Huellas de nuestro paso

La música en las organizaciones juveniles.

La música ocupó un lugar destacado en los planes formativos del Frente de Juventudes, como factor aglutinante de esfuerzos y voluntades, y como vehículo más adecuado para transmitir a las nuevas generaciones los principios ideológicos del nuevo Estado y del Movimiento


Artículo publicado en el sitio web del Coro San Fernando, el 16 de junio de 2020. Nota.- Continuará en una segunda entrega. Escuchar todas las grabaciones del Coro San Fernando

La música en las organizaciones juveniles.


Las organizaciones juveniles

Durante treinta y siete años, en mayor o menor grado según las orientaciones políticas de cada etapa, las organizaciones juveniles inciden en la vida de millones de niños y jóvenes españoles. Esta incidencia se manifiesta mediante el encuadramiento y la formación que llevan a cabo las que sucesivamente se crean o se transforman. Las organizaciones fundamentales de la época son:

  • Organización Juvenil (OJ). Nace en 1937 de la fusión de las Organizaciones Juveniles de Falange Española de las JONS y de la Comunión Tradicionalista.
  • Frente de Juventudes. Se crea por Decreto-Ley de 6 de diciembre de 1940 e integra a toda la juventud española comprendida entre los 7 y 21 años de edad.
  • Falanges Juveniles de Franco. Dependen de la Delegación Nacional del Frente de Juventudes y en ellas ingresan aquellos niños y jóvenes que voluntariamente desean servir a España de acuerdo con la doctrina de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, aunque realmente la aportación doctrinal de la Comunión Tradicionalista a la formación del espíritu de esta organización es de escasa entidad.
  • Organización Juvenil Española (OJE). Surgida por la transformación del Régimen y la sociedad española de los años sesenta.
  • Sección Femenina de FET y de las JONS. Queda por último aludir a esta organización, cuyas juventudes también dependen de la citada Delegación Nacional, aunque conservando su personalidad y cierta autonomía.

El principal objetivo del Frente de Juventudes fue el dar a los jóvenes españoles una formación integral, objetivo que, obvia­ mente, se acentúa en el ámbito de las Falanges Juveniles de Franco, donde se instruyen los futuros mandos y líderes políticos del Movimiento. Al hablar aquí de formación no nos referimos a las enseñanzas de materias científicas y profesionales, que corresponden a los centros docentes públicos y privados, sino el moldeado del espíritu nacional en sus vertientes política, religiosa, cultural, física y premilitar. En todas estas áreas de conocimiento se manifiesta la necesidad de utilizar la música como factor aglutinante de esfuerzos y voluntades, y como vehículo más adecuado para transmitir a las nuevas generaciones los principios ideológicos del nuevo Estado y del Movimiento. En consecuencia, con estos postulados se tiende a que la música ocupe un lugar destacado en los planes formativos del Frente de Juventudes y en la mayor parte de sus actividades, especialmente en las de campamento, que se realizan al compás de toques de corneta, marchas y canciones que se oyen en todos los rincones de España.


Cancionero del Frente de Juventudes


En el contexto histórico y conceptual descrito nace y se desarrolla el Cancionero del Frente de Juventudes, espina dorsal de un repertorio melódico que se inicia con el ­­Himno de combate de las JONS, que aparece en su órgano de expresión La conquista del Estado en 1931. Este himno fue compuesto por el gran escritor Juan Aparicio y la música corresponde a un joven estudiante llamado José Guerrero Fuentes.

En esta primera canción, totalmente revolucionaria, encontramos ya los ingredientes ideológicos que en una u otra medida estarán presentes en el cancionero hasta la década de los sesenta. Si analizamos su texto veremos que, desgraciadamente, han vuelto a cobrar plena vigencia los males que llevaron a toda una generación a empuñar la armas en 1936, nos referimos a los versos que dicen:

Sobre un mundo cobarde y avaro sin justicia, belleza ni Dios,
impongamos nosotros la garra del imperio solar español
.

La segunda canción o himno revolucionario es el de las Milicias andaluzas de Falange, que debió cantarse por primera vez en 1934, y que curiosamente se reverdeció en los años setenta y ochenta, cuando ya el Régimen había roto totalmente con el pensamiento nacionalsindicalista y la monarquía liberal había sido o iba a ser restaurada. La letra de ese himno, como la de tantos otros, sufrió diversas modificaciones motivadas por los cambios políticos, entre ellas aquella estrofa que decía:

Viva, viva la revolución;
viva, viva, Falange de las JONS
fuera, fuera el Requeté,
viva, viva, Falange sin la T.

