Nuestra memoria

El FES, la ortodoxia falangista (y II)

Conferencia pronunciada por Francisco Blanco Moral en el local de la Vieja Guardia, en Madrid, el 12 de enero de 2018.


Publicado en la Gaceta de la FJA, núm. 342, de marzo de 2021. Ver portada de la Gaceta FJA en La Razón de la Proa. Recibir actualizaciones de La Razón de la Proa (un envío semanal).​

El FES, la ortodoxia falangista (y II)

Viene de esta entrada anterior (del punto 1 al 4)


5.-Falange sí, Movimiento no.

Hacia 1955 según Paul Preston el general Franco consideraba que los ideales de José Antonio Primo de Rivera estaban plasmados en los fundamentos de su régimen. En esa línea y veinte años más tarde una de las figuras más representativas del francofalangismo, José Antonio Girón de Velasco manifestaba su convencimiento sobre el influjo benefactor que el falangismo había suministrado al régimen:

«Entiéndase bien esto: La Falange como tal organización resultó asfixiada por la contienda civil, pero mantuvo su doctrina, su influencia, su espíritu y su presencia activa en el Nuevo Estado, del Estado que nacía de la razón histórica del 18 de Julio. Su fuerza doctrinaria, dialéctica y humana al concluir la contienda combatían en vanguardia ciento treinta banderas de voluntarios) colaboró, abiertamente, a la constitución del Movimiento Nacional que, de no haber contado con ese cuerpo de doctrina hubiera quedado reducido a un nobilísimo y heroico esfuerzo frente a la disolución de la Patria, acaso, malogrado por la ausencia de una fe civil colectiva, de una ilusión que sacase de sus casillas a un pueblo absorto o derrotado por tanto años de negaciones y amarguras

Referencia al 18 de Julio y al Movimiento que eran vistas desde el FES de manera bien diferentes. El 18 de Julio y el Movimiento en el análisis de Antonio Hermoso, otro de los responsables principales de la organización, no eran precisamente las mismas que las del exministro de Trabajo:

«Ni condenamos el Alzamiento como pretendido causante de la ruptura hipotética del régimen democrático, ni lo encomiamos como pretendida nueva era ni esperanza para una nueva España.»

«Estábamos hartos del permanente obstruccionismo que el régimen hacía a todo leve intento de organización falangista y estábamos sobre todo hartos de que no contentos con el secuestro de nuestros símbolos el régimen utilizase para enlodarlos con sus contradicciones internas el rico legado ideológico y moral que José Antonio nos dejara. No podíamos ser joseantonianos ni conmemorar fechas históricas sin protestar, con rabia quizás en ocasiones, que eso que se arropaba con los colores falangistas no solo no era un régimen falangista sino que por sus directrices éticas, teníamos que considerarlo como enemigo directo de cuanto José Antonio nos había dicho que debía ser la conducta política que deberíamos adoptar…»

«El grupo al que represento no ha cejado en su esfuerzo por rescatar el pensamiento de José Antonio del basurero ideológico en el que lo arrojó el Movimiento nacional

Desde los primeros momentos el Movimiento Nacional, FET y de las JONS, estuvo en el punto de mira del FES que acuñó como eslogan favorito el de Falange sí, Movimiento no. Los actos rituales conmemorativos de la fundación de la Falange o del fusilamiento de José Antonio contaron con la presencia del FES en un afán de boicotear aquello, provocar incidentes o realizar actos paralelos “al margen del aparato oficial”. Los incidentes por la salida de la corona desde la Cuesta de Santo Domingo llevaron a trasladar el acto a las afueras de Madrid lo que no era obstáculo para seguir allí con el boicot, reparto de propaganda, enfrentamientos con asistentes francofalangistas e intervención de la policía.

