Desenmascarando a Yolanda Díaz
Publicado en primicia por el digital El Diestro (23/DIC/2021).
Desenmascarando a Yolanda Díaz
A nadie se le escapa el protagonismo que, de manera evidente y clamorosa, viene teniendo Yolanda Díaz Pérez, ministra de Trabajo y Economía Social y vicepresidenta segunda del Gobierno del Reino de España. Su relevancia en la escena política está eclipsando, sin ningún disimulo, al mismísimo y narcisista presidente del ejecutivo que ocupa el palacio de La Moncloa. Su poder emergente y carismático la está convirtiendo en la política del momento, no ya por sus hábiles negociaciones al frente de su cartera ministerial, sino por su ambición política, cuyos objetivos van más allá del papel que hoy representa de manera sutil y maquiavélica.
La entrevista mantenida con el Sumo Pontífice, Jorge Mario Bergoglio –papa Francisco- el pasado 11 de diciembre, ha sido una puesta en escena de amplísima repercusión mediática y motivo de discusiones y conversaciones en los mentideros políticos. El golpe de efecto buscado con la pantomima representada ha conseguido un rédito político del que ya se hacen eco los sondeos de opinión. Es muy rara la vez en la que el Santo Padre se reúne con una vicepresidenta de un gobierno, ya que lo habitual es que las entrevistas se tengan con los más altos dignatarios de un Estado, es decir, el jefe de Estado o los presidentes de Gobierno. Su decisión de atreverse a acudir a la Santa Sede no tiene precedentes entre los miembros del actual ejecutivo socialcomunistas español. Solamente, en octubre de 2020, Pedro Sánchez osó en acudir al Vaticano en calidad de jefe de Gobierno del Reino de España. Así pues, una oscura maniobra de malsanas intenciones que únicamente pretenden endulzar la radical posición ideológica de nuestra ínclita ministra.
Pero ¿Quién es esta gallega de cincuenta años, abogada de profesión, disfrazada de mojigata que se presenta como adalid de la izquierda? Su biografía personal es suficientemente explícita para llegar a conclusiones irrefutables. Miren ustedes, detrás de esa presencia conciliadora, dialogante y exhibicionista de un talante con talento, de un perfil progresista moderado, está una mujer ambiciosa y profundamente arraigada en los principios ideológicos de la izquierda radical y nacionalista independentista. Su aparente moderación es una pura pantomima y un ejercicio de transformismo para el desarrollo de su personal guion político, o sea, ampliar su liderazgo y ampliar la base electoral de sus apoyos en sus espurias ambiciones.
Les aclararé quien es la persona que está detrás del personaje protagonista de la farsa que está protagonizando. Yolanda Díaz está afiliada al Partido Comunista de España, integrante de Izquierda Unida. Que yo sepa, comunismo y fe no van de la mano precisamente, así se manifiesta en sus propuestas ideológicas históricas. Pero aún hay más datos que la desenmascaran en su giro hacia una izquierda más aperturista y pseudo progresista con el quiere engañar al incauto votante. Es miembro de Unidas Podemos, que ya ha acreditado su visceral anticlericalismo en no pocas ocasiones, con profanaciones de templos incluidas, amén de sus reiterados y continuados ataques a la enseñanza concertada de los centros educativos de ideario católico. De momento, comunista y podemita, lo cual no la sitúa en la esfera de un votante moderado, discreto y templado, todo lo contrario.
Pero hay mucho más que apuntar en el debe de la “conciliadora” y “mesurada” ministra. Entre 2005 y 2017 ejerció como coordinadora nacional de Esquerda Unida; diputada por Pontevedra en las Cortes Generales desde 2016, bajo la coalición radical independentista Marea (Podemos, Anova, En Marea, Esquerda Unida), luego integrada dentro del grupo parlamentario de Podemos. ¿Dónde está su tono españolista y moderado dentro del arco parlamentario? En ninguna parte, puesto que ya hemos asistido perplejos a las radicales propuestas mitineras, también en sede parlamentaria, de los acólitos y admiradores de regímenes como el chavista, sandinista, bolivariano y castrista. Pero sigamos desenmascarando a esta mujer de oratoria dulzona, empalagosa y beatífica en su articulación del engaño. En Galicia, su tierra natal, dejó su huella comunista, orgullosa y soberbia, cuando aspiró a la Xunta como candidata por Esquerda Unida; cuando arribó al parlamento gallego (2014-2016) por la circunscripción de La Coruña, con una coalición de partidos de la anti España, integrada por Espazo Ecosocialista Galego, Anova, Irmande Nacionalista y Equo Galicia; o como cuando, entre el 2003 y el 2012, fue concejal del ayuntamiento de el Ferrol, en donde por cierto, llegaría a ser teniente alcalde entre el 2007 y 2008. Allí, como era lógico y natural, practicó sus habilidades negociadoras con el Bloque Nacionalista Gallego y con un partido socialista escorado hacia la extrema izquierda. Así pues, ésta es la carta de presentación de la nueva imagen de la mujer de la izquierda “moderna” que nos quiere engatusar con su comedia.
Ahora, que su voracidad y hambre de poder la delatan, está poniendo en marcha una plataforma –futura formación política– que quiere bautizar con el nombre de Frente Amplio, o Unión de la Gente, o Plataforma Democrática de España. No se engañen, la hoz y el martillo siguen presentes en su corazón, como también lo están en su cabeza sus filias populistas radicales de izquierda. Aclararé este punto. ¿Quiénes la acompañan en su camino? La carga de la prueba es evidente. Ana Patón (Bloque Nacionalista Gallego); Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía); Pilar Garrido y Miren Gorotxategui (Elkarrekin Podemos); Ada Colau (Catalunya en Común); Mónica Oltra (Compromís Valencia); Mónica García (Más Madrid) y los diputados Juantxo López de Uralde (coordinador federal del Partido Verde y diputado de Álava por Podemos) y Roberto Uriarte (ex secretario general de Podemos de Euskadi y diputado por Vizcaya por la formación morada). A ellos habría que añadir los ojitos tiernos con los que es admirada por Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero. Comprobarán que los nombres involucrados en la operación política son destacados representantes de la izquierda mesurada y profundamente democrática. No queridos lectores, son lo mejor de cada casa del radicalismo parlamentario.
Quedan dos años, si se siguen los tiempos electorales, hasta la próxima convocatoria de comicios legislativos nacionales. Esta opereta, más una opera bufa, se seguirá exhibiendo obscenamente ante los medios de comunicación, en los actos de partido, en los foros de sainete organizados para promoverla como candidata al trono de La Moncloa y, de manera edulcorada, desde sus funciones ministeriales y sus comparecencias parlamentarias, haciendo de ellas una verdadera campaña de marketing personal. De momento ya ha fagocitado a dos de sus compañeras de partido, de gobierno y bancada parlamentaria: Irene Montero e Ione Bellarra, que acabarán sucumbiendo ante la figura vanidosa y transformista de su homónima.
Esta es la mujer de moda, la persona que se disfraza del personaje que caracteriza, la candidata que mueve el sillón a Pedro, el narcisista. Ojo a los datos.
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