Los nuevos campos de concentración.
En noviembre del 2019, el actual gobierno socialista-comunista, decidió rastrear los teléfonos móviles de toda la población, durante ocho días, para determinar su movilidad a lo largo de la jornada.
Recibir actualizaciones de La Razón de la Proa (un envío semanal).
Los nuevos campos de concentración.
Con la aparición de la segunda generación (GSM) de la telefonía móvil, en los años noventa, se generalizó su uso entre la población. Hoy ya, en la quinta generación (5G), la adicción a esta tecnología por una mayoría de personas ya es un hecho, hasta el punto de llegar a desarrollar estados patológicos como la nomofobia, entre otros.
Los avances tecnológicos tienen dos caras, como el dios Jano, una beneficiosa para la humanidad, pero puede aparecer una segunda utilizada de forma perniciosa.
En noviembre del 2019, el actual gobierno socialista-comunista, decidió rastrear los teléfonos móviles de toda la población, durante ocho días, para determinar su movilidad a lo largo de la jornada, argumentado que garantizaba el anonimato y que los datos irían destinados a un estudio big data del INE. No obstante, cabe explicar que, a través de ciertos procesos técnicos, es posible revertir la anonimización de la información obtenida.
No vamos a entrar en analizar el motivo de dicho estudio, sin duda, siendo una decisión política, lo hicieron pensando en el bien común, aunque como dijo Albert Einstein: Una vez aceptamos nuestros límites, vamos más allá de estos.
También por procomún, el mismo gobierno, ha activado recientemente el Radar Covid, una herramienta que permite conocer quien ha estado en contacto en los últimos días con alguna persona a quien se le ha diagnosticado COVID-19. Estos son dos ejemplos a los que podemos sumar la puesta en marcha, por el actual ejecutivo, del AI MARS, que le permitirá rastrear millones de caras por segundo en la vía pública.
A todo ello, hay que añadir más métodos de control mediante los dispositivos electrónicos y sistemas computacionales: los navegadores de los vehículos, las tarjetas electrónicas, internet, la grabación de las matrículas de los vehículos al entrar en un garaje, y un largo etcétera de rastros digitales que diariamente se generan ingenuamente por parte de la población.
Dicho lo que antecede, viene a colación reflexionar sobre el siguiente tropo:
Una técnica para capturar jabalíes consiste en buscar un lugar en el bosque por donde se muevan, espacio en el que durante unos días hay que dejar un poco de maíz en el suelo. Los jabalíes vendrán diariamente a comer el cereal esparcido. Cuando los puercos se hayan acostumbrado a venir periódicamente hay que construir una cerca en un lado del lugar donde se deposita la gramínea. Una vez familiarizados a la cerca los jabalíes regresan a engullir el maíz, momento en que ya se puede construir otro de los lados de la cerca. De nuevo volverán a adaptarse a la nueva valla y regresarán a embaular. Finalmente, poco a poco, hay que instalar los cuatro costados del cercado alrededor de donde se deja la comida, e instalar una puerta en el último lado. Los cerdos salvajes esta vez, buscando el alimento fácil, accederán al grano por la entrada. Es ahí cuando hay que cerrar el portón, quedando capturados todos lo suidos. Los citados animales salvajes habrán perdido su libertad. Posteriormente, se irán acostumbrando a ser alimentados, aceptando de esta forma la esclavitud.
Finalmente, la pregunta es: ¿Estamos cautivos en un campo de concentración virtual digital gestionado por el poder?