El funeral por el alma de José Antonio se celebraba en la iglesia de San José, esquina calle Alcalá con Gran Vía el 20 de Noviembre, y el de Matías Montero en Corazón de María, Marqués de Urquijo el 9 de Febrero. Eran también una constante los incidentes a la salida, el canto del Cara al sol, la panfletada ritual y el Viva la revolución que daba comienzo –siempre– a la actuación policial de dispersión. Aquello, esporádicas detenciones y el apaleamiento de rigor daban sentido del activismo que veía dirigirse contra ellos la represión del Estado. Se sentían la Falange perseguida por el hecho de estar desenmascarando la farsa falangista del régimen.

Cuando se sometió a referéndum la ley orgánica en 1966 del Estado en donde el FES solicitó el voto negativo se distribuyó un escrito titulado Carta de un falangista al jefe del Estado en donde Hillers, sin que su nombre apareciera, criticaba la decisión tomada y calificaba de burla la consulta. Varios falangistas, entre ellos el propio Hillers fueron detenidos. El Movimiento, por supuesto, hizo la campaña a favor del sí y en la carta referida ya se avisaba de que el anonimato de la misma no impediría que miembros del Movimiento denunciaran a sus autores.

De mayor resonancia y en opinión del FES causado por ellos fue la suspensión del acto en el teatro de la Comedia en donde se conmemoraba la fundación de la Falange. Gritos e insultos contra el ministro secretario Solís, reparto de propaganda, enfrentamientos físicos entre los asistentes… propiciaron el traslado conmemorativo al Consejo Nacional al Palacio de la Marina Española

Desde la Delegación Nacional de Juventud y con la influencia de otros organismos de defensa del estado se montaron a principios de los 70 albergues y campamentos con fines de formación de una especie de frente antisubversivo (Santa María del Buen Aire, primer rolde nacional de proyección en Onda, Castellón, seminario en el castillo de San Servando en Toledo) que contaron con la participación-infiltración de militantes del FES y su actitud contraria por el carácter reaccionario que representaba aquello. Además de obstaculizar el desarrollo programado, se intentaba la captación de asistentes. El comunismo era enemigo pero la revolución falangista, escamoteada por el régimen, era el mejor antídoto y no la represión reaccionaria.

Estas actividades se complementaban con largas marchas obligatorias de endurecimiento por la sierra o la convivencia en albergues. Se complementaban con tenderetes de venta de libros en la plaza del Callao, en la entonces avenida de José Antonio, en la calle de la Princesa o en El Rastro madrileño. Además de la búsqueda de prosélitos, los beneficios obtenidos ayudaban a la menguadísima caja de la organización a la que contribuían las cuotas obligatorias de los militantes, alguna ayuda esporádica recibida de falangistas veteranos –pocos– como David Jato, Mariano Vera o Santiago Fernández Olivares, que se sentían solidarios con aquellos jóvenes falangistas. En tiempos anteriores, tal y como detalla José Lorenzo Fernández, estudiantes del FES acudían a vender su sangre –recurso de necesitados de aquella época–. Hasta 1975 el FES no dispuso de local propio, uno alquilado en la calle Hernán Cortés a nombre del Fondo de Estudios Sociales. Las reuniones anteriores se celebraban en merenderos de la Casa de Campo o en cafés como El Sotanillo o El Café Comercial. Se había recurrido también a parasitar algunos espacios de asociaciones consentidoras como ocurrió el piso que la Asociación de Antiguos Miembros del Frente de Juventudes (AMMFFJJ) tenía en la calle Fernanflor de Madrid

