Desbarajuste nacional
Nos declaramos unitarios, que no es lo mismo en absoluto que centralistas o jacobinos; el actual Estado de las autonomías ha venido a configurar diecisiete centralismos, de carácter, además, caciquil.
Editorial de La Razón de la Proa (LRP) de agosto de 2020, recuperado para ser nuevamente publicado en junio de 2023. Recibir el boletín de LRP.
Desbarajuste nacional
Nunca nos hemos distinguido por ser adalides o apóstoles de este orden constitucional; a decir verdad, los joseantonianos que ya peinan canas tampoco lo eran del anterior, al que acusaban de falta de autenticidad. Una determinada Constitución (y España ya ha tenido muchas en su historia) es como un traje que se pone al cuerpo de la Nación, y que, como tal, envejece, pasa de moda, queda ajado o presenta rotos o descosidos; en todo caso, lo que importa es el cuerpo nacional, no su vestimenta coyuntural.
Como ciudadanos, respetamos, claro está, las leyes vigentes. Pero anhelamos su reforma en bastantes aspectos, empezando por el desatino autonómico contenido en la actual Carta Magna, que puede dar al traste, no solo con ella, sino con la propia España.
Nos declaramos unitarios, que no es lo mismo en absoluto que centralistas o jacobinos; el actual Estado de las autonomías ha venido a configurar diecisiete centralismos, de carácter, además, caciquil.
Al contrario, creemos que en las unidades naturales de convivencia –partiendo del municipio y de la comarca– debe fundamentarse una parte esencial de la participación de los españoles en las tareas del Estado. Somos deudores históricos, así, de los organicistas que, desde diversas posturas ideológicas, se afirmaban en ello para configurar una democracia de contenido (los krausistas, los tradicionalistas, el socialista Fernando de los Ríos, el republicano Madariaga y, por supuesto, José Antonio Primo de Rivera).
Actualmente, la falta de un sentido unitario se pone de manifiesto en numerosos aspectos: económico, legislativo, educativo… y, ahora, más escandalosa y peligrosamente, en el sanitario; el entreguismo de la gestión de la pandemia a las comunidades autónomas ha sido un despropósito, añadido a las constantes improvisaciones de un gobierno central sin capacidad para la prevención y el empleo de las medidas necesarias para evitar el desastre.
Otro tanto va a ocurrir con los salvavidas de la UE para evitar el desastre económico; la cogobernabilidad ofrecida por Sánchez al caciquismo autonómico va a desencadenar otro desbarajuste de gran alcance; cada ente regional pugnará por lo suyo y se impondrán –tiempo al tiempo– los favoritismos en función de alianzas de voto, amiguismo político, partidista o personal y concesiones a los proyectos disgregadores.
Quizás nuestra voz discrepante sea un clamar en el desierto, pero confiamos en que, día a día, con nuestro concurso, se vaya incrementando una conciencia nacional, aparezcan mentalidades constructivas y criticas a favor de una España verdaderamente unida, de todos y para todos.