Radiografía de la España de 2020.
Publicado en el número 190 de Altar Mayor, 2º trimestre de 2020. Editado por Hermandad del Valle de los Caídos. Artículo tomado de El Correo de España (27/ENE/2020). Ver portada de Altar Mayor en LRP.
Radiografía de la España de 2020
Con el advenimiento del Gobierno socialista-comunista-separatista, innumerables personas se han preguntado: «¿cómo hemos podido llegar a esto?» De ahí que sea necesaria una visión panorámica acerca de la realidad española en toda su extensión: política, social, religiosa, educativa y cultural. Si no se realiza un diagnóstico minucioso no cabe poder encontrar un remedio adecuado al verdadero cáncer intelectual y moral que corroe las entrañas de nuestra sociedad y que está descomponiendo la persona, la familia y la nación. Efectuado dicho estudio se comprueba, en definitiva, que todos los males se reducen a uno en su origen y que el resto de las infecciones no dejan de ser diversas manifestaciones o mutaciones con una misma raíz común. Recomendamos una breve bibliografía actualizada sobre cada cuestión, tan brevemente resumida, para que el lector pueda profundizar en aquellos puntos que considere más oportunos.
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El lento suicidio demográfico y las oleadas de inmigración ilegal
España posee una sociedad estéril empeñada en no tener hijos por todos los medios posibles y en rápido camino de envejecimiento. Desde 2017 el número de habitantes no ha dejado de retroceder cada año, una tendencia que ni tan siquiera los nacimientos de hijos de inmigrantes son capaces de revertir. El proceso de urbanización, es decir, la concentración cada vez mayor en grandes núcleos de población impide percatarse de esta incómoda realidad. España alberga más cementerios que paritorios y más residencias para la tercera edad que colegios; mientras decae el consumo de pañales para bebés aumentan los utilizados para ancianos. En la provincia de Madrid, la que más crece demográficamente de todo el país, ya es mayor el número de perros registrados que el de niños. La mentalidad española es antinatalista; las causas próximas y remotas, de diversa índole, que la han originado las analizaremos en un próximo artículo. España se ha convertido en una sociedad decrépita, con la tasa de natalidad más baja de Europa y sumando ya 40 años por debajo de la tasa de reposición demográfica (2,2 hijos por matrimonio).
Además, el país contempla con impasividad suicida o bovina la organización metódica de su propio aniquilamiento como nación cultural y, por extensión religiosa, con la llegada indiscriminada de inmigrantes musulmanes que son inasimilables por ser totalmente incompatibles con la cultura occidental. Así se cumple inexorablemente la sentencia de Will Durant: «Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro».
Lecturas recomendadas: Juan Manuel de Prada, Dinero, demogresga y otros podemonios; Alejandro Macarrón Larumbe, Suicidio demográfico en Occidente y medio mundo ¿A la catástrofe por la baja natalidad?, Madrid 2018; Douglas Murray, La extraña muerte de Europa. Identidad, inmigración, islam, Edaf, Madrid 2019.
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Politización de la justicia y servilismo de los medios de manipulación de masas.
En España se administra la justicia de forma sectaria según los colores políticos, especialmente desde que en 1985 Alfonso Guerra decretara su célebre: «Montesquieu ha muerto». La separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), decretada en la obra El espíritu de las Leyes del pensador galo, era enterrada porque el Consejo General del Poder Judicial no terminaba de plegarse al ejecutivo socialista de Felipe González. Los gobiernos posteriores del Partido Popular no hicieron más que ahondar la obra del PSOE al conservarla (en eso ha consistido su misión: conservar la obra de ingeniería social, política y jurídica socialista) entrando en el perverso juego del reparto de los jueces elegidos por los partidos políticos. De este modo, la política es concebida y utilizada como un mero trampolín para el enriquecimiento personal y el medro.
Dicho en otros términos: la política como farsa, estafa y griterio. Y es que no podía conducir a otro desenlace la Constitución de 1978 al sustituir el objetivo Derecho natural por el arbitrario positivismo jurídico moderno. Es decir, la sustitución de la Justicia, que consiste en dar a cada uno lo que le corresponde, por la ideología. Las naciones necesitan un contenido legal a fin de organizar el orden público, eso es el Derecho y, para que exista dicho orden hay que buscar siempre la Justicia. Por eso enseña San Agustín: «Quita el Derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado de una gran banda de malhechores?». El Derecho natural surge de la naturaleza humana, de la exigencia de la naturaleza racional y social del hombre. La ley natural capacita para distinguir el bien del mal y así establecer un verdadero Derecho que sirva a la Justicia. Sin embargo, al establecerse la primacía de la ideología sobre el bien común, la sociedad se organiza alrededor de la dictadura del relativismo, del individualismo nihilista, es decir, de la nada. Siguiendo a Aristóteles: «El Derecho es la determinación de lo que es justo, no la protección de la casuística de las opiniones».