Tras disiparse la polvareda que levantó la Unificación de Falange y la Comunión Tradicionalista, la letra anterior se sustituyó por esta otra.

Viva, viva la revolución;
viva, viva, Falange de las JONS.
Muera, muera el capital;
viva, viva el Estado sindical.

A esta estrofa seguía otra contra la monarquía que terminaba con frases verdaderamente injuriosas contra la persona del rey, al que un amplio sector falangista consideraba responsable del retomo del sistema político anterior a la guerra. A las composiciones de carácter revolucionario citadas habrá que añadir el Himno de la Bandera Gallega de Falange, Centurias juveniles y Mi camisa vieja vestiré.


Música Patriótica


Está representada en los cancioneros por tres grupos de composiciones: las que exal­tan los valores patrióticos en general, como el Himno de los españoles patriotas o El canto de primavera, las que se centran en la ideas de España como Arriba España y España es mi canción, y las que cantan su gloria, su historia y la de sus hé­roes; este es el grupo más numeroso, al que pertenecen Sueños de imperio, Reina Isabel, Canción del Cid, Titán de España, relativa a la gesta de Hernán Cortés, Marchando, Juventud española e Isabel y Fernando, referida a los Reyes Católicos. Estas tres últimas composiciones se hallan entre las más conocidas por haberlas cantado miles y miles de españoles. Isabel y Fernando, también conocida como En pie camaradas, es quizá la más emblemática del grupo, de ella no conocemos quiénes fueron los autores, lo que sí sabemos es el día que se entonó por primera vez en público, fue el 4 de marzo de 1934 en el acto de fusión de las Juntas Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) y Falange Española, celebrado en el Teatro Calderón de Valladolid. Este histórico día terminó, como tantos otros de aquellos años, ya en la calle, con una batalla campal entre jonsistas y falangistas contra agitadores marxistas que intentaban a todo trance impedir la organización y el desarrollo de Falange Española y de la JONS. Al día siguiente el periódico Libertad, de esta última organización, publicó el texto de Isabel y Femando, alguna de cuyas estrofas, como la que reproducimos, recordarán muchos lectores:

En pie camaradas, siempre adelante
cantemos el himno de la juventud,
el himno que canta la España gigante,
que sacude el yugo de la esclavitud.

De Isabel y Fernando el espíritu impera.
Moriremos besando la sagrada bandera.
Nuestra España gloriosa nuevamente ha de ser
la Nación poderosa que jamás dejó de vencer.


Música religiosa


Junto a la formación del espíritu nacional, la religiosa ocupa dentro del Frente de Juventudes un lugar preeminente, aunque algún sector de la jerarquía eclesiástica no haya querido reconocerlo. La formación religiosa comprendía tanto los aspectos teóricos (conferencias, pláticas y máximas religiosas) como prácticos. Unos y otros, como es lógico, tenían un carácter permanente en las academias, escuelas, campamentos y albergues. Cada mañana, tras el acto de izar la bandera, el pater explicaba la máxima religiosa del día; a las horas de las comidas bendecía la mesa; al toque de Oración se arriaban las banderas y nuevamente el pater dirigía el rezo por el alma de los caídos por Dios y por España. En cuanto a las prácticas piadosas propiamente dichas, se centraban en la misa, a la que asistían todos los alumnos de las academias y escuelas del Frente de Juventudes y los acampados durante el verano. Los días laborables la asistencia a misa era volun­taria, como asimismo el rezo del Santo Rosario.

Otras prácticas piadosas de aquellos años cuarenta y cincuenta eran la visitas a los sagrarios el día de Jueves Santo (cuando éste todavía relumbraba como el Sol), la asistencia a formación en procesiones de Semana Santa, Corpus Christi o Santos Patronos de las ciudades o los pueblos cuando coincidían las fiestas de éstos con los turnos de albergues y campamentos. Para todas estas manifestaciones religiosas existía un repertorio musical que encontramos en diversos cancioneros de las Falanges Juveniles y de Sección Femenina. En el de 1947 figuran, entre otros himnos y cánticos religiosos, los siguientes: Oración al amanecer, Pange lingua, Himno eucarístico, Tantum ergo mozárabe, Misa de Angelis.

