El ciclo de la vida.
No importa que las arrugas surquen la piel, lo importante es que no surquen el alma. Y este mes de noviembre que empieza es propicio singularmente a alisar el alma al compás de ideales permanentes.
Publicado en el núm. 241 de Trocha, de noviembre de 2022. Editado por Veteranos OJE - Cataluña. Ver portada de Trocha en LRP. Para recibir actualizaciones de Trocha.
El ciclo de la vida
Pasó septiembre, el mes de la vendimia, y las cepas quedaron huérfanas de sus frutos, con los pámpanos arrugados. Y pasó también octubre, y campos y ciudades se llenaron de hojas caídas. De septiembre, nos quedan los ricos caldos, que presidirán (con permiso de los puritanos de hoy) nuestras mesas; y de octubre, los buenas frutas de otoño, que servirán de excelentes postres. Y, un nuevo año, volverá al milagro de la vid y el no menor milagro de las frutas otoñales.
Así, también, es la existencia de los seres humanos y de sus generaciones: una sucede a la otra, sin interrupción, porque el sol no se apaga y la tierra es fértil.
Nosotros, los veteranos de la Organización Juvenil Española, somos a modo de ese vino añejo y de esos frutos de otoño. Quizás pasó nuestro tiempo de juventud, y nos caracteriza, en el otoño de la edad, ser como el buen vino y dar buenas frutas. En cambio, no nos presentamos como sarmientos arrinconados ni como hojas caídas. Primero, porque, aunque nos haya alcanzado el otoño de la edad, eso no es sinónimo de llevar primaveras fértiles en el corazón y en la mente: primaveras de Ideales y de ilusiones permanentes. Segundo, porque ⎼en nuevo ciclo natural⎼ hay renuevos de jóvenes que siguen nuestras huellas de ayer y sostienen en su Promesa los mismos ideales que nosotros, aunque su dinámica haya cambiado al compás de los tiempos.
No importa que las arrugas surquen la piel, lo importante es que no surquen el alma. Y este mes de noviembre que empieza es propicio singularmente a alisar el alma al compás de ideales permanentes.
Llegarán nuevas vendimias y nuevos otoños. Los vinos jóvenes también se harán añejos y presidirán las mesas. No faltará nunca el sol ni la tierra de España dejará de ser fértil para propiciar ansias de transformación profunda en la sociedad y en las mentalidades de nuestros compatriotas.