Sin embargo una aparente contradicción en la histórica dialéctica FES-Movimiento se daba a partir de 1972 con cuatro hechos que voy a reseñar: La asesoría que José Cabanas dirigente del FES iba a tener en la Delegación Nacional de la Juventud; la concesión de la dirección del Colegio Mayor José Miguel Guitarte a otro dirigente del FES, Antonio Hermoso Trigo, la participación en algunos de los múltiples “escraches” –que se dice ahora– que se hicieron a la película La prima Angélica de Carlos Saura y que supusieron fuertes enfrentamientos internos en el FES por lo absurdo del cometido. Y a ello habría que sumar que Hillers publicaba su tesis doctoral, texto en donde el autor consideraba que los postulados defendidas eran colectivos, contrastadas con los militantes del Ruiz de Alda y del FES. Texto de largo título: La dimensión social del derecho positivo analizado comparativamente desde la perspectiva de las leyes fundamentales. Aportación para una reforma legislativa, cambiado tal rótulo por el sugestivo nombre de España una revolución pendiente en donde se consideraba ¡en 1975! (para este viaje no hacían falta tantas alforjas, pensaron algunos) que si se pusieran en práctica algunos de los postulados de las leyes fundamentales en España se produciría una revolución.

Se pedía en el 75, en tiempo de estertores, al régimen que fuese lo que decía ser, no porque el sistema que saliera fuera falangista, sencillamente porque sería mejor. Un año antes, los intentos aperturistas llegaban a la Delegación Nacional de la Juventud que hacía electiva la Asamblea Nacional de Jóvenes, Jesús Ferrer Olmedo, presidente de la AJO era elegido democráticamente como presidente de aquel organismo y se le requirió en diciembre del 74 para participar en un acto de homenaje de la juventud española al general Franco. La reticencia de Ferrer provocó su destitución “por incumplimiento notorio de sus funciones”.

La figura del jefe nacional del Movimiento se contemplaba lejos de la infalibilidad que le suponían sus allegados y distante de los que consideraban al general la bestia negra. Se llegaba a transigir con la irracional devoción “devotio ibérica del siglo XX” de muchos falangistas ante el caudillo victorioso, pero se le echaba en cara no haber hecho la revolución falangista. La figura de Franco producía chispas entre los distintos sectores azules.

El continuismo monárquico fue ferozmente atacado por el FES, en este caso sin transigencia alguna, tanto por continuador teórico de un régimen injusto como por la falta de igualdad de oportunidades que representaba la monarquía.

Al compás de la desaparición del Movimiento Nacional (formalmente el 1.4.77, en realidad desde bastante antes) los grupos falangistas entraban en una dinámica diferente. En la trama creada habían sido esenciales el protagonista y el antagonista, la extinción de uno de ellos resaltaba aún más la pequeñez del otro. Tras la muerte del general, el FES había reiniciado conversaciones con otros grupos falangistas, había conseguido ser legalizado como Falange Española independiente. Los intentos de unidad se vieron frustrados otra vez, discrepancias ideológicas y encontronazos. El camino elegido fue el de cada uno por su lado. En las elecciones del 77 tras la ley de reforma política donde se había apostado por la abstención (ni sí ni no sino todo lo contrario) FEi se presentaba en dos provincias y el fracaso resultó completo. En el verano del 77 quedaba como única compensación amarrarse a lo que había supuesto la militancia, la creación doctrinal o el compromiso ético. Lo que vino después, hoy no interesa.


6.- Formaré junto a mis compañeros.

En los tiempos de aparición del FES existían otros grupos falangistas. Podríamos distinguir entre los que orgánicamente estaban encuadrados en FET y de las JONS como la Sección Femenina y Delegación Nacional de la Juventud y aquellos otros que con estatus legal no vinculados orgánicamente al Partido único, como ocurría con la AMMFFJJ o con los Círculos José Antonio.

Objetivo prioritario teórico para el FES era la unión de todos los grupos falangistas. Desde el 65 se mantuvieron contactos con la AMMFFJJ. La idea del FES pasaba por una federación de grupos falangistas. En 1969 conversaciones mantenidas con los Círculos José Antonio desde años atrás fraguaron en intentos de crear una asociación con el nombre de FE de las JONS. El mayor éxito de aquello fue la concentración falangista de Alicante con varios miles de asistentes reprimida por la policía y la Guardia Civil con heridos y detenidos tanto del FES como de los Círculos. El proyecto unitario que se preparaba para el 20N del 71 acabó mal. Los Círculos convocaron en día distinto lo que provocó el enfrentamiento entra ambas organizaciones. El FES calificaba a los Círculos de “vehículos de corrupción”.

