Los pinceles y las armas
En recuerdo de aquellos pintores falangistas, artistas del pincel, que apenas son recordados por unos pocos, en ese empeño injusto y suicida de eliminar de las paginas de la historia una parte de la nuestra...
Artículo publicado en primicia en el digital Sevillainfo (2/08/2020). Recogido posteriormente por la Gaceta FJA, núm. 337, de octubre de 2020. Ver portada de la Gaceta FJA en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP
Los pinceles y las armas
Si hay dos obras fundamentales para el redescubrimiento, si se puede decir así, y la salida del ocultamiento y la invisibilización a que se vieron sometidos durante años (y lamentablemente, después de estos magníficos intentos, siguen siendo condenados), de todos aquellos escritores que desde una ideología que hoy, y desde hace tiempo en esta nuestra España, se quiere estigmatizar sin realmente conocerla, y hablo de los literatos y pensadores falangistas, esas dos obras esenciales son Falange y literatura de José-Carlos Mainer, editada por primera vez en 1971, y Las armas y las letras, de Andrés Trapiello, cuya aparición data del año 1994.
Es por tanto en virtud de un fácil juego de palabras que titulo estas líneas Los pínceles y las armas, ya que las voy a dedicar y recordar algunos, solo algunos, pintores, artistas del pincel, que, hoy en día, en ese empeño injusto y suicida de eliminar de las paginas de la historia una parte de la nuestra, apenas son recordados por unos pocos y permanecen ocultos para el resto.
Nombres como los de Pancho Cossío, Sotomayor, Sáenz de Tejada o el magnífico y vanguardista Alfonso Ponce de León, son hoy tan solo, y si acaso, notas a pie de pagina en una supuesta historia de la pintura española.
Y esto sin referirnos a ese icono mundial e inmortal de la pintura que es Salvador Dalí, al que hasta el gran maestro del cine, el británico Alfred Hitchcock requirió para la originalísima escena onírica de su película Recuerda, de 1945, protagonizada por una bellísima Ingrid Bergman y un atractivo Gregory Peck y que fue íntimo amigo de Buñuel, con el que realizó como autor del guion el legendario cortometraje Un perro andaluz, de 1929, manifiesto seminal del surrealismo mas desbocado, como en aquella escena de las manos cubiertas de hormigas, ideada por Dalí tomando como base sus propios sueños.
Ambos, Buñuel y Dalí, se habían conocido en la celebérrima Residencia de Estudiantes madrileña y, grandes amigos y admiradores mutuos como eran, no solo realizaron juntos ese primer corto sino que en 1930 volvieron a colaborar en La edad de oro. Más tarde, en los años 50, el iconoclasta, egocéntrico y provocador Dalí diría que...
Después, Buñuel trabajó solo… con lo que me hizo el inestimable servicio de revelar al público a quien se debía el aspecto genial y a quien el aspecto primario de “Un perro andaluz” y ‘La edad de oro”…
No solo eso sino que colaboró con Walt Disney, que le profesaba gran admiración, y del que fue gran amigo, en la secuencia de los elefantes rosas de la película Dumbo. Todo ello da idea de la fama universal del genio de Figueras que, al margen de lo fundamental en su obra, sus pinturas, tuvo resonancia en muchos otros ámbitos constituyéndose en lo mas parecido a un hombre del Renacimiento del siglo XX .
¿En cuántas reseñas y glosas del maestro catalán se hace referencia alguna a esta admiración?
Tras la fusión de JONS y Falange española sigue militando y se suma al Alzamiento Nacional del 18 de Julio. Finalizada la guerra y tras el Decreto de Unificación, se posicionó del lado de Manuel Hedilla. Permaneció fiel al ideario falangista hasta su fallecimiento en 1970.
A Sotomayor debemos la recuperación de ingentes fondos pictóricos robados y expatriados por el Frente Popular con destino a Rusia. Interceptados en Ginebra, pudieron ser devueltos al patrimonio español. Fue alcalde y jefe local del Movimiento en La Coruña, procurador en Cortes pero, ante todo, fue un hombre que vivió por y para el arte. Sus pinturas pueden encontrarse en América pero también en su Galicia natal, en el museo Reina Sofía de Madrid o en el de Arte Moderno de Barcelona.
Simpatizante del carlismo, se suma al Alzamiento Nacional y se une al Servicio de Prensa y Propaganda de Falange en Salamanca. Sus dibujos ilustraron libros de José María Pemán, Zorrilla, Fernández Flórez, Jacinto Benavente, Juan Ramón Jiménez y otros muchos o la revista falangista Vértice. También intervino como muralista en el Valle de los Caídos. Realizó los dibujos del himno falangista Cara al sol y, hoy en día, son famosos y perfectamente reconocibles sus dibujos de temática falangista.
Y que decir de Alfonso Ponce de León, malagueño, amigo de Lorca, compañero de estudios de pintura de Dalí, contertulio de Buñuel en la Granja del Henar, vanguardista y que se vinculó a la corriente del Realismo mágico, amigo también de Picasso durante su estancia en París… Para Lorca realizó decorados para espectáculos en La Barraca, ilustró libros de Francisco Ayala o González Ruano… como Dalí hizo alguna incursión en cine: dirigió Niños en el 34 y, con el también falangista Edgar Neville, hizo la película Do, Re, Mi, Fa, Sol.
Contertulio con José Antonio en la Ballena Alegre, fue falangista de la primera hora, camisa vieja. Desde la fundación de Falange, con el carnet 919 de Madrid, realizó labores propagandísticas para el partido. Junto al tempranamente malogrado Samuel Ros fundó el cineclub del Sindicato Español Universitario, el SEU, del que fue autor de su escudo, el cisne del SEU. También para la revista Arriba realizó grandes ilustraciones como su gran emblema falangista.
Porque el 20 de septiembre de ese mismo 1936, mientras esperaba en la puerta de su casa de La Castellana madrileña, silbando el Cara al sol, a su esposa, Margarita Manso Robledo, mujer moderna, libre y adelantada a su tiempo, pintora como él y del grupo íntimo de Lorca y Dalí también, con la que se había casado en 1933, fue detenido por milicianos del Frente Popular y trasladado a la tristemente celebre checa de Fomento, una de las mas sangrientas de los cientos de checas que existieron en ese Madrid que tan magistralmente retrató en su libro Madrid, de corte a checa el gran Agustín de Foxá.
Allí fue torturado brutalmente para que delatara a sus camaradas, allí mismo fue asesinado y su cadáver encontrado en la cuneta de la carretera de Vicálvaro nueve días después de su desaparición. Tenía Alfonso tan solo treinta años. No solo él acabó tan trágicamente su corta y prometedora vida, su padre y su hermano Guillermo fueron asesinados en ese mismo septiembre y su también hermano, Juan, fue fusilado el siete de noviembre.
Aquel cuadro surrealista en que el propio Alfonso aparecía, victima de un accidente de coche, despedido por una ventana del mismo y con la frente llena de sangre, pero en el que el autor parecía querernos sugerir (el dedo índice que señalaba la frente ensangrentada) que era otra la razón que había llevado al protagonista del cuadro a esa cuneta, y no un simple accidente de coche. Había pasado a la historia, no solo de nuestra pintura, sino también de la miseria y el horror al que llevan el fanatismo y el odio.