Hoy sin Primavera (III)
Hoy sin Primavera (III)
Las escaleras se limpian desde arriba hacia abajo.
M. Moreno, “Cantinflas”
Día 14 de abril. Llevamos registrados de forma oficial y artificial 18.056 muertos y 172.541 infectados. Los tanatorios procesan sus propios datos y mantienen que al menos el número de fallecidos casi debe duplicarse, y no hay que olvidar que estamos hablando de personas. Aparte de esto, y siendo verdad (no lo digo con doble sentido, sino sólo en sentido literario) que el que vive en la actualidad perece con ella, lo único que voy a destacar de la histórica fecha por la situación que ahora tenemos, es que hace justo un mes se decretó el estado de alarma y que todos los miembros del Gobierno siguen en sus puestos. Todo es bastante trágico.
No es cierto que estemos volviendo a la “normalidad” de forma escalonada ni tampoco desescalando ni descendiendo de una cima para llegar al valle como nos dicen y quieren hacernos creer para excitar nuestro optimismo, ni que se divisen destellos de luz aunque sea en lontananza. La verdad es que acabamos de levantarnos de un batacazo y aturdidos nos empezamos a dar cuenta de que estamos hundidos en un gran abismo de arenas movedizas que llamaron bache y del que todavía no sabemos sus dimensiones, con la necesidad de remontarlo cuando lleguemos al fondo, y que es una enorme tumba y un agujero negro económico de dimensiones siderales.
Las montañas son demasiado hermosas, y lo digo por vital experiencia, para que aquí se utilicen de decorado. Basta con darle la vuelta y poner del revés el gráfico que nos van pintando para ver su real y distinta perspectiva que es mucho más prosaica, como se puede comprobar si nos asomamos un poco por la ventana a lo cotidiano: el gobierno sigue todavía anunciando la entrega de mascarillas adecuadas, epis y test de detección para los enfermos, para los sanitarios de primera línea, para las fuerzas del orden y para los ancianos que sobreviven en las residencias. Dan ganas de volver a la ventana pero ya con las cacerolas en la mano.
Las oleadas de corrupción en España, con la CIU de Jordi Pujol (le quito el 'don' porque hasta los suyos le han apeado el trato de honorable), con el PSOE de don Felipe González y con el PP de don Mariano Rajoy, más las adendas habidas posteriormente, se saldaron o se están saldando con muy pocas consecuencias para los autores (sigan siendo presuntos o ya no lo sean) en comparación con el daño social y económico que produjeron.
El gobierno es consciente de que el sistema no se va a suicidar por decisión propia, y que mejor o peor, aunque sea con el agua al cuello van a poder capear el temporal, eso sí, contando con la ayuda de una televisión, una radio y una prensa mayoritariamente arrodillada, una Fiscalía con su fiscala al frente, nada idónea y pasada por el tamiz partidista del Ministerio de Justicia, un sistema judicial anquilosado y una sociedad desarticulada a la que incluso se le puede impunemente birlar un luto nacional que no ha sido declarado, y que se tiene que hacer notar a través de iniciativas personales.
Como estamos oyendo, los regidores de la cosa pública ya han aprendido el estribillo de que aquí no pasa nada y lo van usando con toda su desfachatez hasta en casos de enorme repercusión. Cito sólo algunos:
- Después de que el 26 de marzo don Salvador Illa reconociese con todo detalle y precisión que el Estado había adquirido a la empresa Shenzen Bioesay Biotechnology un pedido de equis test rápidos que había costado equis millones de euros, destinados a repartirse rápido, muy rápido, en los hospitales, pero sin tener la empresa licencia y sin estar validados como se supo después, y que dicho pedido resultó inservible al tener una sensibilidad sólo del 30% por lo que hubo que devolverlo con la exigencia insoslayable de ser repuesto rápido, muy rápido, la justificación que dieron el 28 de marzo al máximo nivel ministerial en defensa de su incompetencia es que “lo ocurrido es algo normal.., China es un mercado que nos es un poquito desconocido.., nos ofrecen gangas y luego... no son gangas.”. Es llamativo que la defensa y la frase fueran realizadas por la ministra de Asuntos Exteriores, doña Arancha González y no por el titular de Sanidad, seguramente para no verse apurado por tener que despejar las “equis”.
