Memoria oportuna.
Memoria oportuna.
Es rarísimo que en las aulas escolares se evoquen, en los días actuales, hechos históricos nacionales, como no sea para tergiversarlos en versión oficial. Tampoco, en el ámbito general de la sociedad española, abducida por los medios del Sistema, es habitual glosar efemérides de los que nos podamos sentir orgullosos todos los ciudadanos.
Nos ha parecido oportuno recordar en este editorial lo sucedido, no en la Edad Media o en la época del Imperio español ni en la guerra civil, tan de moda para esas versiones oficiales mencionadas. Lo que recordamos ocurrió hace veintiocho años, exactamente en 1993, en el curso de un despliegue de una Agrupación española de Cascos Azules de la ONU en la cruenta guerra de los Balcanes.
Los que tenemos edad para recordar lo ocurrido, sabemos que, en aquel conflicto, todos los bandos contendientes ⎼serbios, croatas, musulmanes⎼ rivalizaban en crueldad; se trataba muchas veces de una guerra de exterminio y las limpiezas étnicas proliferaban; todo sea dicho, la U.E. prefería mirar hacia otro lado…
A 40 Kms. de Sarajevo, en la localidad de Konjic, el contingente español se encontró frente a un dos centenares de paisanos croatas, mayormente mujeres y niños, protegidos en la huida por un reducido grupo de soldados croatas; tras ellos, trescientos Cisnes negros, especie de guerrilla musulmana dispuesta a masacrar a los que escapaban; los pocos soldados croatas entregaron sus armas a los españoles y pidieron su protección.
Mandaba la fuerza española el teniente legionario Monterde, quien, ante las amenazas de los Cisnes negros con degollarlos igual que a los croatas que huían, pidió instrucciones al Cuartel General de los Cascos azules; [la orden fue que se replegaran sin mirar atrás]. [Ver rectificación]
Por una vez, el teniente español [desobedeció una orden] y, con la expresión “De aquí no se mueve ni Dios”, ordenó a su tropa apercibirse para el combate; ante esta actitud, los Cisnes negros dejaron olvidadas sus amenazas y se retiraron, al encontrarse frente a la Infantería española que hacía honor a su historia.
En Croacia, hoy en día, se sigue celebrando el Día de los Inocentes de Konjic y se rinde homenaje a los soldados españoles. Así lo hemos leído y así lo contamos, con el laconismo de un parte militar…
¿Verdad que este hecho verídico de la guerra de los Balcanes no figura en ningún currículum académico ni es objeto de reportajes retrospectivos de la prensa ni merece una evocación en los telediarios?
Los que nos sentimos orgullosos de ser españoles y creemos que los valores de la milicia deberían informar a toda la sociedad no podemos menos que echar una mirada a la historia reciente en que lo español ha reverdecido sus laureles y, también, pensar en los soldaditos españoles que en la actualidad, en teóricas misiones de paz, siguen al pie del cañón en diversos lugares del mundo en nombre de esos valores.
Aunque la España oficial se limite a una protocolaria felicitación por Navidades…
Para saber más:
- El militar recuerda aquel episodio de hace 25 años, en el que por momentos pensó que era el último de su vida; su compañero, Jesús Diego de Somonte, narra las dificultades de la primera gran misión del Ejército en el exterior. [Seguir leyendo...] Enlaza con un artículo entrevista, de Gonzalo Araluce, publicada en El Mundo, el 18 de marzo de 2018.
Rectificación
La Razón de la Proa asume su error
En este editorial nos hacíamos eco de la conmemoración de los sucesos de Konjic durante la guerra de los Balcanes y, al comentar el hecho histórico del que fueron protagonistas las tropas españolas, mencionábamos que recibieron la orden de retirarse sin mirar atrás. Algunos lectores, bien informados, nos aseguran que esa orden no existió nunca.
En La Razón de la Proa recibimos noticia de aquel suceso de dos fuentes distintas, y en ambas la narración coincidía, de tal forma que dimos por buenos todos los detalles contenidos. Supusimos, en todo caso, que aquellas órdenes venían del mando internacional de la fuerza, nunca del mando español. Ante la aparición de otras fuentes, seguramente más fidedignas, no tenemos inconveniente en rectificar nuestra errónea publicación.
Quede claro que ello no es óbice para resaltar la postura del teniente legionario protagonista y el valor de nuestros soldados, que actuaron en defensa de aquella población civil amenazada de muerte; resaltar estos extremos era sobre todo nuestra intención.
Lamentamos el error cometido y pedimos disculpas a nuestros lectores.
Errare humanum est.