Puigdemont, ¿a prisión?

10/OCT. Autor.- Costillares. Esto reafirma la inutilidad de la Unión Europea, ya criticada en otros artículos por el maestro Sertorio.


Publicado en El Manifiesto (4/10/2021). Recogido posteriormente por Desde la Puerta del Sol en su núm. 515 (8/10/2021). Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP).

27 de octubre de 2017: proclamación unilateral de la República catalana. Suspendida el 31 de octubre y anulada el 8 de noviembre por el Tribunal Constitucional. El capitán del barco, Carlos Puigdemont, no lo dudó un segundo y pegó una espantá de órdago dejando a su República de tontos bajo el arbitrio del Gobierno de Mariano Rajoy. El 30 de octubre, ante el rescoldo de una más que probable detención, inicia una huida, dicen, camuflado en un coche con la reducida ayuda de un grupo de mozos de cuadra. Tras un breve paso por Bruselas, fijará su residencia en Waterloo, donde será amancebado por la Generalidad y amigos. Después de comparecer ante la justicia belga y alemana, la cual rechazó la extradición, queda en libertad con cargos y, desde entonces, pasea por Europa como Pedro por su casa aprovechando la inmunidad que le otorga el acta de eurodiputado.

El pasado 23 de septiembre fue detenido en Cerdeña. O Cataluña la Nueva, pretendiendo asistir al 33.º Encuentro Internacional de la Asociación para la Difusión del Folclore Catalán (Adifolk), estando convencido de que se hallaba suspendida la euroorden emitida por el juez Llarena  o, hablando en plata, pasándose por el forro de sus collons a la justicia española.

Cabe preguntarse: ¿qué coño tienen que ver Cataluña y Cerdeña? Alguer, pequeña ciudad situada al noroeste de la isla, es considerada una ínsula catalana dentro de la propia Cerdeña donde, fruto del expansionismo de la Corona de Aragón (aquella de la cual Cataluña solo formaba parte gracias a la agrupación de una serie de condados), hoy día existen reminiscencias del alguerés, un dialecto del catalán que ha servido de excusa para convertir al municipio italiano en una especie de embajada de mastuerzos en defensa del catalanismo.

Al tiempo de producirse el alboroto, comienza la erupción del volcán de la Palma. No es extraño pensar, y de hecho no hay pocos que así lo han manifestado, que el Gobierno comunista, pactando con Mefistófeles para salvar nuevamente el culo, y con la inestimable ayuda de la Madre Tierra, agradecida por la impagable labor de la Agenda 2030, han abierto las puertas del Averno, de modo que se pudiera mantener la atención mediática distraída del que debiera ser el verdadero foco de interés. Una enésima cortina de humo.

Bromas aparte —no vayan a pensar que uno forma parte de la República de los tontos o de aquel club que juega con nosotros cual marionetas—, seguimos esperando a que el Gobierno se manifieste al respecto. Por respuesta, el silencio..., ese lenguaje invisible que el Gobierno lleva por bandera frente al vocerío de sus vasallos de encefalograma plano. Un silencio que corrobora, una vez más, la complicidad de Pedro y Carlos, entre socialistas y catalanistas. Esto reafirma la inutilidad de la Unión Europea, ya criticada en otros artículos por el maestro Sertorio, quien nos ofrece una vía esperanzadora de cara al futuro próximo: la creación de una gran Eurasia desde las Azores a Vladivostok. O la solución de Marcelo Gullo, quien aboga por mirar hacia Hispanoamérica y recuperar la unión de la Madre Patria. Sea como fuere, frente a la progresiva balcanización de la civilización occidental y la consiguiente, e irreversible, subordinación política, económica y cultural al Gran Hermano —ese nuevo orden mundial de cuya franquicia los políticos sólo son meros comerciales—, únicamente queda despertar o seguir sumidos en una realidad dirigida de la que difícilmente podremos escapar.