Con los pies en el suelo...
Mantengamos la vista ⎼la mirada clara y lejos⎼ por encima de la negritud, pero no nos olvidemos, a riesgo de ser inoperantes y utópicos, de tocar con los pies en el suelo, procurando, eso sí, no enfangarnos ni llenarnos de porquería.
Publicado en la revista Trocha, núm. 209, de diciembre de 2019. Editado por Veteranos OJE - Cataluña. Ver portada de Trocha en La Razón de la Proa (LRP). Para recibir actualizaciones de Trocha.
Con los pies en el suelo.
…y la vista por encima de las nubes, terminaba aquella consigna campamental, que algunos no acabábamos de entender en la edad de las ilusiones.
Sin embargo, el mensaje estaba bien claro: ser conscientes de que la España en la que estábamos viviendo entonces no se ajustaba a nuestro Ideal, al que, sin embargo, no había que renunciar, pues para eso estábamos nosotros allí, que teníamos por coraza la fe que me entregaron, como decía la canción.
Si aquella sociedad española no respondía a nuestros ideales, qué podemos decir de la actual, cuya apariencia es que se ha distanciado tanto que, al tener ahora también los pies en el suelo, da la impresión de que no vale la pena de que la mirada esté más arriba.
Rescatemos de aquella antigua consigna una palabra a la que no dábamos importancia: las nubes; sean cúmulos o nimbos, o estratocúmulos, o nubarrones de tormenta, por encima de su capa está el cielo limpio, donde hay que poner los ojos (arriba, siempre arriba).
Si nos limitamos a mirar el suelo, no es extraño que cunda el desaliento: vivimos en un entorno sumamente enrarecido, desagradable, lleno de miserias en lo ético y vacío de realidades positivas; si nos limitamos a mirar la capa de nubes ⎼o nubarrones⎼ tendremos la impresión de que la tempestad es inminente y el aguacero va a dejarnos calados, no a nosotros, sino a todos los españoles. En todo caso, ambas perspectivas, la de a ras de suelo y la de la capa que oscurece la luz, son incompletas y no definitivas.
El cielo es limpio, porque los ideales y los valores que constituyen nuestra razón de ser forman la guía de nuestro estilo y están en él; son, por su naturaleza, intemporales, a salvo de las circunstancias concretas, y permanecen en la historia y en el espacio español aunque sean reconocidos por pocos.
¿Por pocos? Apresurémonos a desmentirlo: hay muchos que, ya provengan de nuestro mismo origen o no, han descubierto estos ideales y valores que subsisten por encima de las nubes que enturbian el panorama. Y no se trata de un milagro, sino de pura operación de lógica: la masa no ve más allá de lo que le ponen delante, pero la minoría se va destacando de entre ella y sí aspira a algo mejor. Ese algo mejor coincidirá con aquello en lo que nosotros creemos.
La historia da muchas vueltas y su fin solo lo sabe Dios…
Mantengamos, pues, la vista ⎼la mirada clara y lejos⎼ por encima de la negritud, pero no nos olvidemos, a riesgo de ser inoperantes y utópicos, de tocar con los pies en el suelo, procurando, eso sí, no enfangarnos ni llenarnos de porquería.