Entre lo viejo y lo nuevo
Ver portada de la Gaceta FJA en La Razón de la Proa.
Decía un clásico sobre la eterna discusión entre lo nuevo y lo viejo que, en realidad en eso, como en otras cosas, solo impera el sentido de la oportunidad. Esto me viene a cuento por el también permanente debate entre esas dos circunstancias que rodean a la ciencia política: qué son las ideologías caducadas y las corrientes aparecidas o qué aparecen recientemente.
Y se comparan doctrinas políticas y sociales de vida ya larga y los movimientos surgidos apenas unos años, donde ya existen grupos de critica denunciado la vejez de algunas en detrimento de esas nuevas tendencias.
Ejemplo de estos debates lo tenemos los falangistas, en los que se ven, se leen y se oyen a quienes, –con toda libertad, eso sí–, abogan por abandonar el nacionalsindicalismo –cuerpo doctrinal de Falange–, por ser ya un depósito de principios que han perdido su eficacia, incluso su poder de captación, precisamente por su carácter de antigüedad, de vejez, e inactualidad.
Es un clásico debate entre los que nos llamamos falangistas y quienes piensan que su tiempo ya ha pasado, entre los que se cuentan numerosas personas que se dicen falangistas. Se ha quedado obsoleto, explican, porque una doctrina que tiene ya casi un siglo –si damos el 29 de octubre de 1933 como fecha de salida–, resulta muy vieja dicen sus detractores.
Claro que si esta predicción la usamos con relación a otros modelos y filosofías políticas que conocemos, la verdad, no parece que haya correspondencia. Por ejemplo el capitalismo, que es la versión económica del liberalismo, hunde sus raíces ya en la edad media, aun cuando toma naturaleza tras la Revolución francesa, y se viste con las reflexiones de Locke, no deja de tener más de trescientos años, con lo cual su titulo de “ancianidad” está más que presente. Por supuesto si hablamos del marxismo, es evidente que fue el filósofo alemán, quien allá por el año 1870, escribió su mamotreto El capital, dando entrada al marxismo como teoría política, y nadie pondrá en duda su antigüedad, y está ahí.
Del mismo modo podemos hablar respecto al fascismo de Mussolini, quien –viniendo de un directorio socialista marxista– (fue director del periódico socialista italiano Avanti. 1911, fundó en marzo de 1919, el primer Fascio italiano de combatimento, mostrando sus cien años de vejez. Igual podríamos decir del nazismo, un socialismo que derivó al nacionalismo más extremo, nacido tras la humillación del pueblo germano después de la I Guerra Mundial.. De joven nada.
Y resulta que es [vieja] la doctrina que elaboró Jose Antonio Primo de Rivera, con las aportaciones de Onésimo y Ledesma, la que propuso en 1933, las bases para el nacionalsindicalismo, que supuso la teoría política más joven de las conocidas hoy. Entonces, no veo razón para acusar a nuestra política como vieja frente a lo nuevo. Pues incluso hasta decir que nunca fue aplicada en su completa exposición doctrinaria.
No hay base para propagar la idea de una antigüedad, como razón suficiente para su defenestración, y no me vale el argumento de que nunca fue desarrollada, si observamos el funcionamiento de las que se llaman nuevas, notamos que muchas se hacen en gran medida a base de decretazos, toda una prueba de su insuficiencia. Y están en el Gobierno. Pero a nosotros nos queda luchar por presentarlo de manera moderna y atractiva.
Personalmente y como simple falangista de a pie, estoy cansado de tener que soportar esa cantinela, que si que es tan vieja como la propia historia del partido que pusieron en marcha nuestros fundadores, de que el discurso.