Una entrevista de González Ruano a José Antonio
Esta entrevista tenía como motivo la candidatura presentada por Primo de Rivera a diputado, por Madrid, al Parlamento en las elecciones del 4 octubre de 1931, para cubrir un escaño vacante.
Publicado en La Razón de la Proa (LRP), en marzo de 2022. Recuperado para ser publicado de nuevo en enero de 2024. Solicita recibir el boletín semanal de LRP.
Una entrevista de González Ruano a José Antonio que no figura en las 'Obras completas'
El escritor y periodista César González Ruano (1903-1965) realizó tres entrevistas periodísticas ━o interviús, como se decía años atrás━ a José Antonio Primo de Rivera.
La primera, el 11 de marzo de 1930, que apareció publicada dos días después, con mutilaciones debidas a la censura (en especial, fue censurada la parte dedicada a relatar las bofetadas entre José Antonio y el general Queipo de Llano), en el diario republicano de izquierdas El Heraldo de Madrid. Esta interviú fue reproducida íntegramente (es decir, sin las omisiones ocasionadas por la censura) en el libro de González Ruano El momento político de España a través del reportaje y la interviú (CIAP, 1930).
La tercera, según el orden cronológico, fue publicada en el diario alfonsino ABC del día 11 de abril de 1934, efectuada dos horas después del atentado contra el líder de Falange, cuando este abandonó el juzgado donde ejerció la acusación privada contra los procesados por el asesinato del joven falangista (15 años) Jesús Hernández.
Estas dos entrevistas se hallan recogidas en las Obras completas de José Antonio. Nos referimos a la última versión (que es la más exhaustiva, rigurosa y con notas a cargo del recopilador Rafael Ibáñez Hernández), la que editó Plataforma 2003 el año 2007. Esta versión, aun siendo la más rigurosa de todas, adolece de ciertos defectos, por otra parte, inevitables en una obra de esas características (1800 páginas). Así, por ejemplo, incluye el ensayo Aristocracia y aristofobia (pp. 1115-1120), «cuando el verdadero autor fue su hermano Miguel, como fácilmente se podría comprobar por la gran diferencia de letra en ambos», según afirma Jorge Bonilla en su libro La historia no contada de los Primo de Rivera (Espasa 2016). Bonilla fue secretario personal y administrador de Miguel Primo de Rivera y Urquijo (sobrino de José Antonio). Ibáñez también incluye el artículo Justificación de la violencia (pp. 1498-1499), aparecido en el órgano clandestino de Falange No Importa (6-VI-1936), cuando el autor fue Julio Ruiz de Alda, según asevera su hermano Pablo, en la Obra completa (Ediciones FE 1939) de julio. En la versión de las Obras de José Antonio, editadas por la Sección Femenina en 1970, no aparece el repetido artículo. Por ello, notamos a faltar en la edición de 2007, una nota a pie de página explicativa de los motivos por los cuales el compilador considera que su autor es el fundador de FE.
Existe una segunda entrevista de González Ruano, publicada en el número 99 de la revista de información general Crónica, correspondiente al día 4 de octubre de 1931, que no figura en las citadas Obras completas. Esta entrevista tenía como motivo la candidatura presentada por Primo de Rivera a diputado, por Madrid, al Parlamento en las elecciones del 4 octubre de 1931, para cubrir un escaño vacante. No obtendría el acta al ser derrotado por el candidato de la conjunción republicano-socialista, el catedrático de la Universidad de Madrid Manuel Bartolomé Cossío.
Seguidamente, reproducimos la entrevista...
Una candidatura sentimental
Hablando con José Antonio Primo de Rivera
El once de marzo de 1930 me entrevistaba yo con don José Antonio Primo de Rivera y Saénz de Heredia, primogénito del marqués de Estella. Y la conversación con él tenida ━respetuosa, digna━ se publicaba al día siguiente en Heraldo de Madrid, periódico no sospechoso en su ideología izquierdista, periódico que era mi periódico y que daba una pública prueba de buen sentir caballeresco.
Me alegra mucho hoy poder aducir prueba como ésta, irrefutable, para salir al paso de las torpes malicias posibles que no quisieran entender la objetividad, la imparcialidad de visitarle hoy en estos momentos específicos de general intransigencia, cuando en torno a su figura se concentra la mirada actualista convirtiendo a este joven en blanco vivo de fobias y de filias.
Varón mayor de su casa, José Antonio Primo de Rivera presenta una candidatura a diputado a Cortes con carácter de digna urgencia sentimental. Quiere defender, como primogénito del difunto general dictador de España, la memoria de éste, que para él ha de ser cosa sagrada. Y sería muy vil, muy miserable, sean cualesquiera nuestras ideas políticas, negarle la consideración y el respeto que se le debe.
