A tí, capitán San Fernando, te pedimos guía y luz...
...Luz para que no calle la lira, y guía para que desoigamos la embriaguez de la gaita (...) Santo Patrón te rogamos que las viejas y nuevas generaciones puedan seguir cantando, al son de una marcha triunfal, a la Patria, el Pan y la Justicia.
Publicado en Cuadernos de Encuentro, de Otoño de 2019. Editado por el Club de Opinión Encuentros. Ver portada de Cuadernos de Encuentro en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.
A tí, capitán san Fernando
En la cena conmemorativa de la festividad de San Fernando, Patrón del Frente de Juventudes y la OJE, y abusando de mi condición de responsable del Coro de la Hermandad Doncel, repasaré con vosotros algunas de las estrofas de nuestras marchas, cuyos mensajes sin duda, siguen estando vigentes en los convulsos tiempos que nos está tocando vivir.
Perdonareis mi atrevimiento, casi osadía, al dirigirme a un foro formado por muchos camaradas a los que os debo la gratitud de ser forjadores de mi niñez, adolescencia y juventud.
Por no olvidarme de ninguno de vosotros, me permitiréis que recurra a mi entorno más cercano, a mi familia. Os pido que, fuera del legítimo orgullo, no veáis en ello vanidad ninguna, todo lo contrario, si lo hago es porque me resulta muy complicado dirigirme a los que me enseñaron lo poco que sé.
Escribió Enrique Aguinaga en su Mochila, misal y canción:
Junto a la hoguera, en la caminata, o simplemente cara al sol, cantábamos a la Patria. La canción así es pluralidad, es «nosotros». Y nosotros éramos la juventud generosamente unida, sin distingos folclóricos, sin separaciones sociales. Todos contribuíamos a que una sola y fuerte voz, estremeciese los campos con el nombre de España. En la alegría de nuestras canciones, hemos aprendido de memoria, el orgullo de la Patria.
Nuestras canciones, sus letras, el modo de cantarlas, su paso y compás, se convirtieron en el mejor Plan de Formación, en un auténtico cuerpo de doctrina. Estrofas en las que aprendimos que no hay Patria sin Justicia, ni Justicia sin Pan.
Pero, además, nuestros himnos y marchas, constituyen uno de nuestros mejores legados, que generación tras generación, se ha visto incrementado, adaptado al momento histórico, constituyendo la mejor huella de nuestros afanes, memoria viva de nuestra historia y por qué no, de la de buena parte de varias generaciones de españoles, que durante 86 años las escribieron, cantaron y enseñaron.
Para muchos de nosotros, nuestro cancionero es también parte de nuestra más íntima herencia personal y familiar:
Para que yo creciera, sobre una patria hermosa,
mis hermanos mayores, cayeron cara al sol.
En mi caso, son cuatro las generaciones, que en la guerra o en la paz, fueron protagonistas directos de sus mensajes. Su sangre o su sudor sirvieron de tinta para sus letras, trasmitiendo de unas a otras los anhelos de aquella bandera levantada en octubre de 1933:
…contra el mundo cobarde y avaro,
sin justicia, belleza, ni Dios…
Las aprendí con mi abuelo y sus banderas de Falange de Marruecos, mientras leíamos sus poemas.
Sonrisa de José Antonio, digno marco a sus palabras,
ellos matarla quisieron, y ellos la inmortalizaban.
De mi padre y su escuadra de balillas forjada en los difíciles años de la clandestinidad de la preguerra, entregando su niñez, me transmitieron aquello de:
Perseguidos por izquierdas y por las derechas,
caía yo, cuando aún dudabas tú.
Y que todavía adolescentes perdieron su juventud en los campos de Rusia:
...a la muerte, a la muerte, con la División Azul te lanzarás…
De mi madre, que convirtió Lili Marlen en la más preciosa nana. Y con ella, el recuerdo de las legiones de mujeres, que hicieron el mejor y más silencioso servicio a España, afanadas en darnos:
Nueva espiga, nueva industria, nueva escuela y universidad;
Una Patria limpia y justa, como un entrañable hogar…
De ella, entre canciones, aprendimos… que después, después, vino la traición….
Con mis hermanos compartí una niñez de aires militares entre pínfanos y cristinas. Por mi edad, viví como espectadora, noches de FES y Auténtica en los años de la Transición, en las que entre canciones como Libertad, libertad sin ira, libertad, nuestra casa se convertía en improvisada fábrica de panfletos y pancartas, por supuesto con el Viva, viva la Revolución… de fondo.
Años en lo que me afilié a la Organización Juvenil Española haciendo mío el legado de mis mayores:
Quiero levantar mi Patria, un inmenso afán me empuja,
poesía que promete, exigencia del honor.
Curso de Jefes de Escuadra y Curso de Mandos, en los que cantando aprendimos (y a mí me costó), a obedecer para saber mandar. Emocionados recibimos nuestro emblema, tensos el brazo y corazón, mientras leíamos Elegía por la generación perdida o Radiografía de un fraude.
Mi primera Unidad: sigue sin dudar, que en la centuria de Castilla formarás.
Con los años y también cantando, recogieron la antorcha mis hijos, lo cierto, o a mí me lo parecía, que con un tono cada vez más desafinado.
Y me temo que no estaba tan equivocada. A la falta de tono se unió el cambio de melodía, de paso, compás y sobre todo de letra. Hoy, cerca de 20 años después, no me atrevería a asegurar que la llama que heredamos llegue a mis nietos.
Las nuevas generaciones, tienen el derecho y la obligación de cantar a su tiempo, pero no lo tienen a enmudecer el nuestro. Pero a veces, también es justo reconocerlo, poco podemos reprocharles.
En estos tiempos convulsos que vivimos, sentenciados a cuatro años más de mediocridad, vulgaridad y revancha a los que la izquierda, como antes la derecha, nos condena, no encuentro mis referencias, no escucho aquella voz segura de otras veces.
Os debo reconocer que no en pocas ocasiones, tengo la sensación de estar quedándome fuera de mi propio solar, entre consignas de los voceros liberales y de los cantos de sus sirenas al compás de pasodobles como… Entre flores, fandanguillos y alegrías.
San Fernando danos tu protección. Te pedimos guía y luz.
Luz para que no calle la lira, y guía para que desoigamos la embriaguez de la gaita, por mucho que estas las soplen los reaccionarios servidores de los pilatos liberales.
Santo Patrón te rogamos que las viejas y nuevas generaciones puedan seguir cantando, al son de una marcha triunfal, a la Patria, el Pan y la Justicia.
Te pedimos seguir la Cruz de tu espada capitán, y hacer el mérito de encontrar la gloria, y tras la lucha y la conquista, la derrota de los vende-patrias y vende historias.