Materialismos
España, como laboratorio de pruebas que es de las ideologías oficiales de Occidente, agrupadas bajo el pensamiento único, sufre la embestida materialista con mayor intensidad si cabe.
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Materialismos
Decir que Occidente ha caído bajo la invasión del materialismo no es ninguna originalidad. Claro que eso no preocupa nada a los jefes o a los voceros de los partidos políticos ni a los dirigentes de las naciones, que entienden que eso no es de su incumbencia, y que cada ciudadano es libre para adoptar ante la vida los fundamentos y valores que le plazca; siempre, claro está, bajo el influjo de los medios de difusión y propaganda que, curiosamente, resultan casi siempre unánimes.
España, como laboratorio de pruebas que es de las ideologías oficiales de Occidente, agrupadas bajo el pensamiento único, sufre la embestida materialista con mayor intensidad si cabe, a veces, incluso, bajo cierta mirada de benevolencia de quienes más tendrían que estar al quite de la embestida.
Esas ideologías oficiales suelen ser enarboladas como bandera por la izquierda travestida de progresismo, y los supuestos opositores de esta no cesan de clamar contra quienes gobiernan y dominan; pero, claro, esta oposición se centra en las cuestiones económicas, con la promesa de que, cuando cambie la suerte en las urnas, ella arreglará el desaguisado; y a lo mejor lo consigue, con un poco de suerte… Claro que es importante la economía, pero no todo transcurre por la economía.
Pero de lo otro, de las ideologías oficiales y del materialismo subyacente en ellas, no hace mención; así se ha demostrado en las ocasiones en que la derecha ha contado con mayorías absolutas, en cuyo curso no se ha tocado ni una coma de lo dictado anteriormente por sus adversarios.
Nuestra conclusión es que son tan materialistas unos y otros. En el caso de la derecha, podríamos citar una frase de otros tiempos: «el bolchevismo de los privilegiados», es decir, otra forma de materialismo. Si aquel era expreso en su intento de mediatizar una sociedad entera, este es tácito; si aquel se acogía al doctrinarismo del materialismo histórico y dialectico del marxismo primitivo, pasado una y mil veces por el tamiz de sus revisionistas, este lo es de actitudes y pensamiento vano y estéril. Los planteamientos materialistas ⎼sean doctrinales o prácticos⎼ son parte sustancial del sistema neocapitalista en el que estamos inmersos.
En ellos se considera al hombre como un número en las urnas o como un ser esencialmente económico, pieza del engranaje de producción-consumo, que juega en el mercado laboral (expresión horrorosa) un papel estadístico.
Nuestra cosmovisión es radicalmente distinta: cualquier posible arquitectura política o económica debe partir del ser humano, considerado en función de sus valores eternos, entre los que se encuentra su dimensión trascendente.
Solo partiendo de esta consideración se pueda hacer frente al materialismo. Cuando quienes componen una sociedad histórica sean conscientes de que llevan en sí esta semilla de la dignidad, la libertad, la integridad y la trascendencia, podrán hacer frente a la manipulación de que son objeto en la maquinaria del Sistema.
Y, cuando todos los españoles tomemos conciencia de que somos conejillos de Indias en un laboratorio de pruebas preasignado desde los poderes globalizadores, podremos volver a ser nosotros mismos y España recobrará su destino, el que, en la historia, transcurría por caminos distintos a los materialistas.