San Fernando, incómodo para la corrección política.

El diario ABC de Sevilla publicaba el 22 de octubre de este año un excelente artículo del comentarista Antonio Burgos, donde se hacía eco de que el PP de esa localidad se había opuesto a la proposición de Vox para el que día de San Fernando, 30 de mayo, como sabemos, fuera declarado festivo en la capital del Guadalquivir; la razón esgrimida por el delegado de festejos popular fue que esa festividad no está lo suficientemente arraigada en el pueblo.

La ridiculez de esta respuesta no es, por supuesto, ajena a una motivación política de más calado; y esta es el carácter vergonzante del rechazo y, en el fondo, la connivencia del supuesto partido de la oposición con las tesis de la corrección política, esas que se vienen aplicando en España y en toda Europa como un verdadero ucase sin posible apelación. Quedaría muy mal que un partido democrático al uso encumbrara a quien arrebató al islam la ciudad de Sevilla en la Reconquista; la corrección política –acaso la Ley de Memoria Democrática, según dice humorísticamente Antonio Burgos– llega hasta el siglo XIII…

Siempre he defendido la tesis de que el PSOE y el PP son las dos caras de la misma moneda, acuñada por el Sistema de forma totalitaria. No se trata solo de bipartidismo, sino de confluencia de valores (en este caso, de antivalores), en cuanto a la historia y al presente. El necesario combate cultural contra la imposición de la ideología woke no cuenta con los populares entre sus adalides precisamente, que solo se limitan a argumentar razones económicas frente a su adversario para su teórica labor opositora; en lo demás, están de acuerdo o, por lo menos, se callan. España y su historia, los fundamentos espirituales y cultuales heredados, el presente angustioso, les traen al pairo, al igual que la desazón de los ciudadanos sometidos a la presión de las peregrinas teorías impuestas.

San Fernando fue rey y reconquistador de Sevilla, luchó contra los enemigos de la fe cristiana e invasores de las Españas; protegió la cultura y fue canonizado por la Iglesia por sus innegables virtudes. Y por algo fue elegido como patrón de la Juventud (O. J., Frente de Juventudes) y ejerció especialmente este patronazgo en las entidades de afiliados (FF. JJ. de F., OJE), y lo sigue ejerciendo, ya que su impronta de servicio, de humildad y de constancia en el esfuerzo son ejemplo permanente.

Evidentemente, esto no representa nada para un partido que en numerosas ocasiones ya ha hecho tabula rasa de todo lo que pueda representar nuestra tradición, nuestro presente y un futuro más esperanzador.

La noticia que comentamos puede no ser más que una anécdota, pero significativa de lo que da de sí ese voto útil que se empeñan en promocionar constantemente.