El volcán y una analítica de España.
Mi empresa es España, resulta que a medida que voy recopilando datos de lo ocurrido en estos doce últimos meses y utilizando el elemental sistema de ir colocando en uno de los platillos de la balanza lo que considero bueno y positivo, y en el otro lo malo y negativo, el saldo es francamente desolador.
Apuntes polémicos. El volcán y una analítica de España
En estos momentos en que escribo estas líneas y ojalá que cuando se publiquen sean más optimistas, los ojos y los corazones de los españoles están siguiendo minuto a minuto el avance imparable de la lava y las nubes de gases y cenizas que está devastando implacablemente la preciosa isla de la Palma, llevándose por delante, casas, plantaciones, escuelas, iglesias, sueños, ilusiones, proyectos y formas de vida.
Pero, y aunque más tarde retome este tema, lo que pretendo con ellas, es hacer en este final de año, una especie de analítica de esas que nos mandan los médicos para saber cómo está el paciente y poder obrar en consecuencia o tal vez mejor un balance tras el preceptivo inventario, como el que hacen las empresas y también algunas familias e incluso muchas personas a título personal, con el propósito de conocer su situación real, comprobar resultados e incluso corregir errores si es necesario, y que en la mayoría de los casos especialmente en las personas, se quedan en promesas o propósitos que pronto se olvidan o deliberadamente se incumplen.
Y como en este caso mi empresa es España, resulta que a medida que voy recopilando datos de lo ocurrido en estos doce meses y utilizando el elemental sistema de ir colocando en uno de los platillos de la balanza lo que considero bueno y positivo, y en el otro lo malo y negativo, el saldo es francamente desolador. Por mucho que me esfuerce para rellenar el primero, es muy difícil llegar por lo menos al famoso vaso medio vacío o medio lleno.
Y es que este año ha sido catastrófico y a esa conclusión llego a pesar de mi natural optimismo.
En este ejercicio de memoria por encontrar esos datos positivos –que indudablemente los hay– y de considerable importancia, tal vez lo primero sea el de reconocer que durante la pandemia del cobid-19 que hemos padecido y seguimos padeciendo aunque sea atenuada por las vacunas, el comportamiento de los españoles ha sido ejemplar. Con disciplina y sentido de la responsabilidad, obedeciendo las contradictorias, caóticas y sesgadas normas e informaciones que hemos ido recibiendo, los confinamientos, el cierre de negocios y el cambio de nuestras costumbres. Lástima que unos pocos miles de jóvenes en varias de nuestras ciudades hayan echado al final un borrón con sus desenfrenados botellones.
También la profesionalidad, dedicación, esfuerzo y sacrificio de todos los sanitarios, médicos, enfermeras, celadores, etc. que ha sido impresionante, la solidaridad altruista de otros jóvenes y no tan jóvenes, como de infinidad de taxistas, porteros, vecinos, etc., que han demostrado que nuestra sociedad no es tan egoísta ni tan insolidaria como parecía y que cuando hay que echar una mano lo hace, volcándose en este caso y como en esos pueblos que quedan gravemente afectados por terremotos o riadas.
Como es necesario y digno de destacar, la entrega y dedicación de nuestros soldados, que en su habitual y austero silencio de siempre han demostrado no solo en tierras lejanas y hostiles su preparación, disciplina y patriotismo, sino también su capacidad y sus conocimientos técnicos, acudiendo en eficaz ayuda en las situaciones de peligro en casos de incendios, inundaciones o como en estos días, a vigilar científicamente los comportamientos volcánicos de La Palma.
Pero por desgracia, la balanza se desnivela cuando vamos echando en el otro platillo, el increíble torrente de mentiras, atropellos, y toda clase de tropelías, que a lo largo de este año hemos venido sufriendo, entre nuestra sorpresa, irritación e indefensión.
Situaciones que si no las hubiéramos vivido nos hubieran parecido inimaginables hace dos años.
Y aquí vuelve otra vez la imagen del volcán que inspira este artículo y su similitud con los hechos políticos.
