La bandera y la espada

13/AGO.- En la bandera se reúnen los sentimientos, los recuerdos, los homenajes, los antepasados, los presentes, los proyectos, y los destinos de cada nación, otras cosas son las espadas.

El recuerdo del señor Zapatero, permaneciendo sentado ante el paso de la bandera de los EEUU, hace unos años, sigue vivo en la memoria de muchos. Fue una acción despreciativa, ofensiva, al símbolo de la nación más importante del mundo que había tenido la gentileza de desfilar, junto a nuestras FF.AA. en el día de nuestra Fiesta Nacional. El desprecio de Zapatero aún repercute en nuestras relaciones y, quien sabe, con las de Marruecos su nuevo “amigo de confianza”.

Y es que en la bandera se reúnen los sentimientos, los recuerdos, los homenajes, los antepasados, los presentes, los proyectos, y los destinos de cada nación. Y son ⎼deben ser⎼ objeto de respeto de todos, incluso de las contrarias.

Otras cosas son las espadas, instrumentos de guerra, de muerte… especialmente la de Simón Bolivar, el traidor a España que, sin embargo, tras la violenta separación de la España europea, soñó con una gran nación hispanoamericana… pero eso fue su acción política, respetada desde hace mucho en Españas, donde tiene monumentos.

Pero en su lucha por la secesión (hay que recordar que no eran colonias susceptibles de independencia sino virreinatos, “otras Españas”) su espada fue culpable del asesinato de muchos españoles:

«Para tener derecho a una recompensa de grado bastará presentar cierto número de cabezas de españoles o de isleños canarios. El soldado que presente 2 será hecho abanderado en actividad, 3 valdrán el grado de teniente. 50 el de capitán».

Simón Bolivar. Decreto de Guerra a muerte. Art. 9. Trujillo, 15 de enero de 1813.

Nuestro jefe de Estado, Felipe VI, actuó como como correspondía: cumplió con rigor el protocolo en la proclamación de la presidencia de Colombia, y se mantuvo sentado ante la exhibición de una espada, sin valor diplomático ni representativo, sino símbolo de miles de asesinatos.

Bien hecho, Señor.




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