Herederos de un Estilo
Publicado en el boletín Trocha | Núm. 209. Diciembre de 2019.
Editado por Veteranos OJE - Cataluña.
Ver portada de Trocha en La Razón de la Proa.
Herencia es transmisión.
Según el D.R.A.E. heredero es “la persona que recibe los bienes, el dinero o los derechos y obligaciones de otro”.
- Y nosotros nos quisimos herederos de un Estilo, así puesto, con mayúsculas. Como Estilo entendimos una forma de vivir y entender la vida, concepto expresado y definido como tal por José Antonio Primo de Rivera, hoy tan políticamente incorrecto y perseguido.
Todo heredero establece un vínculo con el pasado, el Estilo como bien adquirido nos permite por su medio proyectarnos en el mañana, el Estilo nos acompaña siempre al futuro. Se recibe, pero no se somete y olvida sin olvidarnos a la vez de lo que somos o quisimos ser.
- Es cosa viva, que se transforma y nos transforma, se hace inseparable de nuestra mismidad. Se vive con él; se muere con él y… hasta se puede morir por él.
Era cierto de la manera en que se nos explicaba: el fondo y las formas van siempre de la mano y no podemos separar nuestras ideas de nuestras actitudes sin quebrar nuestra personalidad.
- Era aquello de pretender la autenticidad, de ser “auténticos”: maravillosos intentos para aprendices de quijotes de catorce años.
- Enseñanzas aquellas que entre bromas y juegos, con aquello de no decir “tacos”, de llevar bien puesto el uniforme o de saber comportarnos (entre otras muchas cosas), y para evitar caer en los “pecados veniales” del estilo, nos iban inculcando una forma de “ser diferentes” de individualizarnos, sin ñoñerías y hasta de una forma un tanto castrense, pero que con el paso de los años nos permitía reconocernos, nos permite reconocernos todavía.
- Y que nos otorgó el derecho a caminar recto y a mirar de frente y a los ojos. Y la obligación de hacerlo, también.
Aún hoy… ¿podríamos pretender una vida sin Estilo?
- Puede que para pasar la vida llanamente, tal vez sí. Como pueden pasarla los seres del montón, los hombres anodinos de las ideas prestadas o impostadas; como pueden pasarla los siervos del pensamiento único, los que nunca velaron sus armas bajo las estrellas porque eso del Estilo, así dicho, con mayúsculas, debió ser herencia para los escogidos de nuestras acampadas, y allá luego cada uno con su almario y con su rumbo, que fuimos libres para hacer y soñar, para escribir cada uno, si así lo quiso, su propio cuaderno de bitácora.
Herederos de un Estilo, legado y herencia de aquél tipo tan denostado, tan guaperas y tan elegante que supo morir por él con sus ideas. Que por cierto eran Patria, Pan y Justicia (la imaginación es libre para sospechar porqué hoy se le denigra, miserables).
- La pregunta pertinente para concluir, sobre nosotros y sobre el Estilo, es definitiva, ¿sabremos, al menos, vivir con él?
- La respuesta en este caso, como podéis suponer, solo es posible escribirla personalmente, pero sólo con mayúsculas.