Sedicentes falangistas
Sánchez Dragó en su libro Muertes paralelas, escribe: «¿De qué Falange estamos hablando? ¿En qué medida eran falangistas auténticos, camisas viejas, los energúmenos y recién llegados que impusieron por doquier, en toda la extensión de la zona nacional, durante los dos primeros meses de la guerra su inicua ley del gatillo?».
Publicado en la revista Gaceta de la Fundación José Antonio, núm. 368 (MAY/2023). Ver portada de Gaceta FJA en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín de LRP.
Hace años, el 12 de enero de 2016, en este mismo medio, publicaba el siguiente artículo que deseo vuelva a ver la luz como homenaje a este gran hombre, Fernando Sánchez Dragó, fallecido recientemente. Descanse en paz.
Siempre que me lo permiten mis obligaciones, soy un fiel seguidor de los programas de televisión que, en ocasiones, dirige este novelista Fernando Sánchez Dragó, ensayista y polígrafo que, entre otros, fue galardonado con los premios Nacional de Ensayo, Planeta, Martínez Roca, Fernando Lara, etc. En una palabra, nunca me cansé de seguir su palabra, bien ya sea en temas literarios o políticos.
Confieso que no he leído mucho de él, pero algo sí, por ejemplo, además de algunos de sus artículos publicados en prensa, he leído su novela El camino del corazón, finalista Premio Planeta 1990, que hace referencia a un joven que decide emprender un largo viaje a Oriente para buscar allí la sabiduría y la felicidad que Occidente le niega.
También -era obligado para un joseantoniano- leí Muertas paralelas, donde además de perseguir la figura de su padre, Fernando Sánchez Monreal, se topa con la de José Antonio Primo de Rivera, donde hay más de cien páginas dedicadas a él, porque le ha parecido un personaje muy interesante además de desconocido. «Importantísimo personaje de la Historia del siglo XX», escribe en otro momento.
Lo último ha sido un artículo recientemente publicado en el diario El Mundo, que, estando de acuerdo con muchos episodios que narra, me ha llamado la atención al referirse a su padre -miembro del partido de Miguel Maura, acusado de rojo por un miserable llamado Juan Pujol, encarcelado y puesto en libertad una vez comprobada aquella falsa denuncia-, escribe:
«Mi padre fue paseado al salir de la cárcel por un grupo de sedicentes falangistas que le esperaban».
Interpreto que ha querido decir, que aquellos presuntos seguidores de José Antonio fueron los asesinos de su padre. El mismo Sánchez Dragó en su libro ya citado, Muertes paralelas, escribe:
«¿De qué Falange estamos hablando? ¿En qué medida eran falangistas auténticos, camisas viejas, los energúmenos y recién llegados que impusieron por doquier, en toda la extensión de la zona nacional, durante los dos primeros meses de la guerra su inicua ley del gatillo?».
La respuesta se la da perfectamente Mercedes Fórmica:
«Recién llegados y conversos se erigieron en representantes de algo que no sentían, siendo la intolerancia su nota distintiva. La comprensión fue practicada, desde el principio, por los escasos supervivientes, hombres y mujeres de la Falange auténtica. Franco no era falangista y entonces comprendí que aquello iba a ser lo que fue, un albondigón en el que hubo muchos conversos que para salvarse hicieron méritos muy crueles. Antes de la contienda los seguidores de José Antonio éramos poquísimos, quizás unos dos mil en toda España, y tal vez no siquiera llegaron a ese número, y en la zona franquista sólo había quedado una minoría, quizá cien o doscientos».
También el poeta Luys Santa Marina tiene la respuesta sobre esos falsos falangistas: «Vinieron después, cuando el sol doró el agosto, cuando ya había una ancha y segura calzada que unía el pasado y el porvenir de la Patria, hecha con huesos de Caídos, de nuestros Caídos».
En otro momento, Sánchez Dragó se dirigió al entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, para que una plaza de Madrid, que lleva el nombre de Juan Pujol, fuera sustituido por el de Fernando Sánchez Monreal. El alcalde se comprometió a plantear la cuestión en el siguiente pleno, pero al final, como casi todos los políticos, de lo prometido no hizo nada. Ahora se ha dirigido con la misma cuestión a la nueva alcaldesa. Tampoco hará nada, y si lo hace lo cambiará por otro nombre.
Me alegraría que este novelista tuviera suerte, viera su anhelo cumplido y llegue tener más suerte que ha tenido su familia. El padre de Dragó era, según cuenta él, miembro del partido de Miguel Maura. Un tío carnal suyo, que había sido presidente en Asturias de la Agrupación Maurista, fue asesinado en el Madrid rojo, agosto de 1936. No contentos con ello, los socialistas, una vez muerto Franco, quitaron su nombre de una calle de la localidad asturiana de Mieres. Era entonces alcalde Vital Álvarez-Buylla que hoy, sin saber qué méritos ha tenido a lo largo de su vida, el hospital de aquella localidad lleva su nombre.
Volviendo a José Antonio Primo de Rivera, Sánchez Dragó escribió el respeto que su figura le inspiraba. Él era un patriota, dice: yo soy un apátrida, «Él era cristiano; yo soy pagano». Sin embargo, a pesar de su paganismo. Fernando Sánchez Dragó declaraba un día que Jesús es el personaje central de la historia del mundo.
Sánchez Dragó: «En mi novela 'Muertes paralelas' yo trazo un paralelismo entre la muerte de mi padre mi padre (y José Antonio) que era un hombre de derechas, era del partido de Antonio Maura, al cual sin embargo lo mata la derecha en Burgos. [...] Con esto te quiero decir, que José Antonio, que en realidad era un hombre de izquierdas, es asesinado por la izquierda, y mi padre que en realidad era un hombre de derechas, fue asesinado por la derecha, es uno de los atroces equívocos que se producen en una guerra civil».