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Torres y su compra.

La marca «España» sale reforzada cada vez que nos visitan los residentes en otros países. El independentismo se afana en contaminar la visión que desde fuera se tiene de España.

Publicado en primicia en el digital La Razón (Andalucía) el 13/09/2021. Enviado posteriormente por su autor a La Razón de la Proa (LRP). Recibir actualizaciones de LRP (un envío semanal).

Torres y su compra


La soberanía del consumidor es uno de los principales acicates para el buen funcionamiento de las empresas. Lamentablemente no siempre ni en todos los mercados es posible ejercerla, pero cuando la oferta de productos similares es muy alta y el acceso a ellos de los consumidores se produce sin trabas, la soberanía del consumidor contribuye al bienestar social y a la eficiencia económica pues obliga a las empresas a esforzarse en calidad y precios. No es menor la soberanía del productor cuando elige la manera de presentarse o «señalizarse» ante sus clientes. Por ejemplo, cuando elije la marca bajo la que se presenta. Así, en este año en el que el turismo nacional ha compensado muy marcadamente la caída del turismo extranjero (veintiún millones de desplazamientos de vehículos), hemos tenido la oportunidad de volver a visitar lugares de España que quedaban en nuestro recuerdo o nos eran ignotos.

La marca «España» sale reforzada cada vez que nos visitan los residentes en otros países. El independentismo se afana en contaminar la visión que desde fuera se tiene de nosotros, pero ⎼por mucho dinero público que empleen⎼ lo tienen muy difícil frente al relato de los casi ochenta millones de visitantes que pasaban sus vacaciones en nuestro país antes de la pandemia y que poco a poco, regresan. Las cadenas de supermercados y sus proveedores son soberanas al elegir las marcas que comercializan y las etiquetas que ponen. Están en su perfecto derecho. Es lo que, por ejemplo, se pone de manifiesto en la sección de vinos de la cadena de super mercados «Cash fresh» cuando, buscando un vino blanco seco, nos topamos con una botella de Viñasol propiedad de la gran bodega Torres. Dirimiendo en la etiqueta si se trata de un blanco seco, semidulce o dulce, nos encontramos con el sello «Catalunya. Denominació d’origen», con un tamaño doble al de «Producto of Spain». Ahí es donde opera la soberanía del consumidor, justo en respuesta a lo que fue una soberana decisión de los responsables de esta bodega.

El profesor Ferrán Brunet, de la Universidad Autónoma de Cataluña, recuerda que el consumo de productos identificados con Cataluña ha caído un 23 por ciento desde el intento de golpe de Estado del independentismo catalán en 2017. Ya se dispone de datos suficientes para identificar donde ha golpeado más duramente la menor actividad económica tras el «procés». El golpe más duro lo sufren las comarcas del interior de Cataluña; precisamente donde se cultivan los viñedos y el independentismo cuenta con un mayor arraigo. La recuperación forzada del turismo interior necesariamente ha reforzado unos lazos entre lo común que estaban muy desatados. No en balde la mayor parte de los estudiantes Erasmus que salen a universidades extranjeras con un sentimiento de poco afecto a lo español, regresan con una visión muy diferente tras convivir intensamente un periodo a la postre memorable de sus vidas, con estudiantes de otros lugares de España. No descubrimos nada nuevo. El localismo se cura viajando y lo que más se quiere sólo se valora cuando se pierde. Que se lo pregunten a quienes han tenido que soportar el contagio de covid en sistemas sanitarios extranjeros. Es cuando verdaderamente se valora el sistema sanitario español.

Por un puro interés comercial, es posible que los responsables de compras del grupo de alimentación MAS (Martín Andaluza de Supermercados), propietaria de la red de establecimientos «Cash fresh» revisen la sección de vinos. Es posible también que esa decisión responda al ejercicio soberano de sus clientes cuando eligen qué incluir y qué dejar fuera de la cesta de su compra. Por ser posible, también lo es que el localismo y el desprecio a lo común se desprendan de las etiquetas excluyentes conforme –después de volvernos a visitar– se hayan restablecido muchos de los afectos que nos fuimos dejando en el camino desde aquellas aciagas fechas de 2017. Unas jornadas tan bien descritas en el libro de David Jiménez Torres que lleva esa misma fecha destacada en su título [2017. La crisis que cambió España].