Vuelvo de manera casi telegráfica al relato de la pretendida unidad falangista: El libro Falange hoy publicado en 1973 fue el pretexto para un encuentro entre tres interpretaciones del falangismo, la de Cantarero del Castillo, la de Fernández Cuesta y la de Hillers de Luque. Si el francofalangismo no era aceptable el “socialismo rosa” de Cantarero tampoco. La fijación contra el revisionismo de éste por parte de Hillers fue fecunda. Él, con la colaboración auxiliar de algunos militantes, emprendió la tarea de derribar intelectualmente aquella posición. Comenzó una labor enciclopédica continuada en solitario que dio como resultado los volúmenes de Derecho-Estado Sociedad. Miles de páginas que, como ocurre en las publicaciones de Sigfredo, resultan muy recomendable las lecturas de las notas a pie de página por las explicaciones, estocadas e invectivas que allí se dan. A diestro y siniestro.

Nuevamente la presentación de ese libro de Veyrat y Navas en el Club Don Hilarión resucitó los intentos de una federación que aprovechando la coyuntura del asociacionismo de Arías Navarro llegó a pensarse en una con el nombre de Frente Español. En cuanto a esta pretensión aperturista no era para el FES ninguna salida atractiva: no se trata si estamos a favor o en contra… podríamos ir mucho más lejos que los aperturistas. Se trata sencillamente del capítulo de prioridades para nosotros, los falangistas, prioritario es aquello que afecta a millones de españoles. El camino de la pretendida federación llegaría a su fin en julio del 75 y al parecer era la figura del general Franco lo que representaba el obstáculo insalvable. Según algunos de los presentes por allí planeó el fantasma de Salamanca, abril de 1937. El único compromiso que quedó después de aquello fue que quien consiguiera el nombre histórico de FE de las JONS convocaría en congreso a los demás. Concedida a la facción de Fernández Cuesta se reavivaron los intentos unitarios en una especie de espejismo del que se despertaría a bofetadas. Fue el 29 de Octubre de 1976 en el Palacio de Congresos de Madrid.

Convendría recordar también que algunos militantes de las escisiones que sufrió el FES en el año 67 y en el 72 acabaron confluyendo con otros en lo que sería FE de las JONS Auténtica, o sea, el conocido como “hedillismo” falangista. Las relaciones con ellos quedaron marcadas por desavenencias profundas. En el franquismo final los unos acusaban al FES de progresiva derechización y dar importancia desmesurada al catolicismo en su filosofía y praxis mientras el FES les acusaba de revisionismo izquierdista y vergonzante y les colocaba en el mismo plano de heterodoxia que a la antigua versión derechista, concluyendo que eran fieles discípulos de Movimiento Nacional.

En conclusión: la Santa Hermandad de la Falange, latiguillo retórico.


7.- ¿Dónde estaba yo cuando el desfile pasó? Los frentes de actuación.

El activismo se realizaría en el mundo estudiantil y en el movimiento obrero.

En 1963 Ceferino Maestú publicaba un folleto con el título de La Falange y los sindicatos obreros en donde tras repasar el sindicalismo falangista hacía una llamada a la esperanza, se desempolvaban los sabores del obrerismo jonsista y se apostaba por conseguir un estado donde imperase la justicia social.

España era un país de estructura capitalista que además estaba perfeccionando ese sistema económico, manteniendo cierta fraseología social, tópicos y substratos legales. Los tiempos donde pareció que el obrerismo falangista pudiera tener peso estaban ya muy lejos. Otras patas sobre las que se anclaba el régimen se había encargado de anular aquellos propósitos. Es verdad que el gabinete ministerial encargado del Trabajo había estado ocupado por falangistas y sin embargo el FES no estableció puentes con la labor realizada por sus teóricos correligionarios. De parte tarde algún elogio aislado al temor de los grandes empresarios con José Antonio Girón puede encontrarse, pero poco más.

