El trabajo y la lucha de clases
El sitio web Filosofía en español [filosofia.org] que mantiene la Fundación Gustavo Bueno, [fgbueno.es] acaba de subir a las redes el contenido del libro que lleva por título el arriba indicado, publicado en el año 1939 (en 2ª edición, que es la manejada) y que al parecer ha sido adquirido recientemente en una librería de viejo del Estado de California en EE.UU.
El contenido del mismo recoge unas palabras de José Antonio Primo de Rivera pronunciadas en el Círculo de la Unión Mercantil donde vuelve a citar a Juan Jacobo Rousseau y su libro El contrato social, que quiere negar la de aquellas autoridades recibidas tradicionalmente o por una designación que se suponía divina o por una designación que en la tradición se apoyaba. Él quiere negar la justificación de esos poderes y quiere empezar la construcción de nuevo sobre su nostalgia de la libertad.
Dice, sigue explicado José Antonio, el hombre es libre, el hombre por naturaleza, es libre y no puede renunciar de ninguna manera a ser libre, no puede haber otro sistema que el que él acepte por su libre voluntad; a la libertad no puede renunciarse nunca, porque equivale renunciar a la cualidad humana; además, si se renunciara a la libertad se concluiría un pacto nulo por falta de contraprestación, no se puede más que ser libre…
Más adelante añade: desde el punto de vista social va a resultar que sin querer voy a estar de acuerdo en más de un punto con la crítica que hizo Carlos Marx. Como ahora, en realidad desde que todos nos hemos lanzado a la política tenemos que hablar de él constantemente, como hemos tenido todos que declararnos marxistas o antimarxistas, se presenta Carlos Marx por algunos, desde luego, por ninguno de nosotros, como una especie de urdidor de sociedades utópicas. Incluso en letras de molde hemos visto aquello de «los sueños utópicos de Carlos Marx».
Sabéis de sobra que si alguien ha habido en el mundo poco soñador, éste ha sido Carlos Marx. Implacablemente, lo único que hizo fue colocarse ante la realidad viva de una organización económica, de la organización inglesa de las manufacturas de Manchester y deducir que dentro de aquella estructura estaban unas operando unas constantes que acabarían por destruirla. Esto dijo Carlos Marx en un libro formidablemente grueso, tanto que no lo pudo acabar en vida, pero tan grueso como interesante…
Y José Antonio finalizo su charla con estas palabras: así pues, en la desarticulación del orden capitalista, lo más fácil es desmontar el capitalismo rural; lo inmediatamente fácil desmontar el capitalismo industrial. Pero como Dios está de nuestra parte, resulta que en España apenas hay que desmontar el capitalismo industrial porque existe muy poco, y en lo poco que hay, aligerando algunas cargas constituidas por consejos de administración lujosos, por la pluralidad de empresas para servicios parecidos, y por la abusiva concesión de acciones liberadas, nuestra modesta industria recobraría toda su agilidad y podría aguardar relativamente bien durante esta época de paso. Quedarían para una realización inmediata, la nacionalización del crédito y la reforma del campo.
He aquí por qué España, que es casi toda agraria, rural, se encuentra: con que este periodo de liquidación del orden capitalista, está en las mejores condiciones para descapitalizarse sin catástrofe. He ahí por qué, no por vana palabrería, contaba con esta razón al decir que la misión de saltar por encima de la invasión de los bárbaros y establecer un orden nuevo, era una misión reservada a España. Dos cosas positivas habrán, pues, de declarar quienes vengan a alistarse en los campamentos de nuestra generación: primera, la decisión de ir progresiva, pero activamente, a la nacionalización del servicio de banca; segunda, el propósito resuelto de llevar a cabo, a fondo una verdadera ley de reforma agraria.
También habló aquel día Raimundo Fernández-Cuesta que dijo que Falange defendía la propiedad privada en cuanto es inherente al hombre e inseparable de él, ya que tan absurdo es atribuir el producto del trabajo de cada uno a la comunidad como repartir el de todos entre unos cuantos privilegiados. Pero la propiedad que merece nuestro respeto ha de ser real concreta, tangible, representada por cosas que se conservan por tierras que se trabajen por instrumentos que se utilicen en empresas fecundas y nacionales que asientan al hombre sobre bases fijas y permanentes.
Nunca especulativa, ficticia, formada por títulos bursátiles anónimos e internacionales que convierte al hombre en el capitalista desarraigado sin patria y sin conciencia y es el verdadero verdugo del trabajador y del pequeño terrateniente, propietario industrial o comercial, es decir, de todos aquellos que lejos de utiliza el capital como instrumento de dominio lo emplean en servicios del trabajo y de la producción…
Por último tomó la palabra Julio Ruiz de Alda que habló de la repoblación forestal que ha de ser el índice del resurgimiento de España. El día que comiencen –dijo– los yermos a cubrirse de árboles habremos, sin duda, logrado iniciar la marcha ascendente de nuestra Patria. Para esta gran tarea de formar una de las más fuertes bases de la riqueza nacional serán movilizadas patrióticamente las juventudes. En una palabra, podría resumirse así cuanto es preciso hacer por el campo: apostolado. Es necesario comenzar un verdadero apostolado entre los hoy desheredados campesinos que ha de consistir en enseñarles con cariño y cordialidad en fortalecer los Sindicatos…
Hay también unas palabras de Franco que se refiere a la España Nacional que lucha por la unidad y el engrandecimiento de la Patria, salvándola de la desmembración y de la muerte…
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