Un mundo en ebullición
No seamos catastrofistas ni apocalípticos. El mundo sigue su marcha y de lo que tenemos que tomar conciencia es de que cada día que empieza nos deparará nuevas sorpresas.
Publicado en la revista Lucero, núm. 151, abril-junio de 2023. Editado por la Hermandad Doncel - Barcelona | Frente de Juventudes. Ver portada de Lucero en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín de LRP.
Un mundo en ebullición
Basta con abrir cualquier periódico o encender la pantalla de nuestro televisor para que nos sobresaltemos: la guerra de Ucrania (y las de otros lugares que ahora pasan desapercibidas), la disputa por la hegemonía económica entre China y los EE.UU., los avances de la inteligencia artificial, como amenaza o como promesa, los grandes movimientos de población, las inseguridades climáticas, la aparición de naciones emergentes en el panorama…); si nos centramos en España, la triste realidad de que seguimos siendo un “borrador inseguro” ⎼como decía José Antonio⎼ y la deriva política, que estas elecciones pasadas y las que se anuncian dentro de unos meses no contribuyen precisamente a aclarar… Pero ¿en qué momento de la historia no ha vivido la humanidad entre sorpresas y alarmas?
Por favor, no seamos catastrofistas ni apocalípticos. El mundo sigue su marcha y de lo que tenemos que tomar conciencia es de que cada día que empieza nos deparará nuevas sorpresas, pues la aceleración histórica es cada vez más impresionante. En todo caso, no podemos quedarnos anclados en rememoraciones y debates sobre lo que fue, lo que no ha sido y lo que pudo ser; eso puede constituir un saludable ejercicio de erudición sobre el pasado, pero no constituye una aportación válida para el presente, que hay que vivir como es y aportando aquello que pueda mejorarlo.
Sin embargo, hay algo que permanece, que son los valores y las ideas fundamentales, o, dicho en términos más familiares, una interpretación permanente sobre la vida y sobre la historia; eso es lo que dará fundamento a todas las circunstancias y todas las coyunturas concretas que nos toque vivir. En eso es en lo que tenemos que estar de acuerdo, aunque discrepemos, lógicamente, en posturas y valoraciones sobre la realidad cambiante de cada día.
Nuestra Hermandad no se ha configurado nunca como un partido político ni como un grupo de presión social; lo que siempre la ha caracterizado es su lealtad a esos valores e ideas, que fuimos atesorando desde nuestra juventud en las organizaciones del Frente de Juventudes. Eso es lo permanente, con todas las matizaciones que se quiera, producto de la maduración, del estudio y de la profundización. Destaquemos la consideración del hombre, digno, libre e íntegro, abierto siempre a la Trascendencia, como ser creado por Dios; el amor crítico a España y la constancia de su unidad y universalidad, el afán por una sociedad más justa y equitativa, la valoración del servicio, la camaradería, el espíritu de sacrificio… Todo ello enmarcado en una tarea transgeneracional, que supera los momentos y los accidentes de la historia.
Por todo ello se justifica la existencia de nuestra Hermandad, y no solo por pasar unos agradables ratos juntos en las actividades, tertulias y reuniones. Buena ocasión ha sido, por ejemplo, la reciente festividad de San Fernando, nuestro Patrón permanente, para reavivar experiencias y compartir, no solo recuerdos, sino expectativas.