En España se miente con un descaro y cinismo sin límite desde las más altas instancias del poder gracias a los medios de adoctrinamiento de masas que se encuentran lacayunamente a su servicio. Como bien apuntara Hilaire Belloc: «En una dictadura, el Estado es el dueño de los medios de comunicación, pero en una democracia, el dueño de los medios de comunicación es el dueño del Estado». Medios al servicio del marxismo cultural que han producido un cambio de mentalidad derivando hacia una democracia sentimental en lo político y a una sociedad líquida en lo moral. Medios entregados a la izquierda desde el inicio del actual régimen político y que comparten responsabilidad con el Partido Popular (que a fuerza de eludir la batalla por las ideas ha terminado por no tener ninguna más que la economía), en el envilecimiento moral de la sociedad española y en su degradación cultural.
Lecturas recomendadas: Pío Moa, La democracia ahogada, Áltera, Barcelona, 2009; Luis Díez del Corral, El rapto de Europa. Una interpretación histórica de nuestro tiempo, Encuentro, Madrid 2018; Javier Barraycoa, Sobre el poder, Homolegens, Madrid 2019.
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Visión negativa de la historia española, desprecio de su cultura y tradiciones
La historia es lo que hace fuerte a un pueblo, sin embargo, en España se abomina del profundo significado de su historia y tradiciones, se las ridiculiza o ignora porque poseen unas innegables raíces católicas. Los españoles se avergüenzan de la fe que nos conformó como nación, del genuino espíritu español que se asienta en el catolicismo y el derecho romano, la familia y la tradición. Se trata de la hispanofobia, es decir, la leyenda negra protestante y, por extensión antiespañola al ser anticatólica. La cual se haya profundamente asimilada en la cultura popular después de décadas de arrancar sistemáticamente de las mentes de las personas los conceptos antropológicos de Dios (sentido trascendente de la vida), patria (sentido de pertenencia histórica y cultural a un pueblo) y familia (célula básica y natural de la vida humana). Estas profundas verdades humanas han sido sustituidas por la pócima mágica de la ideología que aspira al igualitarismo de cara a gobernar a una sociedad deshumanizada y reducida a una masa cretinizada adicta al consumismo, esclavizada por las redes sociales y empujada a la evasión por medio del ocio y los placeres sexuales más enfermizos.
El Partido Popular olvidó deliberadamente la reivindicación de la historia española para que no se le tildara de fascista, mientras que la izquierda y los separatistas falsificaban sistemáticamente el pasado para su beneficio político. De esta forma se ha llegado a que en España se llame fascista a quien se enorgullece de la bandera nacional y se desconozca su propia historia que le ha sido ocultada y tergiversada sistemáticamente desde hace décadas con el riesgo, cada vez más evidente, de repetir lo peor de ella. Lo confirma la reedición del Frente Popular revolucionario de 1936 que ha llegado al poder y que aspira a un cambio de régimen para volver a su tan añorado paraíso de la Segunda República y a la desmembración y destrucción de la nación histórica más antigua de Europa: España.
El actual panorama cultural español, patrimonializado por la izquierda subvencionada, transmite una impresión de banalidad sin límites, toscamente ideologizada y colonizada o satelizada por lo peor de la anglosajona. Así, con pretensiones bilingües, se impone el inglés desplazando al español, como la lengua superior de la ciencia, la economía, las artes o el pensamiento. De ahí que advirtiera Menéndez Pelayo: «Un pueblo joven puede improvisarlo todo menos su cultura intelectual. Un pueblo viejo no puede renunciar a la suya sin extinguir la parte más noble de su vida y caer en una segunda infancia próxima a la imbecilidad senil».
Lecturas recomendadas: Mª Elvira Roca Barea, Imperiofobia y leyenda negra, Siruela, Madrid 2016; Fracasología. España y sus élites: de los afrancesados hasta nuestros días, Espasa, Madrid 2019; María Lara-Laura Lara, Breviario de Historia de España, Edaf, Madrid 2019.
