En lo sustantivo del programa del gobierno progresista, no se alzará ninguna voz opositora...
...porque todo ello está pactado y bien pactado entre poder triunfalista y oposición tremebunda.
Denuncia de una ficción
Cada vez nos confirmamos más en la idea de que la nueva izquierda –plasmada en ese gobierno progresista que nos caído en suerte– presenta, como el dios Jano, dos caras.
Una, de cara a la galería, que ofrece un rictus revolucionario pero paleontológico, con tintes del más puro marxismo, que escandaliza a sus oponentes que lo motejan de nuevo frente popular.
Otra, más sibilina y solo evidente para expertos, que está en la línea del hipercapitalismo globalizador, espónsor de las ideologías, antropologías y medidas concretas que constituyen el dogma-señuelo de las masas: género, femen, cambio climático, animalismo, transhumanismo, eutanasia, aborto, igualitarismo a la baja…
Así, la izquierda ha abandonado sus perspectivas de carácter social (trabajo y paro, propiedad, empresa y sindicalismo, vivienda, acceso a la educación y a la cultura…) y se pone al servicio del Nuevo Orden Mundial.
De fondo, el más burdo materialismo alejado de cualquier interpretación filosófica engeliana o marxista, porque si algo caracteriza al mundo capitalista es precisamente este materialismo práctico.
Y en esto coincide con la derecha liberal, solo atenta a lo económico y curiosamente ausente de cualquier debate en lo ideológico.
Una y otra, izquierda y derecha, son variantes –no nos engañemos– de un único Sistema, siempre con la música y el sonsonete de un ambicionado consenso.
Habrá, eso sí, más demagogia para deslumbrar al personal, al estilo de aquellos viernes sociales de propaganda preelectoral, que será contestada por la derecha opositora, siempre aludiendo a la espada de Damocles de las exigencias de Bruselas.
Pero, en lo sustantivo del programa del gobierno progresista, no se alzará ninguna voz opositora, porque todo ello está pactado y bien pactado entre poder triunfalista y oposición tremebunda.
A las pruebas podemos remitirnos: ¿qué osaron tocar los anteriores gobiernos populares de las medidas-estrella de la época de Zapatero?
Atentos a nuestra defensa de una síntesis indisoluble entre los valores llamados despectivamente tradicionales (para nosotros, de alto voltaje espiritual) y los valores sociales (considerados por el Sistema revolucionarios), no cesaremos en nuestra denuncia de lo que constituye en realidad una ficción.