El modo de vida de los trabajadores se consideraba muy preocupante e incluso desesperado, paro (600.000 personas) emigración y junto a ello unos beneficios capitalistas que no se preocupaban lo suficiente por elevar el nivel lamentable de la clase obrera. Un análisis que encajaría perfectamente con el realizado por la izquierda clandestina de España.

Las cartas firmadas por Hillers, Carmena e Izquierdo dirigidas a mandos juveniles y que constituyeron la primera trama escrita del FES ya habían reflejado la crítica sobre la situación económica haciendo blanco de sus invectivas a los ministros de Trabajo y Comercio y abogando por la creación de sindicatos falangistas.

Sin despreciar la herencia de otros creadores del nacionalsindicalismo se llegaba al punto de que incluso la elaboración del sindicalismo nacional muy adjudicada a Ledesma Ramos se invertía a favor de José Antonio Primo de Rivera y de ello fue muy responsable Ceferino Maestú. De su mano aparecía en 1964 la revista Sindicalismo cuyos números 3, 4 y 5 recogían las charlas que más cien sindicalistas tuvieron en la Ballena alegre del Café Lion los viernes por la noche. Crítica al sistema vigente, al hombre convertido en máquina, a la oligarquía española, a la minoría de potentados que controlaban la riqueza en España. Elogio al modelo presentado por Primo de Rivera y, por supuesto, el recuerdo a la proximidad de los planteamientos de Ángel Pestaña con el sindicalismo de la Falange.

Naturalmente aquella publicación era para el poder un disparate. El general Franco opinaba que:

Esta revista, que intenta presumir de falangista y sindicalista de izquierdas, está muy cercana al comunismo, al que ataca muy débilmente para disimular. Todo esto me hace pensar con pena y con rabia en la poca ecuanimidad que existe para defender ideas sin el ataque desenfrenado y violento al que tiene las contrarias.

También en el año 64, en el Centro Social Manuel Mateo se producía un hecho que con el tiempo tendría enorme importancia. Obreros, delegados sindicales se reunían allí, unos con el camuflaje de la socialdemocracia (Marcelino Camacho, Julián Ariza), otros falangistas (Maestú, Perales, Pérez Garijo, Fernández Canseco, Socrro Delgado o los hermanos Cureses ). Maestú acudiría con sus siglas de UTS a la creación de la Comisión de los 16. Pronto abandonará Maestú este incipiente obrerismo falangista quizás percatado de que moverse en el mundo sindical como falangista era harto problemático. El relevo lo recogerá Narciso Perales con el FNT hasta su marcha del conglomerado falangista en 1967. De aquel FNT cabe destacar a Luis Felipe Alvarado que encabezó la huelga de Barreiros, una huelga de varias semanas con encierros incluidos.

El sindicalismo oficial, considerado de extrema corrupción no contó con el apoyo de estos grupos falangistas que pidieron el boicot en las elecciones sindicales del 66:

Los que se presenten y voten hacen el juego a Solís. Salga lo que salga será igual. Los que mandan son los especuladores de solares, los truquistas de finanzas, los ricos tronados puestos a flote por la acción concertada, los negociantes protegidos, los perceptores de las grandes comisiones de compras, los explotadores directos y afortunados de nuestros esfuerzos y de nuestro sudor, los multipolienchufistas. La ralea de los banqueros, aliada a los aventureros del poder político.

En Abril del 67 FNT convocaba ante el cine Carlos III en donde tenía lugar una junta de accionistas. Allí se detuvo al dirigente del FES Antonio Hermoso y a Amador Rubial. Por este tiempo se produce el abandono o la expulsión de los líderes de FNT del conglomerado falangista. En adelante habrá acciones puntuales del FES (Granada 1970) en el mundo del trabajo pero sin una organización específica.

