En la cumbre del Mont Blanc.
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En la cumbre del Mont Blanc
Si bien es cierto que, durante el verano de 1942, los montañeros del Frente de Juventudes ya habían realizado una exitosa ascensión al monte Cervino (4.478 m.), situado en los Alpes, entre Italia y Suiza, no por ello cedió el empeño de éstos para conseguir nuevas metas. La Escuela de Guías Montañeros (EGM) de Barcelona, fundada pocos años después, supo recoger la herencia de aquella histórica centuria de montañeros llamada Pedro de Alvarado y, en la medida de sus posibilidades, superar su honroso historial; sus miembros tenían el firme propósito de avanzar en el conocimiento y prácticas de todas las actividades relacionadas con el montañismo.
Llegado el inicio del año 1964 y, estimando que tanto la preparación de los afiliados montañeros, así como el material disponible, ya permitían el logro de importantes objetivos deportivos, se dio comienzo a un estudio previo, que duró varios meses, con el fin de realizar una expedición a los Alpes que incluyera la ascensión al Mont Blanc, la cota más alta de la Europa occidental. Después de la oportuna selección del personal quedó constituida la expedición compuesta por diecinueve camaradas al mando de Pedro Urrea, director de la Escuela Provincial de Guías Montañeros de Juventudes, Alfonso Roca, administrador, y el doctor Augusto Castelló Roca, como médico del grupo.
Salieron de Barcelona, con destino a los Alpes, el día 2 de agosto de 1964, acampando, al día siguiente, en la población alpina de Chamonix. Se organizaron las consabidas cordadas, se realizaron las preceptivas prácticas... y, en cuanto el jefe de la expedición lo consideró oportuno, se inició la ascensión. Nuestros montañeros, bien adiestrados y con la moral muy alta ascendieron, durante la primera jornada, formando un compacto equipo, hasta el refugio de Gouter (3.815 m.), donde se pernoctó. A la siguiente jornada ya se realizó el ataque a la cumbre, para lo cual se formó una cordada compuesta por los camaradas montañeros: Manuel Miralles, Manuel de la Varga y Ricardo Vallverdú.
En la cumbre, como es lógico, se hicieron las preceptivas fotografías, se colocaron las banderas de la OJE, la de España y la de Francia, se emitió un mensaje por radio dando novedades a la jefatura de la expedición y, después de reponer fuerzas, se inició, cautelosamente, el descenso hacia Chamonix, donde llegaron nuestros montañeros, sanos y salvos, después diez horas de marcha.
Esta actividad, como es lógico, tuvo cierta repercusión en la prensa de Barcelona de la época y ello contribuyó al incremento del prestigio de nuestra Escuela. Las actividades de enseñanza y prácticas montañera continuaron durante bastantes años más, hasta que los hados del destino decidieron su extinción.