José Antonio como amante
Es cierto que José Antonio amaba la poesía y «fue un poeta», nos dice Salvador de Madariaga, y un político que amaba la poesía y a su Princesa Roja.
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La farsa de una escritora
Después de haberlos leído suelo guardar algunos artículos que, por distintos motivos, me pueden interesar. En ocasiones suelo estar de acuerdo con su contenido y en otras no, Hace pocos días, revisándolos de nuevo, me encontré con uno, que firmaba la burguesa Carmen Gómez Ojea publicado en el diario, antaño falangista, La Nueva España.
Esa repelente mujer sigue por ese camino casi todo su artículo, y más adelante añade: «Su relación sentimental, carnal, amorosa o de amistad comenzó porque el jefe de Falange amaba la poesía y el escritor andaluz la hacía…». Es cierto que José Antonio amaba la poesía y «fue un poeta», nos dice Salvador de Madariaga, y un político que amaba la poesía y a su Princesa Roja, nos dice Javier R. Portella, un joven militante del Partido Comunista, que le bastó poner los pies al otro lado del Telón de Acero (Hungría y Rumanía, 1971-1972), para ponerlos tan pronto como pudo en polvorosa. Pero lo que jamás José Antonio fue un homosexual como nos lo quiere pasar de contrabando Gómez Ojeda.
A esta basta escritora le recomendaría que leyera un poco. Por ejemplo: que comenzara con esa Princesa Roja, que citan varios autores, incluido Manuel Azaña. Esta mujer, que se llamaba Elizabeth Bibesco, hija del primer ministro británico Lord Asquith, y esposa del príncipe rumano Antoine Bibesco, embajador entonces de su país en Madrid que es donde ella lo conoció y se enamoró de José Antonio.
José Antonio tenía dos amantes
El periodista José Antonio Martín Otín recoge en su libro El hombre al que Kipling dijo sí, las siguientes palabras:
«Lo que voy a decir ̶ dijo Aguado en tono solemne ̶ jamás lo conté antes aun cuando lo sabemos varios. José Antonio tenía dos amantes, una soltera, la otra no. Eso aparte de algunos idilios más o menos conocidos. Hagan el uso que quieran de los que acabo de decirles. Y digan que se lo escucharon a Emiliano Aguado».
Pero si existían esos documentos, eso fue lo que ocurrió. Uno de ellos era un telegrama que recibe José Antonio, fechado en París el 20 de febrero de 1936, firmado por Elizabeth Bibesco, y que ella se lo envía después del triunfo electoral del triunfo del Frente Popular. El contenido de telegrama decía: «Je pensé à toi. Love» [Pienso en ti. Amor]. José Antonio lo guarda y ya en la cárcel le escribe una carta después de casi un mes pues lleva fecha 17 de marzo de 1936.
A esta carta sus biógrafos la dan como auténtica, pero a mí me ha llamado la atención que esté escrita con máquina de escribir y no parece muy normal que a los tres días de estar en la cárcel ya dispusiera de ese tipo de máquina. El primero en reproducirla, más tarde la copiarían otros, es José Antonio Martín Otín en su libro ya citado. Está escrita en inglés y a continuación traducida al español. Reproducimos las primeras líneas:
Este papel, como podrás ver, no es el papel que te disgusta, con la corona y Estella debajo. No hay corona ni papeles decorados porque, imagina qué situación tan romántica, estoy en la cárcel. Este pobre Asana [se refiere a Manuel Azaña] es un perfecto orate. ¿Cuánta gente puede entenderle en esa inhóspita España? Fuera de ti y de mí, muy pocos. Pero tú no estás en España ahora y este idiota me pone en prisión en vez de llamarme para tener rápidamente una conversación. Éste es el único aspecto que lamento (sic); por lo demás la vida en prisión (sic) es bastante deliciosa: sin teléfono, sólo una hora de visitas cada día, las horas restantes pasan despacio, la primavera comienza a poner verde los grandes árboles de La Moncloa y la Dehesa de la Villa (que veo frente a mis ojos mientras escribo, a través de una ventana grande y soleada) y tiempo para hacer de todo; gimnasia, leer, escribir (ya verás la preciosa novela que preparo), jugar al ajedrez…
Pero el gran amor de su vida, reconocido por todos sus biógrafos, fue la duquesa de Luna, Pilar Azlor de Aragón. Por eso yo recomendaría a Carmen Gómez Ojeda, ominosa mujer, que leyera un poco más sobre José Antonio Primo de Rivera porque, como escribió Eugenio Montes en el diario Arriba, por mucho y malo que digan o escriban de él nunca será ceniza, porque ha trascendido a una arquetípica actitud ante lo humano.
Avance comercial del musical Mi princesa roja (2015)
Lectura recomendada. Publicado en el diario digital La Razón. 2/11/2019
Las tres novias del galán José Antonio
- Nunca pasó por el altar, pero ellas fueron las únicas que sacaron a la luz la debilidad del fundador de la falange, un hombre al que aún rodea un aura de misterio.
Pese a ser uno de los personajes más estudiados en la historia de España, la aureola mítica con la que se ha cubierto a José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, fundador de la Falange Española, desvirtúa su eminente figura de «un hombre como todos los hombres», en palabras de su hermana Pilar. José Antonio fue, como recordaba Pilar, un hombre «capaz de debilidades, heroísmos, caídas y arrepentimientos». Un hombre, muy hombre, en toda la extensión del término, que supo amar como el que más a una mujer en especial. Flaco favor han hecho a su legado quienes, creyendo rendir con su sigilo el mejor tributo al biografiado, callaron sus conquistas sentimentales y exageraron otros detalles de su vida.
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Cristina de Arteaga, Pilar Azlor de Aragón y Elizabeth Bibesco.