Escasez de recurso, cierta falta de definición en un sector donde los planteamientos concretos no se producirían con la nitidez necesaria llevaron al abandono de ese intento sindical utópico.

De bastante mayor importancia fue el movimiento estudiantil.

El campo fundamental del FES fue el mundo estudiantil. Convertido el SEU en una estructura burocrática, alejado de cualquier sentido reivindicativo, sujeto a las conveniencias de los ministerios de Gobernación, Educación y Secretaría General del Movimiento el objetivo era acabar con él y ser el FES quien sustituyera a aquella antigualla sin sentido. En el empeño de acabar con el SEU estaba alineada la mayoría del activismo universitario. Se confirmaba la caducidad de aquel entramado inútil cuando en 1964 el propio jefe del sindicato Daniel Regalado era relevado del cargo por una crítica razonable que había efectuado tal y como cuenta Jato en su Rebelión de los estudiantes.

En esas pretensiones, de no ser prolongación de partido sino sindicato estudiantil podrían integrarse personas que no participaran de la creencia falangista y de hecho hubo algunos –pocos– con los que ocurrió en los primerísimos tiempos. Pero el transcurso del tiempo y la realidad pertinaz condenarían al FES a ser un grupo estrictamente falangista que abandonaría el proyecto primitivo anunciado.

Tres objetivos constantes del FES fueron conseguir un estatuto del estudiante, la abolición de la cátedra vitalicia y el acceso de los trabajadores a la universidad. Acabado el SEU, finiquitar también el estatuto ordenador universitario del 43. Críticas a las actuaciones represivas de la policía, solidaridad con estudiantes y profesores expedientados en el año 65. Precisamente en ese año en Valencia apareció una Central Valenciana de Estudiantes Sindicalistas con fines programáticos idénticos y que acabaría integrándose en el FES y algo similar ocurriría con la Falanges Universitarias de Navarras.

La mala calidad de los estudios universitarios era otras de los males que se denunciaban. Profesorado con notables deficiencias, el negocio de los apuntes que éstos vendían o unos planes de estudios largos y acientíficos con recursos muy escasos. Se pedía “una revolución universitaria contra una universidad prehistórica”.

En 1967 vieron la luz dos importantes documentos: La proclama a la Universidad española y el Manifiesto a las juventudes de España. De carácter más profesional académico el primero y de contenido netamente político el segundo.

El FES se había extendido por Valencia, Granada, Alicante Asturias, Bilbao, Salamanca, Valladolid, Zaragoza, Santander, Santiago de Compostela, La Coruña, Málaga, Murcia…

Continuaba la conducta hipercrítica del FES que abarcaba desde la oposición a las actuaciones represivas como la implantación de la policía universitaria o la convocatoria a manifestaciones contra esa política represiva junto a la postura contraria en la preparación de lo que daría lugar en el 70 a la Ley General de Educación de Villar Palasí calificado todo ello de “liberalismo trasnochado”.

El año 1968 supuso un hito en el devenir universitario y en otros campos. La rebeldía estudiantil plagada de izquierdismo había cuajado, la organización falangista en palabras de algunos de sus destacados miembros de entonces se había contagiado. Juan Fernández Krohn escribe:

A la salida del célebre recital de Raimon… mi amigo José Carlos me espetó sin miramientos: ”Hay que aceptar la realidad tal como es y no meter la cabeza debajo del ala” (sobreentendido, como tú estás haciendo). Después de que yo me quejase –me doliese más bien– delante de él de aquel fenómeno insólito de trasvase ideológico, de lavado de cerebro colectivo por la vía musical o artística, seamos crudos, del que los dos acabábamos de ser testigos (sin poder hacer nada, mudos)… la realidad, como a menudo ocurre, era mucho más trágica (aún) de lo que yo mismo me imaginaba, y era un fenómeno de infiltración a escala en toda una sociedad (generacional sobre todo) como lo era la España de entonces y su corolario inseparable de (trágico) descoyuntamiento, cismamiento y enconamiento intestinos.

