San Fernando no es un adorno coreográfico
Cuando llegue la fecha del 30 de mayo, elevemos, como siempre, nuestra canción, «que es oración y consigna de amor y de paz», para que san Fernando nos siga protegiendo a nosotros y a todos esos jóvenes que lo desconocen. Y que el amor y la paz se adueñen de esta España tan polarizada… .
Publicado en la revista Trocha, de mayo de 2024 (núm. 258). Editada por Veteranos OJE - Cataluña. Ver portada de Trocha en La Razón de la Proa. Para Solicita recibir el boletín de Trocha
San Fernando no es un adorno coreográfico
Nosotros, los veteranos de la Organización Juvenil Española, nos hemos tomado siempre muy en serio el patronazgo de san Fernando, y, cuando contemplamos su imagen, no la vemos como mero adorno o como simple coreografía de nuestras actividades, ni su celebración, cada 30 de mayo, como un simple rito protocolario.
Por el contrario, seguimos resaltando en él un ejemplo para nuestra constancia y un referente de las virtudes que le llevaron, mucho antes de nuestra afiliación juvenil –en tiempos de una posguerra no sometidos al rodillo de supuestas memorias democráticas– a ser considerado Patrón de la Juventud española; forma parte de nuestra herencia histórica, con la que nos identificamos y de la que estamos particularmente ufanos.
Entre esas virtudes, destaquemos, en primer lugar, su profunda religiosidad; y parece un anacronismo mencionarla en estos tiempos secularizados, en los que parece haberse perdido de vista el carácter trascendente de la existencia humana. Esa religiosidad llevó a Fernando, rey de Castilla y León, a ser elevado a los altares por la Iglesia católica, en unos momentos en que los complejos no se habían adueñado de sus jerarquías. Fue sincero con este carácter, y lo demostró a lo largo de toda su vida y con el gesto de profunda humildad ante la muerte, cuando se despojó de sus insignias reales y se postró de rodillas ante la Cruz. El Cristo de las Batallas y la Virgen de la Victoria le acompañaban en todas sus empresas, por lo que bien puede calificarse con aquella concepción de caballero cristiano.
De esta condición de siervo de Dios emanaba su visión del servicio en todos los aspectos de su vida: servicio como soldado al frente de sus tropas, servicio como protector de su pueblo, servicio como continuador de una empresa histórica llamada Reconquista, servicio como hombre de cultura (aquella Escuela de Traductores de Toledo que heredaría su hijo Alfonso…).
Puede, pues, considerarse que san Fernando es un prototipo más de un estilo de vida marcado por la síntesis del estudio y la acción, como tantos personajes de nuestra historia nacional representaron en los tiempos en que les tocó vivir. Nunca abandonó la misión que la había sido encomendada por la Providencia ni desertó de sus obligaciones como rey y como hombre.
Recordamos una triste anécdota de hace unos años, cuando un párroco de un templo barcelonés se negaba a poner la imagen de san Fernando en una hornacina, aduciendo que «no quería santos con espada…». Y así nos ha ido, cuando muchos curas con su mentalidad se niegan a usar de palabras limpias y de proclamar verdades recias en sus prédicas, para ir al compás de lo que se lleva y no ahuyentar a la feligresía…; así, por ejemplo, están los seminarios vacíos y las iglesias con público mermado.
No, ya no somos jóvenes los veteranos, porque el tiempo sigue su marcha inexorable; pero seguimos invocando a san Fernando como nuestro patrón y no olvidamos que sigue siéndolo de la juventud, no solo de la que ha recogido nuestra antorcha y sigue las huellas de ayer, sino de toda ella: la que engrosa día a día las listas del paro, la que no encuentra vivienda digna, la marginada en todos los sentidos, la que, ayuna de todo resorte espiritual, cultural y material, se mantiene en una vida carente de valores y de perspectivas de todo tipo; a la que le ha sido robado el sentido de la españolidad, del compromiso y del servicio. Porque esa es la que más necesita la intercesión de san Fernando ante un Dios que les parece que es un desconocido…
Cuando llegue la fecha del 30 de mayo, elevemos, como siempre, nuestra canción, que es oración y consigna de amor y de paz, para que san Fernando nos siga protegiendo a nosotros y a todos esos jóvenes que lo desconocen. Y que el amor y la paz se adueñen de esta España tan polarizada…