* *
Tiene su despacho de abogado el joven candidato en el piso bajo de la misma casa donde vivió su padre, en la calle de los Madrazo.
Al entrar, un extraño revuelo en el amplio zaguán. El portero ━el mismo portero que vio arribar al poder a don Miguel Primo de Rivera━ va, viene, con solicitud que se me antoja de gozo melancólico. ¿Es el «decíamos ayer» de este hombre sencillo, vinculado a los Primo de Rivera, liberales de trato en su cordial y democrático señorío andaluz?
En las habitaciones de la casa el mismo hervor. Me cuesta algún trabajo llegar hasta la mesa, frente a la que está sentado este José Antonio Primo de Rivera.
━Viene usted siempre en los momentos de riesgo, de «vacas flacas» ━me dice sonriendo.
━Lo mismo podían decir los hombres del primer Gobierno de la República. Son los momentos en que mejor se puede venir… ¿Y toda esta gente?...
━Una gratísima sorpresa, amigo Ruano. He encontrado, cuando según el escepticismo tradicional debía de ser todo lo contrario, cuatrocientos hombres dispuestos a servir generosamente mi causa romántica en las mesas de los colegios electorales. Confieso que no lo esperaba…
Hay en él una fuerte juventud. José Antonio Primo de Rivera es alto, fuerte, los ojos claros, la expresión noble, ingenua casi, que me parece incapaz de ninguna doblez.
━Pero vamos a ver, José Antonio, ¿cómo se presenta usted? ¿Con esa denominación que no denomina de independiente?
━¿Y cómo, si no?
━Es que la pregunta obligada surge de un modo inevitable. ¿Es usted monárquico? ¿Es usted republicano? ¿Se acerca usted al socialismo, al comunismo? ¿Ha soñado usted, tal vez, con un renacimiento nacionalista? ¿Acaso?...
Me ataja con un ademán. Y luego:
━Dejemos esto…
━¡No, no!... ¿Cómo diablos lo vamos a dejar?
━Dejándolo… Casi no puedo decir lo que soy… Entre estudiar y asomarme apenas al momento español se me han ido estos años. Tengo veintiocho, una inquietud, quizá la larva de un sentido político… Apenas nada en concreto. Además, le doy mi palabra de honor de que para nada me hubiera metido en política, y que en mucho tiempo, quizá en toda la vida, se me hubiera ocurrido tal cosa, de no ser con este motivo de hoy. El presidente del Gobierno de los «otros seis años inicuos», de las «francachelas», de los «atropellos», de los «negocios», de todo aquello…, era mi padre.
Se hace un momento difícil. Estamos sentados junto a un retrato del general Primo de Rivera. Yo no puedo ━ni quiero━ disimular cierta emoción. Como hijo que enterró no hace mucho, en una tarde fría, a su padre, pienso que también yo dedicaría a una causa así toda mi vida sirviendo la bella y patética empresa.
━La memoria de mi padre, acusada por todas las imprecaciones, por todos los odios, tendrá cuatrocientos acusadores en las Cortes y ni un solo defensor. ¿Responsabilidades? Sí, hasta para él, aunque esté enterrado. Pero que alguien pueda salir en su defensa. No creo que por mucho apasionamiento que pueda existir se pretenda dejar sin defensa a un hombre que no quiso ser cruel, que lo dio todo, equivocado o no, por su patria, que dio por España hasta su vida.
━¿Y esa defensa piensa usted hacerla extensiva a los demás hombres de la Dictadura y que colaboraron con ella?
━A todos los que la necesiten.
━¡Claro! Es verdad que muchos de los que colaboraron con la Dictadura no necesitan en estos tiempos defensa…
* *
Hablamos de otras cosas. Del famoso archivo secreto.
━No quisiera hablar de esto ━me dice━. Podría confundirse con un gesto pueril, con una amenaza poco noble. No sería nada llevar pleitos personales a las Cortes si llego a ellas. Allí hablaría de cosas más fundamentales, de un público interés. Allí hablaré, por ejemplo, de las famosas acciones del ferrocarril Ontaneda-Calatayud. Acciones que no se repartió nadie por una razón: ¡porque no existieron! En esto y en otras cosas habría notables sorpresas. ¡En fin, ya veremos!
Me despido de joven Primo de Rivera, que hoy tiene sobre sí una misión difícil y patética que cumplir. Al salir contemplo una vez más la figura del dictador en el cuadro. La figura de aquel hombre apasionado y españolísimo, que siendo tantas veces injusto no quiso ni pudo ser cruel jamás…