Porque si antes me refería a esos torrentes de magma incandescente y negra ceniza que sepultan cualquier síntoma de vida, y esos gases con olor a azufre, que hace el aire irrespirable, en este escaso tiempo, hemos visto como igualmente este gobierno socio-comunista, con el único apoyo de separatistas comprados con privilegios e inversiones millonarias, ha ido avanzando, lenta pero implacablemente, a golpe de decreto, de hechos consumados y maniobras oscuras y torticeras, apoderándose de los resortes del Estado: su Fiscalía y su Abogacía, haciéndolo antes con el mismo cargo del fiscal general nombrando a una de sus ministras. Concediendo el indulto a los sediciosos catalanes sentenciados por el Tribunal Supremo a largos años de cárcel y al que ningunean cuando no atacan en numerosas ocasiones.
Con ataques a la Jefatura del Estado, en este caso la Corona, y a la Transición del 78 que quieren barrer del mapa.
Con una ley de educación en la que se pretende, no educar a los niños y niñas, sino pervertirlos con incitaciones sexuales impropias para su edad, y otra de memoria democrática que lejos de buscar concordia o al menos mostrar respeto a aquella amnistía de la difícil Transición, fruto del generoso esfuerzo de la inmensa mayoría de los españoles, criminaliza y amenaza con penalizar a todo aquello, y a todo aquel que no se someta a su pensamiento único y a su versión totalitaria de buenos y malos de nuestra historia reciente o pasada.
Con su odio a la Iglesia y a todo aspecto o síntoma de religiosidad o valores morales que han cimentado durante siglos nuestra cultura y acervo común.
Podría seguir con una larga lista de errores y de ineptitudes en todos los ministerios que nos han ocasionado, y nos siguen ocasionando, graves contratiempos internacionales, enemistades y ridículos de sonrojo. Pero todo esto es conocido, y posiblemente lo más grave, es que no se aprecia el rechazo que debiera estar produciendo en la sociedad española que se centra más en la preocupación por el aspecto económico del problema, que también eso sí, está empobreciendo e hipotecando nuestro país a pesar de los cálculos optimistas del gobierno.
Pero no quiero caer con este balance de situación o analítica solo en la para mi juicio inútil queja o lamento. Creo necesario que de igual manera que cuando he comentado la dramática situación de la erupción en la Cumbre Vieja de Palma, nadie duda de que las dramáticas situaciones que allí se viven, son las consecuencias, los efectos de una causa conocida e indudable que es el volcán, así mismo estoy seguro de que si estuviera en manos de los palmeros, de todos, sin excepción sin diferencia de ideología o de clases, harían cualquier cosa por evitar y apagar su furia volcánica, en España deberíamos tomar conciencia de que el culpable, la causa de todos estos desafueros se deben al gobierno que nos desgobierna sin siquiera haber ganado unas elecciones directas.
Y que si partimos del irrefutable conocimiento de esa causa de nuestros males, deberíamos centrar todos nuestros esfuerzos en la necesidad de desplazar a este gobierno del poder cuanto antes, me voy a permitir insistir, y digo insistir porque ya lo he dicho y lo he escrito en varias ocasiones, porque a veces no parece entenderse, cual es nuestra situación real de España y el procedimiento para conseguirlo.
Y hay que empezar por algo que creo no podemos olvidar. El desplazar a cualquier gobierno de un país, tanto si es democrático como si no, solo se puede conseguir a través de la violencia es decir las armas, o las urnas.
Y en nuestro caso, teniendo todavía fresca la experiencia de nuestra guerra civil que duró tres años con un saldo de más de medio millón de muertos y una durísima postguerra, no parece, y Dios no lo quiera, que sea una experiencia que la inmensa mayoría de españoles de hoy estén propicios a repetir.
Si es a través de las urnas, recordar algo tan obvio como que tenemos vigente una Constitución, que con todos sus defectos aprobaron algo más del 90% de los españoles, y que para su abolición o reforma, aparte de los graves riesgos de que esos cambios caigan en unas manos o en otras, que ese es otro tema, conlleva un proceso lento y exige un consenso porcentual de los miembros de las actuales Cámaras difícil de alcanzar.
