El crimen fue en Granada
Artículo recuperado de mayo de 2020. Solicita rcibir el boletín semanal de La Razón de la Proa.
El crimen fue en Granada.
Así titula Antonio Machado el poema que dedicó a Federico García Lorca después de que se cometiera aquel crimen el 18 de agosto de 1936.
Estos son los primeros versos que el poeta sevillano dedicó al poeta granadino después de haber sido abatido por las balas del rencor y del odio.
Las mismas que meses más tarde acabaron con la vida de José Antonio Primo de Rivera, sin que ninguno de los dos mereciera la muerte que tuvieron.
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle a la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
–sangre en la frente y plomo en
las entrañas–
…Que fue en Granada el crimen
sabed –¡pobre Granada!– en su
Granada.
Antes, de este bello poema de Machado, el falangista Luis Hurtado Álvarez, bajo el título A la España imperial le han asesinado su mejor poeta, publicó un largo artículo que a través de la Jefatura Nacional de Prensa y Propaganda de las JONS, que se encontraba en Salamanca, hizo llegar a todos los medios posibles que se encontraban bajo el control de Falange. Y su autor escribía, entre otras cosas «Tenías que morir… Eras poeta. Como en tu Elegía a doña Juana la Loca»:
Granada era tu lecho de muerte
los cipreses tus cirios,
la sierra tu retablo.
Granada era tu lecho de muerte
la de las torres viejas y del jardín callado…
El artículo llegó a publicarse el 28 de marzo de 1937 en el semanario falangista Antorcha de la localidad de Antequera. La profesora María Silva López-Gallegos escribe que se publicó también en la Voz de las CONS. Y el historiador Carlos Rojas, cuenta que asimismo se publicó en Unidad de San Sebastián.
La difusión del artículo en un medio Antequera, hizo que el comandante militar de esta localidad, nombrara un juez militar para depurar las responsabilidades contraídas por difundir en el semanario citado, un artículo injurioso –según su opinión– para las instituciones armadas, y cuyo artículo, seguía diciendo, no había sido sometido a la previa censura.
Por este motivo, se procedió a la detención del falangista Nemesio Sabugo Gallego, catedrático de Instituto y director del semanario. Se le acusaba de ser máximo responsable de haber publicado en ese medio el artículo firmado por Luis Hurtado Álvarez, que terminaba con estas palabras:
«Tu cuerpo ya es silencio, silencio nulo y sombro; pero sigues viviendo intensamente vivo, en las formas que laten y en la vida que canta. Apóstol de la luz y de la risa. Andalucía y Grecia te recuerdan. ¡Arriba España!».
En su declaración ante el juez manifestó que la procedencia de la copia del original le había sido remitida por la Jefatura Nacional de Prensa y Propaganda de las JONS, y cuyo escrito recibió en pliego cerrado procedente de Salamanca, sin que recordara si el sobre había sido visado por la censura; pero que recuerda perfectamente que una vez hecha la tirada ordenó se enviasen dos números a la Comandancia Militar, donde en aquella época se encontraba la oficina de la censura.
A las preguntas que le formularon si conocía el paradero del autor del artículo, así como si por referencias conocía la fecha de la muerte del poeta, contestó que respecto a la primera solo sabía que es colaborador de la Agencia de Colaboración que funciona en Salamanca y que era una sección, repite de nuevo, de la Jefatura Nacional de Prensa y Propaganda de las JONS. En cuanto a la segunda pregunta respondió que aun cuando ha leído algo de este autor, no conocía ni la fecha de su fallecimiento ni la ideología política y religiosa del mismo.
Finalmente el juez comunicó al Comandante Militar de la plaza que el autor del artículo, Luis Hurtado, fuera detenido. Detención que no se llevó a cabo porque la búsqueda del citado falangista resultaron negativas después de las oportunas averiguaciones practicadas por las fuerzas a fin de conseguir el punto de Salamanca en que pudiera encontrarse, pero no figuraba en ninguno de los cuarteles de esa ciudad en donde se alojaban las milicias y que era la capital desde donde, según declaraciones de Nemesio Sabugo, se había distribuido el artículo.
De todas las maneras, pocos días más tarde de lo ocurrido en Antequera, el falangista Francisco Villena en el diario Amanecer de Zaragoza publicó un artículo, el 3 de abril de 1937, donde escribe que...
«El Imperio ha perdido su mejor poeta. Ahora sí que podéis pregonar que la poesía de García Lorca huele a tierra mojada…».
Y termina con este largo párrafo que, por su interés, nos atrevemos a trascribir en su integridad:
«Pero no lloréis más, pacíficos artesanos y buenas mujeres, no lloréis aunque veáis la mirada fría de Federico clavada en la pared: el poeta se ha ido, pero nos ha dejado la semilla con la que otros poetas moverán a nuestra joven Patria.
¡Marxistas blancos! No os conmueve otra cosa que la melodía pagana del oro al ritmo de la bolsa del gran mundo; danzad y repetid fuerte vuestro estribillo: ‘¡con la poesía no se vive!’; gritad hasta que quede la huella de vuestro insulto en el alma del Romancero; rugid prestos, que pronto vuestros días se cambiarán y se tornarán negros; ya os llegará el dolor contra el que no prevalecen las fronteras del metal y entonces diréis a los poetas arrastrándoos antes sus pies: ‘¡Por caridad, un poco de poesía, un poco de fe..., una oración, por el amor de Dios!’ Porque sabed, ciegos mercaderes, que la poesía es la oración de los pueblos que tienen fe para pedir al Señor su Dios. Seguid, si queréis, desdichados, como aquellos últimos moros de Granada, edificando alhambras, fabricando tejidos y aromas para comprar vuestra libertad; pero no privéis a nuestro pueblo un llanto de la poesía que necesita.
Vamos, pues, presto, que la tarde está al caer y el andar tendrá que ser parco, pues el camino es largo y en él hay guijarros al igual que lodo. Nuestro primer poeta Imperial que marche delante marcando la ruta de nuestra épica azul, que para la primavera tenemos que tener soldados que sean poetas con espadas.
Esta es la historia, amigos, mas quiero que no olvidéis que ella no es leyenda, que es una historia reciente que vio la Alhambra y que veremos continuar hasta que nuestra Revolución Nacional-Sindicalista imponga el amor, como método más humano de convivencia».
Granada, la Granada de García Lorca, fue su lecho de muerte. El poeta, afrontó la misma, con serenidad, cara a cara. Antes lo había reflejado en sus versos que, a modo de Despedida, escribió:
Si muero, dejad el balcón abierto.
El niño come naranjas. (Desde mi balcón lo veo)
El segador siega el trigo. (Desde mi balcón lo siento)
¡Si muero, dejad el balcón abierto!
Doce canciones de Federico García Lorca... escucharlas todas
Federico García Lorca grabó para La Voz de su Amo, en 1931, cincos discos gramofónicos con diez temas en total (dos por disco, y una canción por cara), perteneciendo a su colección de Canciones Populares Antiguas. Todos los temas fueron recogidos y armonizados por Lorca, así como de autoría originalmente popular, que han sobrevivido en el tiempo gracias al poeta. El propio García Lorca tocaba en ellos el piano, acompañando a la bailarina/bailaora y cantante la Argentinita, quien cantaba, tocaba las castañuelas y taconeaba.