Otro aspecto importante que no hay que olvidar es el de las peregrinaciones y concentraciones en lugares emblemáticos de culto, como Cerro de los Ángeles (Madrid), Basílica de Loyola (Guipúzcoa) o Javier (Navarra). Entre las peregrinaciones más importantes recordamos la de Santiago de Compostela y la del Pilar de Zaragoza. A estos dos puntos se dirigían en marchas por etapas a pie los jóvenes que se hallaban acampados en un radio a veces de 100 o 150 kilómetros alrededor de la basílica, donde tenían lugar las concentraciones. En estas peregrinaciones aprendimos a cantar, entre otras composiciones, el Himno eucarístico, el Himno de la Virgen del Pilar, que durante la década de los cuarenta alcanzó una gran difusión en toda España, y el Himno de san Ignacio de Loyola o de la Compañía de Jesús, que por cierto nos agrada por sus acentos marciales muy del gusto de la época.


Música militar


El tercer pilar sobre el que descansaba todo el proceso formativo de la juventud era el de la instrucción premilitar, que arrancaba de la época fundacional de las Organizaciones Juveniles (OO. JJ.) y se acentúa, como es natural, en los años de la guerra. En ellos, posiblemente la principal función de la Organización Juvenil es la de preparar concentraciones y desfiles, cuya finalidad estribaba en levantar la moral de la población civil con sus bandas de cornetas y tambores, sus músicas y sus canciones llenas de ardor, alegría y entusiasmo.

El repertorio de estos años está compuesto por canciones de marcha, forma poético-musical que, nacida probablemente en el seno de las juventudes italianas fascistas de los años veinte, se extienden con toda rapidez a todos los movimientos nacional-revolucionarios de Europa, siendo Italia, Alemania y España quienes cultivan con mayor intensidad esta nueva forma.

También abundan las marchas e himnos propiamente militares, como los cantos legionarios, el Himno de la Academia de Infantería y los pasodobles y marchas tradicionales como Los voluntarios y San Marcial, que son interpretados por las bandas de música de Falange y los Tercios de Requetés. El cancionero juvenil de los años de guerra gira en torno a dos temas primordiales: la exaltación de los valores del nacionalsindicalismo y la rememoración de los hechos más gloriosos de nuestra Cruzada. Entre los primeros cabe destacar Bajo las banderas imperiales, Flechas y yugo de las JONS y Por España seguiré luchando, pero in­dudablemente los que alcanzaron mayor popularidad fueron Canción del flecha y Canción del falangista.

La primera de estas composiciones fue escrita por el lite­ rato y poeta falangista Agustín de Foxá, posiblemente en 1939; desconocemos el autor de la música, pero pensamos que pudo ser Juan Tellería, el mismo compositor que puso música al Cara al sol. La canción del flecha es una de las que a nosotros más nos impresionaron y, posteriormente, algo creciditos, nos hicieron reflexionar. Todavía sesenta años después hemos seguido oyendo esos hermosos versos que dicen:

¡En pie, flechas de España!
Falange es victoriosa.
Dame el fusil pequeño,
que suena ya una clara voz:

Para que tú crecieras
sobre una Patria hermosa
tus hermanos mayores
cayeron cara al sol
.

En unos años en que jugábamos a la guerra y que nuestra mayor ilusión era que nos regalasen una espada, un fusil y unos soldaditos de plomo, y que nuestros padres y hermanos mayores acababan de venir del frente o iban a la guerra enrolados en la División Azul, estos versos tenían que incidir forzosamente en nuestro espíritu y dejar una huella imborrable.

En cuanto a Canción del falangista, que también ha superado el paso del tiempo, también nos impresionó profundamente la primera vez que la oímos, pues evoca igualmente sentimiento e imágenes imborrables para nosotros. La madre, la bandera y, sobre todo, las ideas de Patria y Justicia. Esta magnífica canción fue escrita y puesta en música por Fernando Moraleda, y, aunque figura en el Cancionero con la fecha de 1942, pensamos que también debió componerse entre los años 1938 y 1939. El gran cantante de ópera Miguel Fleta, al que en aquellos años se llamó «el tenor de la Falange», fue el que popularizó en toda España esta magnífica y bella canción.


Nota.- Continuará en una segunda entrega.


Reproducción completa del libro Cancionero de Juventudes,
de la editorial Doncel