Por tanto, para las próximas elecciones habrá que utilizar los instrumentos o cauces establecidos en ella, gusten o no, que son los partidos políticos. Y que salvo que de aquí a esas elecciones surjan otros nuevos, que lo dudo, habrá que contar con los que tenemos actualmente.
Y que como nosotros no tenemos el sistema del balotage de Francia que les permite a los franceses votar dos veces como ellos dicen, la primera con el corazón y la segunda con la cabeza. Es decir, primero a aquellos a los que sientan más cercanos ideológicamente, pero a sabiendas de que no tienen votos suficientes para inclinar las urnas a su favor, y en segundo lugar, a los que consideren menos cercanos pero que puedan mejorar el gobierno de su país, nosotros tendremos irremediablemente que elegir entre aquellos que consideremos mejor o menos malo para España.
A mí siempre me gusta al llegar a esta conclusión, poner como ejemplo el que si tengo que ir necesariamente a alguna ciudad diferente de la que vivo, y me gustaría hacerlo en avión, pero si no hay aeropuerto, o en AVE pero hasta allí no llega y resulta que no tengo automóvil, porque no he podido o no he querido tenerlo, pues tendré que conformarme con hacerlo en un autobús de línea, pero procurando que sea el que considere menos incómodo o menos lento, aunque tal vez no todos los que viajen conmigo sean de mi agrado. Sin hacer remilgos, muy comprensibles pero inútiles. Los italianos dicen en circunstancias parecidas aquello de «tápiate il naso e vota».
Hemos tenido ejemplos parecidos en nuestra historia y no muy lejana y hemos respondido en situaciones muy difíciles con generosidad y altura de miras pensando más en el bien común que en nuestras propias querencias
Ejemplos de casos con las armas, fue el 2 de Mayo de 1808 ante la invasión francesa. Los españoles no se pusieron a pensar en lo que pudiera venir después, pero sabían perfectamente que el enemigo a batir era Napoleón y lucharon juntos para conseguirlo.
Y en el 36 del siglo pasado y en una situación política parecida a la actual, aunque afortunadamente ahora no haya muertos por las calles o las cunetas, monárquicos alfonsinos, o requetés tradicionalistas, falangistas, grupos católicos y de derechas, junto a militares también de diversas ideologías, monárquicos, falangistas e incluso republicanos tampoco lo dudaron y pese a sus diferencias a veces abismales, porque consideraron que lo importante era impedir que España siguiera en manos de un enemigo conocido y muy claro, y triunfaron.
Y a través de las urnas, todos conocemos otros desplazamientos o cambios de gobierno y por lo tanto de poder: El PSOE desplaza a la UCD, El PP desplaza a Felipe González, Zapatero a Aznar, Rajoy a Zapatero, etc. A través de estrategias diferentes y sin que los vencedores o los electores en muchos casos se sintieran necesariamente satisfechos con sus compañeros de viaje pero que les resultaban más cercanos a sus deseos y convicciones.
Y no hay otras vías para conseguir el objetivo principal de quitarnos de encima este gobierno nefasto que va a acabar con la España que conocemos. Yo al menos no conozco otras que no sea a través de una operación generosa e inteligente, para que cuando se celebren las próximos elecciones los partidos comprometidos con este objetivo, pueblo a pueblo, ciudad por ciudad y autonomía por autonomía, se comprometan a presentarse solo en aquellos sitios en donde tengan mayor implantación y por lo tanto mayor posibilidad de ganar, O al menos, dirigir sus respectivas campañas electorales contra el enemigo a abatir, y no contra los que quieren el mismo objetivo.
Esto pienso y no descubro nada nuevo, Y si alguien tiene alguna otra idea, plan o propuesta mejor y que sea viable para conseguir este fin, por favor, yo lo agradeceré mucho y seguramente otros muchos españoles.
Posiblemente todo esto sea pedirle peras al olmo, y especialmente a algunos partidos políticos ya sus partidarios, empeñados en mantener sus egos, seguir como cabezas de ratón y suicidarse, aunque eso mantenga otros cuantos años más a Sánchez en el poder.
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