Sobre la vertebración de España
¿Qué podemos hacer hoy día España y los españoles? ¿Cómo podemos recuperar “un proyecto sugestivo de vida en común”, cómo encontrar una misión que nos dé coherencia y unidad?
Publicado en el número 23 de Mástil Digital, de febrero de 2013. También en el número 334 de la Gaceta FJA, de julio de 2020. Ver portada de Mástil Digital y portada de la Gaceta FJA en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.
Sobre la vertebración de España
Hago referencia al gran libro publicado por don José Ortega y Gasset allá por 1921, hace casi un siglo. Mis consideraciones se refieren básicamente a la situación actual de España en la que, por cualquier lado que lo miremos, podemos afirmar que no existe un proyecto sugestivo de vida en común.
España ha sido importante y fuerte en el concierto de la historia de la humanidad, mientras sus hombres han tenido un proyecto asumido por todos y concretado en una misión, es decir, que el proyecto no se ha guardado en un cajón sino que se ha luchado por su implantación tanto a nivel individual como colectivo.
Durante los 700 y pico años que duró la Reconquista, aunque los reinos cristianos de la península ibérica estaban muchas veces enfrentados los unos con los otros en luchas fratricidas, en el imaginario colectivo brillaba como una estrella, la recuperación de la unidad de España. Se trataba de la España visigoda, perdida y fragmentada con la invasión de los moros. Esa misma que era el resultado de la consolidación en el tiempo de la Hispania romana, en el que España también era fuerte por pertenecer a un gran proyecto de índole universal.
Mientras estuvo vigente esa misión de recuperar la unidad nacional, puede decirse que España tuvo proyecto. A poco de culminar éste con la recuperación del reino de Granada, ese pueblo aguerrido, esa nación llamada España, tuvo la inmensa suerte de descubrir el nuevo mundo. Eso volvía a dotar a España de un nuevo proyecto, tal vez mucho más heroico y difícil, y de una misión, en este caso universal: la conquista y evangelización de América. Y en ese proyecto se volcaron con gran intensidad –durante al menos dos siglos– los esfuerzos y toda la potencia intelectual, moral y física de España.
Durante los siglos dieciséis y diecisiete fuimos grandes porque éramos fuertes y cohesionados, con una clara misión y un sólido proyecto. A partir de ahí todo ha sido una inmensa y constante decadencia, que nos lleva a máxima disgregación en el momento actual en el que el único proyecto que se aloja en las mentes de nuestros gobernantes es recuperar la situación económica que había en 2008. Es decir, continuar en el marasmo, en el paso del día a día sin tensiones, sin sobresaltos…
No hay entusiasmo, no hierve la sangre, en esta España rendida y triste de nuestros días. No tenemos proyecto. Y en una situación como ésta, aparecen los proyectos parciales, del “sálvese quien pueda”; secesionismos aldeanos que terminan de rematarnos como nación a base de lanzadas en el corazón de la historia de nuestra patria. Sí, es vergonzoso decirlo, pero hoy en el territorio español, sólo Cataluña tiene un proyecto, mal que nos pese.
¿Qué podemos hacer hoy día España y los españoles?
¿Cómo podemos recuperar un proyecto sugestivo de vida en común, cómo encontrar una misión que nos dé coherencia y unidad?
Con la caída del muro de Berlín en 1989, uno de los dos bloques en pugna durante la Guerra Fría tiró definitivamente la toalla. A partir de ahí ya no tienen justificación los frenos que el estado liberal, a través del Estado social de derecho, se había autoimpuesto como cortafuegos para detener el avance del comunismo. De ahí a la crisis actual sólo era cuestión de tiempo. El sistema capitalista, que no cree en el hombre, no tiene ya que llevar careta; ha llegado el momento de desmontar los avances sociales: volvemos al siglo XIX y principios del XX.
En España, la crisis es más compleja y profunda que en otros países del entorno europeo. Por eso, es aquí donde hay más posibilidades de desmontar el Sistema, sustituyéndolo por otro basado en el respeto al hombre, su integridad, su libertad y su dignidad. Una vez más la historia nos contempla. La Misión de España ahora bien podría ser, como en otros tiempos, exportable al resto de Europa y de la humanidad.
Los pilares básicos de ese proyecto deberían ser: el reconocimiento de la persona humana como base de todo el sistema, ni estado ni economía pueden estar por encima; adopción de un sistema económico del bien común basado en el hombre y en la justicia social; una democracia real, sin intermediarios y un rearme moral de nuestra sociedad, de manera que se prime el esfuerzo, la creatividad y el trabajo sobre cualquier otro factor de producción, singularmente, sobre el capital.
En una situación cada vez más degradada, dentro de poco no van a quedar más opciones que desmontar el capitalismo sustituyéndolo por un sistema superador basado en el hombre, o volver a inciertos experimentos colectivistas y estados opresores que tantos muertos y daño han causado en la historia de la humanidad. En nuestras manos está buscar y encontrar el camino.