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Destrucción sistemática de la familia y la vida e inoperancia eclesial
En España se violan los pactos más sagrados, los que son establecidos entre un hombre y una mujer, por medio de la plaga social del divorcio con millones de rupturas matrimoniales en 40 años desde la promulgación de la ley por la UCD. En España se llama matrimonio a la unión, contraria a la naturaleza, de dos personas del mismo sexo y se permite la aberración de que puedan adoptar niños privándoles de su derecho fundamental a tener un padre y una madre. En España se juega a ocupar el puesto de Dios para decidir lo que es bueno o malo, para ser el dueño de la vida y de la muerte. Más aún, se reclama el suicidio (eutanasia) o se establece el blindaje constitucional del asesinato (aborto) como un derecho. Así, la sociedad española mata impune y sistemáticamente a sus hijos más inocentes con cifras escalofriantes: 100.000 abortos anuales, el 40% menores de edad; sumando ya más de 2.500.000 abortos desde su despenalización en 1985 (Instituto Nacional de Estadística, año 2018). Las muertes por violencia familiar, que los progres de todo pelaje llaman «violencia de género», en la España de 2019 han sido 55.
Por cierto, un dato para muchos pastores de la Iglesia, asociados a la batalla cultural de la izquierda por la inmigración indiscriminada («tender puentes en lugar de levantar muros»), los inmigrantes que han fallecido en el Mediterráneo en los últimos 6 años suman 15.000. Contra facta non valent argumenta. Contra los hechos no sirven los argumentos. La dimensión social y externa de la Iglesia en España, sumida en la crisis universal producida a raíz del Vaticano II, se encuentra envuelta en un avanzado proceso de decadencia y autodisolución. En los próximos diez años, por motivos simplemente demográficos, será imposible ocultar cómo el nefasto modus operandi adoptado desde mediados de los años 60 por muchos pastores sólo ha conducido a la apostasía en masa de la población. El catolicismo español pronto llegará a un punto de inflexión al perder, por defunción, el 45% de sus fieles, el 65% de las religiosas que pueblan los monasterios españoles y el 40% de los sacerdotes.
El bloque socialista-comunista-independentista sustituirá el actual Estado aconfesional por un Estado laicista de hecho: no tardará en despojar a la Iglesia de la «X» de la Declaración de la Renta y gravarla con los impuestos de los que hasta ahora se encontraba exenta, además de la embestida contra la educación diferenciada y la concertada junto la desaparición, en la práctica, de la asignatura de religión del sistema educativo. Con todo, hay que decir que por desgracia estos medios al utilizarse mal por parte de la Iglesia, tampoco han servido de mucho en los últimos decenios.
El resultado será que, a la irrelevancia y descrédito cada vez mayores de la Iglesia en España, se le sumarán una reducción drástica de su actividad debido a la falta de efectivos y de dinero. No nos encontramos ante una época de cambios, sino ante un cambio de época: la fase terminal, suicida de la posmodernidad, lo único peor que la modernidad. La actuación de muchos pastores de la Iglesia, desde el Vaticano II, rehusó ofrecer la alternativa cultural y crítica a la modernidad anticristiana, para pasar a abrazarse con ella. Así se convirtieron en la comparsa de todas las causas que promueve el Nuevo Orden Mundial: ecologismo y cambio climático, islamofilia e inmigración, relativismo cultural e indigenismo, democratismo y homosexualidad, etc.
Lecturas recomendadas: Conferencia Episcopal Española, Teología y secularización, Edice, Madrid 2006; Alicia Rubio, Cuando nos prohibieron ser mujeres… y os persiguieron por ser hombres, Madrid 2017; Gabriele Kuby, La revolución sexual global. La destrucción de la libertad en nombre de la libertad, Didaskalos, Madrid 2017; Taylor R. Marshall, Infiltración. El complot para destruir a la Iglesia desde dentro, Homo Legens, Madrid 2019.
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Falsificación del pasado y creciente acoso a la Iglesia
En España se promueve, con la totalitaria Ley de Memoria Histórica, desenterrar y fomentar el odio y el enfrentamiento entre sus miembros, justificando a la izquierda violenta y golpista de antaño con el fin de legitimar a la extrema izquierda actual. Dicha ley presenta la Guerra Civil como un enfrentamiento maniqueo entre la democracia y el fascismo, al mismo tiempo que criminaliza el régimen de Franco equiparándolo a la Alemania nacional-socialista de Hitler.
