la causa fundamental del cambio social, y con él, de la mentalidad, tendría una clara inspiración marxista. Baste recordar que por entonces Maeztu era lector asiduo de La Lucha de Clases, el periódico socialista de más difusión en España y que precisamente se publicaba en Bilbao.
Y a este respecto, refiriéndose al artículo que estamos comentando, dice Inman Fox en su estudio preliminar:
Aquí vislumbramos las características que van a predominar en el periodismo de Maeztu de los años tratados. Primero, una insistencia en interpretar la historia política en términos dialécticos de la economía, hecho que no deja lugar a dudas de que está familiarizado con el pensamiento de Marx. Si llega a atacar el marxismo como solución a los problemas de España, sus análisis del estado precapitalista de su país y los aspectos revolucionarios de la industrialización siguen muy de cerca las ideas de Marx expresadas en "El Capital" [...]. Pero está claro que el joven Ramiro era pensador socialista, a veces revisionista, a veces reformista [3].
Paso seguido, Maeztu se detiene a considerar las condiciones de vida y de trabajo de los obreros en las minas y las fábricas de Bilbao: barracones inmundos, ubicados cerca de sus lugares de trabajo; jornadas de trece horas; bajos salarios; malos tratos del capataz; obligación de gastar en la tienda del contratista... En fin, que el terreno estaba abonado, pero faltaba la semilla: la propaganda de las ideas socialistas entre los obreros; representando los principios socialistas un nuevo evangelio de la praxis:
Mas la fe socialista no es una fe contemplativa y hubo de exteriorizarse muy en breve. El ¡Uníos, trabajadores! se cumplió como el ¡Creced y multiplicaos! de Cristo. A la queja inexpresada e ineficaz sucedió el espíritu de solidaridad entre obreros y de resistencia respecto del patrono. [...] Vinieron las huelgas y con ellas las persecuciones. Y ¡cuán cierto es que si le fe hace mártires, también los mártires hacen la fe!
Las prisiones arbitrarias y los fusilamientos a multitudes indefensas, que el miedo y la brutalidad de la burguesía realizaron, dieron hecho el trabajo a los propagandistas y el socialismo fue conquistando toda la cuenca, monte tras monte, fábrica tras fábrica [4].
Ahora bien, en opinión de Maeztu, esta difusión del socialismo no había sido tan completa como en otras regiones del Centro y del Norte de Europa, y ello se debía, en primer lugar, al hecho de que en Vizcaya, y por ende en el resto de España, el sistema social que nace de la industrialización, el desarrollo de la burguesía y el capitalismo no estaba aún maduro, sino en período de formación y precaria consolidación:
Débese, en primer lugar, al hecho de que el socialismo bilbaíno no ha contado con hombres como Reclus, Marx, Richard Owen, Engels, Lasalle, ricos de nacimiento y que como tales han podido dedicarse de lleno al estudio y propaganda de sus ideas, y demostrar prácticamente, con su vida, que el socialismo es algo más que una aspiración demoledora de los descamisados, que el socialismo es un sistema hijo legítimo y sucesor forzoso del capitalismo. La burguesía vizcaína, no formada aún del todo, no está en estado de producir esos caracteres, que se dan, como los curas heréticos de la reforma y los aristócratas revolucionarios de la enciclopedia, en sistemas sociales ya maduros [5].
Otra de las causas del atraso en la difusión del socialismo se hallaría, según Maeztu, en el «bizcaitarrismo» –movimiento separatista que se inició con la publicación por Luis Arana Goiri del periódico Vizkaitarras, el 8 de junio de 1893; luego se fundó el Partido Nacionalista Vasco–:
Además, el socialismo ha tenido que luchar con el bizcaitarrismo o antimaketismo, ideal hidrófobo y absurdo, pues que en el fondo sólo consiste en el odio que los nativos de un país suelen profesar a los inmigrantes que les disputan el salario. [...] Así, en los vizcaínos, se ha desarrollado, más de lo que se cree generalmente, un nativismo agresivo, que es el mayor obstáculo con que entre ellos tropieza la causa de la humanidad y de la justicia [6].
Otro importante artículo publicado por Maeztu sobre el tema que nos ocupa –el socialismo–, lleva por título «La dignidad obrera. En el taller madrileño» (Germinal, 24 de septiembre de 1897). En este artículo, comienza por analizar la mentalidad pre-socialista, contraponiéndola a la dignificación de la conciencia obrera realizada, a su juicio, por el socialismo. Así, en el taller madrileño, donde aún no habría calado la propaganda socialista, el obrero viviría y sería tratado como una bestia de carga:
En el fondo del obrero madrileño hierven, ¡no han de hervir!, odios que son fermentos de dolores, pero odios esfumados que aún no han cobrado forma, que sólo se traducen en el desamor a la manufactura producida, en robar minutos al trabajo, en el corte de mangas al patrono que se aleja, y que halla su consecuencia lógica en la inferioridad industrial de nuestro país, una de cuyas causas fundamentales estriba, aunque parezca extraño a nuestra majadera burguesía, en que nuestras masas trabajadoras arrastran su vida a semejanza de los solípedos de carga, sin otro ideal que ir esquivando el lomo a los latigazos del arriero [7].
