Opinión

Una vieja canción

De vez en cuando, me vienen a los labios unas estrofas que cantábamos de jóvenes, añadidas coyunturalmente a la antigua canción de la Falange sevillana.


Publicado en la revista Lucero, núm. 117, 3er T de 2020. Editado por Doncel Barcelona - Hermandad del Frente de Juventudes. Ver portada de Lucero en La Razón de la Proa.

Una vieja canción


No entra en nuestro estilo hacer leña del árbol caído ni regodearnos con las desgracias ajenas, máxime si, de una u otra forma, repercuten en la credibilidad internacional de España; ni, mucho menos, hacer coro con unos adversarios políticos cuyos principios son diametralmente opuestos a los nuestros.

Me refiero concretamente a las noticias e investigaciones abiertas sobre la persona del llamado rey emérito, esas que el avispado presidente del Gobierno se apresuró a calificar de inquietantes y perturbadoras, y que sirven para promover el descrédito, no de la persona, sino de una Institución.

Ni el propio ABC, periódico de fidelidad dinástica desde su nacimiento, se ha sustraído a la denuncia del caso; así, un habitual colaborador del mismo (Ignacio Camacho, 12-VII-20) habló sin tapujos de el escándalo de la fundación panameña y las cuentas suizas de Juan Carlos, y añadió, por si quedaba duda, si don Juan Carlos hubiera sabido sujetar sus pasiones sentimentales y su afición al dinero…

Claro que no es solo el rey emérito el inmerso en investigaciones, pero sí el que ha brillado por una ausencia de ejemplaridad que debe presidir la conducta de cualquier personaje público; han sido muchos, en esta sociedad del pelotazo, los que se han lucrado, y aquí, en Cataluña, tenemos el caso del, al parecer, intocable ex honorable, Jordi Pujol, sobre el que suele estar tendido un espeso velo de silencio periodístico y televisivo, tanto en los medios locales como en los alcance nacional.

De vez en cuando, me vienen a los labios unas estrofas que cantábamos de jóvenes, añadidas coyunturalmente a la antigua canción de la Falange sevillana:

El que quiera una corona
que se la haga de cartón,
que la corona de España
no es para ningún Borbón
.

Tampoco omitamos el detalle de que quienes nos enseñaban estas y otras estrofas similares o sonreían al oírlas rindieron pleitesía a las previsiones sucesorias de 1969 y se apresuraron a glorificar el juramento de 22 de noviembre de 1975…

Nosotros nunca fuimos afectos a la institución monárquica, aunque aceptamos, como ciudadanos de a pie, lo que era y es todavía la Jefatura del Estado español; ahora, es atacada por quienes igual atacarían una jefatura o presidencia republicana si tuviera, de hecho y de derecho, el carácter de española, pues sus intenciones se centran en desintegrar la unidad de España y convertirnos en campo de pruebas de poderes mundialistas, del mismo modo que ya somos cobaya de toda suerte de ideologías extrañas.

Confiemos en que, de cara al futuro, no me acuerde también de otra estrofa similar de la misma canción:

El que quiera una corona
que se la haga de papel,
que la que antes ya tenían
nos la echaron a perder
.