- Como respuesta al hecho de que el 31 de marzo el Boletín Oficial del Reino de Marruecos, publicó la decisión unilateral de extender sus aguas territoriales limítrofes con Canarias de 200 a 350 millas y se declarase en posesión de “los derechos soberanos y exclusivos” sobre sus recursos naturales, doña Arancha González ya reseñada antes, dijo con toda contundencia que “se había tomado nota” y que se “estaba valorando la medida”. En esto, como la situación les puedo asegurar que no va a cambiar, los marroquíes y nuestro Gobierno de la izquierda reforzada, seguirán contando con el apoyo de españoles que son talibanes del ecologismo, de los bien acomodados y del esnobismo “intelectual”, que se espantaban, por lo menos antes de esta crisis, de las consecuencias negativas que se iban a producir por buscar petróleo en dichas aguas, y no digamos si se llegaba a encontrar. Que descubran otros y así las pateras acabarán yendo en sentido contrario.
- Turquía el pasado 3 de abril se apropió de un cargamento completo de equipos sanitarios que había comprado España a China cuando el avión que lo transportaba hizo escala en su territorio. Ni siquiera se ha llamado a consultas al embajador turco, seguramente porque Turquía prometió devolver el cargamento íntegro dentro de varias semanas sin que por supuesto se haya vuelto a tener noticias de él. Francia, sin embargo, aunque nos hizo lo mismo sólo se quedó con un 50% de la carga pero sin prometer nada. Allah seni sasirtti a otomanos y gabachos.
- No es raro por tanto que doña Margarita Robles (ministra de Defensa y una de las cuatro autoridades del Gobierno en el estado de alarma, lo que ya de por sí debe causar alarma) el día 2 de abril, en una entrevista concedida al periódico El Mundo por videollamada, hizo un análisis muy ponderado de la actuación del gobierno: “Hay que aceptar que se puedan cometer errores, no pasa nada... Se han cometido fallos, no me duele reconocerlo, pero nuestro esfuerzo está volcado en salvar vidas”. Sí, la negrita la he puesto yo, pues como dije era una videollamada y estaba sin remarcar tanto descaro.
De todas formas habrá que ver si les resulta tan fácil como piensan escapar de todas sus responsabilidades, porque hay muchas alfombras que se irán levantando más adelante, y no hay que ser el genio de la lámpara para saber que debajo de ellas, aunque no sean mágicas, se tiene que esconder el tesoro de Alí Babá y de la “la banda del lazo”. De momento esto no es una oleada de corrupción, a la que desgraciadamente de forma ovejuna nos tenían acostumbrados, sino que además hay que echarle encima decenas de miles de muertos y millones de desempleados.
Esto no es una oleada, es un tsunami y para tapar unas mentiras de gran calibre es necesario decir después otras muchas más, y podría ser que la cosa no quede en unas interesantes pero poco efectivas discusiones académicas sobre el alcance de las competencias que otorgaba al Gobierno el RD 463/2020 que sirvió para decretar el estado de alarma, por mucho que VOX le ponga el traje de querella criminal como anuncia, o sobre determinar si los culpables del brote fueron los suculentos pangolines o fueron quizás los apetitosos murciélagos.
La prevaricación es un delito castigado gravemente en nuestro Código Penal, al menos por ahora ya que está pendiente de modificación. Lo comete un funcionario público o una autoridad pública en el ejercicio de sus funciones cuando emite una resolución a sabiendas de que es injusta o contraria a la ley.
Es comparable al incumplimiento grave de los deberes del servidor público, y por lo tanto consiste en definitiva en un abuso de la posición que se ostenta con evidente quebranto de las obligaciones asumidas por el delincuente al no aplicar o hacer una aplicación torcida de la norma de forma intencionada. El Tribunal Supremo lo resume en la expresión “infracción del deber” mediando dolo.
Cabe dentro de lo posible que además de las negligencias cometidas y ya denunciadas (al menos que yo sepa por lo que se refiere a estas entregas de “Hoy sin primavera” [entrega 1 y entrega 2] en los boletines digitales “La Razón de la Proa”, “Somos” y en varias redes independientes), también se pudiera aplicar el mencionado tipo delictivo de la prevaricación.