Por el contrario, Maeztu nos propone entrar en los talleres de una fábrica de París o de Bélgica, donde los operarios son socialistas: el odio al patrón o al capataz ya no es personal, sino que éstos son considerados como enemigos de clase; no consienten en ser maltratados y luchan, de manera eficaz, para mejorar sus condiciones de trabajo y de vida; a la vez que, como aspiran a la supresión de los patronos, trabajan a conciencia:
Los señores patronos se guardan muy mucho de tutear a los señores proletarios. En cambio, si se acercan para examinar su trabajo, saben muy bien que no han de quedar descontentos del de los más caracterizados socialistas. Es que el ideal, al mismo tiempo que dignifica al hombre, le hace comprender que debe merecerlo para alcanzarlo; y el obrero que aspira a la supresión de los patronos, comienza por no necesitar que le aguijoneen para cumplir su obligación [8].
Paso seguido, Maeztu vuelve a la cuestión del atraso de la propaganda socialista, esta vez en el taller madrileño. Las razones de este atraso las encuentra Maeztu en una industrialización incipiente y en un insuficiente desarrollo capitalista en nuestro país; así como en que los intelectuales y escritores socialistas se dedican más a disquisiciones doctrinales, que a la denuncia de situaciones concretas y a dar forma a las aspiraciones de los obreros:
Es muy cierto que la propaganda del socialismo no es tan fácil en nuestros talleres de tres operarios como en las fábricas extranjeras, donde se explotan los hombres por rebaños. El socialismo se propaga en la gran industria como los pinos en el suelo arenoso; es su terreno propio. Sin embargo, no faltan en Madrid talleres en los que es bastante considerable el número de trabajadores. ¿En qué consiste que esté tan atrasada la propaganda del socialismo? [...]
En primer lugar, nosotros los escritores socialistas tenemos mucha parte de culpa. Los periódicos españoles que defienden nuestra noble aspiración sólo se han ocupado de cuestiones meramente doctrinales, y a excepción de los escritos que publica La Lucha de Clases, de Bilbao, pocos artículos socialistas se han escrito con el propósito de hablar al corazón y a la cabeza del obrero, amoldándose a su inteligencia, ayuna de cultura, y dando expresión a sus aspiraciones íntimas, esas aspiraciones que el obrero no ha sabido aún formularse con claridad [9].
Para acabar, y en relación con las publicaciones en las que colaboró Maeztu, Inman Fox nos aporta las siguientes noticias:
Desde que se arrimó el joven Maeztu y Whitney a la Villa y Corte hacia mediados de 1897 hasta fines de 1899, sus artículos aparecieron casi exclusivamente –con una u otra excepción– en las publicaciones socialistas Germinal, El País y Vida Nueva. [...] Estos periódicos no apoyaban siempre ideas patrocinadas por el Partido Socialista –a veces fue al contrario–, pero su política editorial se basó en la convicción de que la «cuestión social» vendría sólo con un cambio radical en la estructura socioeconómica del país. Rafael Pérez de la Dehesa ha señalado que la revista Germinal tuvo un papel destacado en la evolución del socialismo español. En sus páginas se aireaban los debates ideológicos del día sobre el reformismo no marxista y el revisionismo marxista, dando amplia cabida a escritores socialistas y republicanos progresistas. El grupo «Germinal» –en el que Maeztu llegó a tener gran importancia– pasó a la redacción de El País, diario de gran circulación, cuya dirección se entregó a Joaquín Dicenta en octubre de 1897 y cuyo subtítulo se cambió a «Diario republicano socialista revolucionario». Vida Nueva, revista dirigida por Eusebio Blasco, apadrinó políticamente el socialismo independiente. En ella, al lado de Maeztu y otros escritores radicales, colaboraron socialistas como José Verdes Montenegro (a quien fue dedicado Hacia otra España), Joaquín Dicenta, Pedro Dorado, Pablo Iglesias, Unamuno y Juan José Morato [10].
[1] Este artículo, como todos los que en adelante haremos referencia, se encuentra en Fox, E. Inman, ed.: Ramiro de Maeztu. Artículos desconocidos 1897-1904, Editorial Castalia («Biblioteca de pensamiento», núm. 4), 1977, pp. 277. [Estudio preliminar «Ramiro de Maeztu y Whitney ante España 1897-1904», «Bibliografía selecta» y notas de E. Inman Fox.]
[2] Maeztu: op. cit., pp. 53-54.
[3] Fox: «Ramiro de Maeztu y Whitney ante España 1897-1904», estudio preliminar a Ramiro de Maeztu. Artículos desconocidos 1897-1904, pp. 13-14.
[4] Maeztu: op. cit., p. 55.
[5] Ibídem.
[6] Maeztu: op. cit., pp. 56-56. Este artículo, como otros que le siguen, fue firmado con el acróstico «ROTUNEY» (RamiRO MaezTU WhitNey).
[7] Maeztu: op. cit., pp. 65-66.
[8] Maeztu: op. cit., p. 67.
[9] Maeztu: op. cit., p. 68.
[10] Fox: op. cit., pp. 17-18.
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Documento de 16 páginas con 9 apartados:
- Socialismo, Cuba, Intelectuales, Iglesia, Estado, Regionalismos, Cuestión agraria y, por último, Nietzsche como medicina...