En algunos institutos madrileños había comenzado a actuar la sección de Bachiller, vivero que preludiaba la extensión a los centros de enseñanzas medias. Los principales animadores de las charlas que estos núcleos tenían fueron José Alberto Ojeda, López Créstar y José María Aznar; éste último dirigía una carta –de redacción colectiva– el 1 de Junio de 1969, al diario SP de título La obra que España espera marcando la distancia y la elección por una Falange alternativa no encuadrada en el Movimiento Nacional.

Ante la invitación de Diaz Hotleichner subsecretario de Educación sobre propuestas para el libro blanco que preludiaba la reforma de la educación española, el FES hizo llegar una de sus propuestas estrella: la incorporación de los trabajadores a la Universidad sin necesidad de cursar el bachillerato. Aquello fue recogido, pero no, según el FES como ellos querían.

La multiplicación de grupos izquierdistas, el contagio y la precaución ante el desviacionismo supuso un repliegue en los planteamientos del FES que se encierra cada vez más en su parcela de grupo falangista y dedicar sus actividades a lo que comparten estética y ritual aunque no fuera fructífero el cometido. No olvidaba sus críticas a la represión en el mundo universitario y del trabajo, a la denuncia de grupos como AUN, a las anulaciones de exámenes, al númerus clausus impuesto en algunas facultades como Medicina y de donde convendría destacar el serio análisis sobre los estudios de esa facultad, del sistema sanitario español y de la industria farmacéutica y su necesidad de reforma cuyo inspirador principal fue Hermoso Trigo (1972). Intentos de resucitar el SEU en una maniobra trasnochada de resistencia cuya primera autoría correspondió al capitán general Pérez Viñeta contó con la oposición del FES:

Cualquier intento de montar o refundar aparatos de control estatal o "SEUdosindicatos" máxime si se utiliza o se ampara tras terminología o símbolos falangistas, será atacada con la dureza que ya se ha aplicado en otras ocasiones.

En el 72 se produce una escisión en el FES que deja muy mermado al grupo. Activistas muy destacados dejan la organización, una parte de ellas actuarán como Universitarios Falangistas, más tarde JOF y finalmente entrarán en el conglomerado de la FE de las JONS Auténtica. Tiempo de confrontación dialéctica e incluso física con ellos, con grupos comunistas, especialmente y con frecuencia con el PCEi y también con formaciones defensoras del Régimen (Fuerza Nueva) o con AUN.

De manera inercial el FES continuaba en su crítica al quehacer universitario, pero se atisbaba el final del régimen de Franco y se hacía falta encontrar salida a la nueva etapa.

El 20 de Noviembre de 1975, como se hacía todos los años, varias escuadras del FES quedaban convocadas en el monumento a Ruiz de Alda de la Moncloa madrileña con la finalidad de panfletar la universitaria con textos en recuerdo al fundador de la Falange. Dado lo ocurrido horas antes, Paco García que dirigía la operación ordenó suspenderla.

Tampoco se mostraron dispuestos a obedecer el expreso deseo del general en cuanto a arropar al príncipe sucesor. El 31 de Diciembre de ese año, para dejar clara la postura ante los acontecimientos se publicó el FES ante la monarquía del 18 de julio .”Si en vida de Franco nos hemos opuesto abiertamente a la política que ejercía y al futuro que nos preparaba, creemos que estamos en nuestro perfecto derecho a exponer nuestras discrepancias del sistema actual, después de muerto Franco”. Se volvía al rechazo radical de la monarquía con argumentos similares a los que José Antonio había utilizado en 1935.

