¡Qué suerte tienen los canes…!

¡Qué suerte tienen los canes…!

Como soy un poco despistado, me he enterado ahora de que existe una Dirección General de Derechos Animales, cuyo titular es el señor Sergio Pérez Torres; leo en la prensa de estos días pasados (ABC 12 de septiembre) que este director general está preparando ⎼junto con su equipo, imaginamos⎼ una nueva ley de bienestar animal, con el fin de “homogeneizar” las diecisiete normativas existentes, una por comunidad autónoma; según las mismas fuentes, se va a “implantar·, además, un Registro Nacional de Profesionales de comportamiento y educación canina, en colaboración con los ministerios de Trabajo y Educación.

De todo ello me alegro, como mejor amigo del perro que me considero (en correspondencia a la amistad y fidelidad canina mostrada hacia el género humano) y deseo al señor Pérez Torres, y a sus secretarios, subsecretarios y funcionarios asignados, muchos éxitos en el cumplimiento de estos objetivos tan laudables.

Observe el lector que, en el primer párrafo, he destacado y entrecomillado los verbos homogenizar e implantar; las comillas son debidas a que así aparecen en la fuente mencionada y mi interés por estos términos es porque me han parecido muy sugerentes para atender a la situación de la España de hoy.

Si repasamos los artículos 148 y 149 de la Constitución (Título VIII), veremos detalladas las competencias respectivas de las comunidades autónomas y del Estado, estas últimas “con carácter exclusivo”; pero esta exclusividad queda desmentida por el artículo 150.2, que concede graciosamente que “El Estado podría transferir o delegar facultades correspondientes a materias de titularidad estatal”; ahora, la Dirección General de Derechos Animales se apresta a arreglar en parte el desaguisado causado por tan incoherente legislación.

Pero ¿no está ocurriendo lo mismito en temas mucho más delicados y preocupantes como son la Educación, la Sanidad o la Seguridad Pública?

Se me ocurre que, recogiendo en su literalidad las atribuciones del Estado del articulado constitucional, y siguiendo el ejemplo de la benéfica Dirección General de Derechos Animales, se podría ⎼y debería⎼ homogeneizar la variopinta legislación de las diecisiete autonomías en esos temas perentorios, y, en los casos necesarios, implantar aquellas medidas que evitaran en el futuro una mayor dispersión.

Homogeneizar no es sinónimo de centralizar necesariamente, sino de asimilar o hacer semejantes. Implantar es lo mismo que establecer, fundar, instaurar. Una España homogenizada no es lo mismo que una España uniforme, pues, por propia naturaleza y definición, nuestra Patria es “varia y plural” (en feliz definición de José Antonio Primo de Rivera). Por otra parte, nadie negará que España precisa de una serie de implantaciones que hagan frente a su propia desaparición como Nación.

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