Para ello habrá que esperar a que se vayan levantando las alfombras del palacio, tan lejano y tan cercano a la vez de la lonja de Huanan pero ambos vinculados por la peste y porque en ellos se habrá estado cocinando en secreto de todo, y entonces podremos contrastar la información presuntamente oculta con algunas cuestiones básicas, con sus muchísimas derivadas, que han empezado a plantearse desde el primer momento: desde cuando sabía el gobierno el alcance destructor del virus o desde cuando pudo y debió saberlo, y de esto puede servir de pista el cese fulminante antes de la declaración del estado de alarma y sin explicación alguna, del jefe de Prevención de Riesgos de la Policia Nacional cuando salió a la luz su borrador de protocolo de actuación contra el coronavirus.
No es un bulo, el cesado es don José Antonio Nieto Gonzalez, que además del cargo perdido, es médico, especialista de trabajo y técnico superior de riesgos laborales, con 32 años de oficio, y que desde el día 21 de enero venía avisando internamente como era su obligación, sobre las consecuencias de lo que se nos venía encima.
Otra cuestión, cómo y por qué se ha “organizado” el cómputo de infectados y muertos de la forma en que se ha hecho, pues como mínimo está resultando un prototipo de ocultación causado por un desbarajuste que sólo beneficia al causante del mismo, que es precisamente el que estaba obligado a evitarlo.
Habrá otras muchas interrogantes más por analizar, y no será la menor seguramente la prescripción aconsejable y no obligatoria de las mascarillas higiénicas de un solo uso (ni sanitarias ni quirúrgicas), pensadas exclusivamente para personas sanas cuando al principio dijeron que eran inútiles, y si los criterios manejados por “los expertos” tienen que ver con su suficiente y real existencia en los almacenes del Estado o bien con la necesidad o conveniencia de taparnos la boca en la medida de lo posible.
Por último apuntar, que desde ayer se permitió el reinicio de actividades no esenciales, y lo que resulta de una temeridad manifiesta es que a los trabajadores no se les haga de forma inexcusable antes de incorporarse al trabajo ninguna prueba, ni siquiera la toma de temperatura, debiendo hacerlo las empresas por su cuenta (ayer mismo dijo la patronal que el 95% de ellas no tienen el material ni modo de adquirirlo) para saber si están sanos o son portadores del virus, decisión y omisión que como es lógico va a traer muy malas consecuencias, ojalá me equivoque, y de la que deberán responder los que se decían defensores de la gente, aunque hay que reconocerles que es verdad que a muchos les están haciendo tocar el cielo como gritaban en sus manifestaciones.
Pero cada cosa a su tiempo y zapatero a tus zapatos.
Ahora lo que toca de forma inmediata a los que tengan voluntad para ello, como el verdadero patriotismo siempre fue más de dar que de recibir, es contribuir con nuestro esfuerzo y servicio de cada día para que nadie a resultas de la crisis se quede sin PAN, vivienda, salario, asistencia médica, educación y participación en libertad, que afectando a la misma dignidad del ser humano como ente individual, social y espiritual son básicos y por tanto han de ser dignos; sin una JUSTICIA moderna, para que se pueda medir con equidad y en su caso exigir, el cumplimiento de las obligaciones y de los derechos, y por tanto sin PATRIA, que unida en un quehacer común de sus tierras y de sus hombres, fuerte para poder ser libre, ejemplar y abierta al mundo porque quiera ser grande, nos proteja con su vigor y con su amor exigente, y a la que podamos corresponder con afán desinteresado.
Por desgracia quizás, hasta los términos usados empezando por pedir el pan de cada día, siguen de plena actualidad y no podrían ser tachadas de palabras huecas, porque cada una de ellas clama hoy mismo su vigencia desde cualquier esquina de una calle vacía. No importa por eso, que en aras del mismo patriotismo, casi un siglo después de que fueran pronunciadas, con lealtad desde ellas y hacia ellas nos sintamos empujados por la historia para seguirlas invocando con el sonido nuevo y el aire fresco del futuro.
Os deseo salud y esperanza, que serán necesarias porque la tarea se renueva en esta España triste y vacía que espera, que sigue esperando.