Fracasados los intentos de unidad falangista y más enfrentados que nunca, el FES continuó en solitario su andadura y consiguió tras muchos meses que se le concediera el nombre de Falange Española Independiente. Elaboró un manifiesto con el que se presentó a las elecciones de junio de 1977. Un documento que aportaba elementos llamativos como el que se desprendía en el apartado Iglesia donde se llegaba a pedir una nueva desamortización de bienes o la transformación del servicio militar obligatorio en una actividad que implicara más y mejor a los españoles o en imposición directa frente a la tradición de los impuestos indirectos o en la original fórmula del registro de matrimonios por parte del Estado, en donde lo que resultaba esencial era la defensa de la prole de esa unión. En aquellas elecciones generales cuatro formaciones falangistas se presentaron. FE de las JONS y FN Alianza Nacional que obtuvieron cerca de cien mil votos. Falange Auténtica (45.000), Agrupación Círculos José Antonio (8.000), y FEI en solo dos provincias (Alicante y Cuenca) obtuvo poco más de 800 votos en total. Tampoco es que se produjeran grandes caras de pena por los resultados. Cada uno leyó aquello como pudo. Pocos meses después en el congreso celebrado en el hotel Don Quijote en Madrid se inició otra diáspora. Hubo quienes permanecieron en la organización, otros marcharon a FE de las JONS, otros a la Falange Auténtica, algunos a formaciones de más porvenir político y otros a sus casas en donde –como en Gentes al sol de Edward Hopper– no perdieron la compostura, no dejaron de mirar, no dejaron de esperar. Pero llegados a esta fecha acaba el periodo temporal que marcaba el cartel de este viernes cultural y ya solo me queda apuntar algunas valoraciones.


8.- Valoraciones.

Después de lo expuesto, pienso que hay dos cualidades innegables la hipersensibilidad falangista y la exacerbación del espíritu crítico. De resultados no voy a hablar.

Resulta curioso que entre los analistas del fenómeno de la Falange se haya producido el olvido de este grupo. Reducido o ignorado en la redacción de algunas de las obras históricas sobre el tema (Conde Soladana, Morales) tanto por parte de conocedores en primera persona del asunto como por otros que investigaron desde fuera (Rodríguez Jiménez). Para Shellag Ellwood, de la escuela de Preston (Prieta las filas) el FES tenía características de secta. Stanley Payne, el gran maestro, no profundiza en las alternativas del falangismo y se fía del relato de Ellwood. Sin embargo hay algunos que hicieron una valoración diferente

Ernest Milá en un librito muy interesante fechado en La Modelo de Barcelona, Falange Española 1937-1982 los años oscuros dice que le llamó la atención el hecho de que FEI (el FES) tuviera un fondo editorial con media docena de textos editados lo que resultaba raro en el resto de grupos falangistas y que le llamó la atención también el que: 

Estos textos tuvieran un nivel de calidad anormalmente superior a la del resto de las organizaciones falangistas. FE (i) se sitúa en el límite superior del pensamiento falangista son quienes más han “trabajado” los textos joseantonianos y quienes más se han preocupado por dar a su movimiento unos contenidos ortodoxos y elaborados.

En el 2016 una de las grandes figuras de la historiografía actual, Fernando García de Cortázar, sin saber cómo ni por qué se descolgó en el dominical de ABC en sus domingos con historia con un sorprendente artículo de reconocimiento hacia aquella formación falangista:

Eran unos pocos jóvenes idealistas, agrupando en sus corazones los mitos de una juventud sacrificada en las trincheras,… cuando la normalización del régimen de la Victoria incluyó el olvido de las mejores intenciones de su momento fundacional… ¿Cómo no entender aquel contraste entre los discursos joseantonianos, los puntos programáticos de la vieja Falange y el espectáculo desolador de lo que se gestionaba en su nombre:… ¿Cómo no escuchar su frustración y su rabia?… Mis simpatías no pueden atenerse a sus dogmas. Pero tienen que inclinarse ante su autocrítica, su ansioso descubrimiento de la patria indefensa y su decisión de ir contra corriente. Mientras leían a aquel a quien nunca pudieron escuchar.