Mitomanía política
Para recibir actualizaciones de La Razón de la Proa
Mitomanía política
La táctica más primaria de manipulación social, es la mentira. La verdad, a lo largo de la historia, ha sido un valor y ha estado siempre fundamentada en evidencias.
En estos momentos, la verdad objetiva y universal cada vez se fundamenta más en la opinión que, en muchas ocasiones, es estrictamente unipersonal. Un dechado lo tenemos en las hemerotecas recientes, saturadas de falsedades políticas.
La opinión como verdad es una tendencia que progresivamente se está convirtiendo en una nueva modalidad, la posverdad, concepto atribuido a David Robert al acuñar el término política de la posverdad.
La posverdades definida por la RAE como: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.
El filósofo contemporáneo Julian Baggini, atribuye literalmente la posverdad a variables como el exceso de confianza, cinismo, cerrazón mental, excesivo individualismo, pasividad ante el poder, pérdida de confianza en la posibilidad de crear mejores verdades y a una moral dirigida por las vísceras en lugar de por la cabeza.
Añadir que los demagogos son maestros de la posverdad, o aquellos que defienden la mentira como un arma revolucionaria.
Mentir en política es un fenómeno que va aumentando en frecuencia e intensidad. Prácticamente ya no tiene consecuencias. En los medios de comunicación, hoy podemos oír una afirmación y mañana la contraria en boca del mismo político, sea cual sea su grado de relevancia en las instituciones públicas. Como ya dijo F. Kafka: “la mentira se convierte en el orden universal”.
No hay que olvidar la paremia: “La palabra convence, el ejemplo arrastra”, de ahí, el riesgo de que los principales referentes políticos de un país mientan, ya que generan un modelaje en los individuos que convierten la falsedad en un valor estratégico de relación social.
Este fenómeno, está provocando que los sujetos acudan a las fuentes de información donde lo que se presenta como verdad les guste, creándose burbujas virtuales de realidad, donde los sentimientos tengan más peso que las evidencias.
De ahí, las fake news de quienes eran considerados los “notarios de la actualidad”. La prensa al servicio del poder ha corrompido la veracidad e imparcialidad que se le suponía al periodismo, independientemente de su línea editorial.
Como aseveró Dostoyevski: “Quien se miente y escucha sus propias mentiras llega a no distinguir ninguna verdad, ni él, ni alrededor de él”. En este sentido, podríamos predecir que muchos de los que ostentan el poder de decidir sobre nuestras vidas están instaurados en esta tesis del citado escritor de la época zarista.
Siguiendo con la teoria de Baggini, éste manifiesta que la verdad requiere virtudes epistemológicas como la modestia, el escepticismo, la apertura a otras perspectivas, espíritu de indagación colectiva, disposición a enfrentarse al poder, deseo de crear verdades y voluntad de dejar que los hechos guíen nuestra moral.
Teniendo en cuenta que el poder no suele decir la verdad, es el ciudadano de a pie quien debe decirle la verdad al poder. La libertad solo puede existir con la verdad, sin ella es una especie de metamorfopsia que distorsiona la realidad, con una finalidad deseada, en este caso, la manipulación.