Las certeras palabras de Menéndez Pelayo, ya en 1881, constituyen una profecía cuyo triste cumplimento se despliega ante nuestros ojos: «Hoy presentamos el lento suicidio de un pueblo que, engañado mil veces por garrulos sofistas, empobrecido, mermado y desolado, emplea en destrozarse las pocas fuerzas que le restan, y corriendo tras vanos trampantojos de una falsa y postiza cultura, en vez de cultivar su propio espíritu, que es lo único que redime y ennoblece a las razas y a las gentes, hace espantosa liquidación de su pasado, escarnece a cada momento las sombras de sus progenitores, huye de todo contacto con su pensamiento, reniega de cuanto en la historia nos hizo grandes, arroja a los cuatro vientos su riqueza artística y contempla con ojos estúpidos la destrucción de la única España que el mundo conoce, de la única cuyos recuerdos tienen virtud bastante para retardar nuestra agonía».
En España se impide el ejercicio libre de la religión por parte del poder político, porque dicho ejercicio no consiste únicamente en la posibilidad de la celebración privada del culto católico, sino también en su amplia proyección social en todos los campos: cultural, educativo, informativo, etc. En España se traga a pies juntillas el sectarismo antirreligioso de los medios de comunicación y del sistema educativo, así han conformado la sociedad más anticlerical de Occidente rellenando las pobres mentes ayunas de conocimientos básicos donde en su lugar residen prejuicios irracionales y de un nivel cultural muy bajo. De ahí que el ataque permanente y la ridiculización a la que es sometida la Iglesia Católica en general y, sus miembros en particular, desde internet, las aulas, los micrófonos o las cámaras no deje de aumentar.
El Gobierno socialista-comunista-separatista prepara una nueva desamortización de los edificios de titularidad eclesiástica a través de la revisión de las inmatriculaciones «indebidas», según afirman. Lo que en realidad pretende es un ataque jurídico para que el Estado intervenga en el culto católico, regulando su contenido, en calidad de copropietario de los templos. Además, dicho Estado, como guardián de los sacrosantos derechos democráticos exige que ningún credo reste la debida sumisión a las instituciones públicas, es decir, al Gobierno. Adorar a Jesucristo resultará antidemocrático, el dogma católico liberticida y los Mandamientos de la Ley de Dios serán considerados como delitos de odio castigados por el artículo 510 del Código Penal. En el fondo se trata de prohibir la celebración de la Santa Misa, el corazón de la fe católica. Es también lo que se buscaba con la profanación del Valle de los Caídos: acabar con el culto eucarístico de la Basílica, con la comunidad benedictina y con la cruz. Terminar con el presunto «enaltecimiento del dictador» no era más que una excusa forzada, para otros casos inventarán más.
Ya se ha comenzado a igualar a los desiguales, asegurando que todos los credos merecen el mismo respeto se iguala a la todavía mayoría católica española y europea con la minoría árabe y africana. El Padre Ángel, a quien un cardenal y arzobispo presentó a sus clérigos como modelo sacerdotal, es el prototipo de cura democrático, mediático y «oenegero» que aplaude la izquierda en su afán de patrocinar la visión desnaturalizada de la Iglesia, a la que ella misma colabora en una espiral suicida, con su connivencia con la heterodoxia y la heteropraxis desde hace más de 50 años. La Iglesia está siendo empujada aceleradamente, por los sectores más nefastos desde del posconcilio, hacia un callejón sin salida a donde no quiere ni puede ir. Hay que insistir una y otra vez que la Iglesia no puede cambiar porque es fundada por Cristo y no por los hombres, por consiguiente, los fieles han de tomar conciencia de que las erráticas declaraciones y decisiones de tantos malos pastores no representan a la Iglesia, sino que van contra la misma Iglesia. De ahí que cada fiel tenga claro el deber de defender la propia fe católica y de dar razón de la misma.
Bien alto lo proclamó Santa Catalina de Siena: «¿Por qué guardáis silencio? Este silencio es la perdición del mundo. Obrad de modo que el día en que la Suprema Verdad os juzgue no tenga que deciros estas duras palabras: “Maldito seas tú, que no has dicho nada”. ¡Basta de silencio!, clamad con cien mil lenguas. La Iglesia de Cristo ha perdido su color, porque hay quien chupa su sangre, que es la Sangre de Cristo, que, dada gratuitamente, es robada por los que, negando el honor debido a Dios, se lo dan a los hombres».
Lecturas recomendadas: Pío Moa, Los mitos de la guerra civil, La esfera, Madrid 2017; Los mitos del franquismo, La esfera, Madrid 2018; Roberto de Mattei, Vaticano II. Una historia nunca escrita, Homo Legens, Madrid 2018; Federico Jiménez Losantos, Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos, La esfera, Madrid 2019.