«Comunistas, a la revuelta»
Ya ha empezado a desmelenarse. Ni siquiera tiene el pudor de entreverar que lo hace cobrando todavía como miembro del Gobierno de España. Ya ha empezado a lanzar las consignas comunistas que tanto lo privan. No le importa que salgan de un casoplón como el que disfruta en Galapagar, ni que estén avaladas por unos ingresos no merecidos pero que representan una cifra cuantiosa que percibe de todos nosotros. Ni le inquieta que esas consignas sean pronunciadas por un «casposo» de mucho pistón que se ha metido de hoz y coz en el capitalismo al que tanto odia y al que, desde esos spot, intenta reventar. Es el acabose de la incongruencia. Acaso sea resultado del odio de rata de cloaca que le domina sin que todavía nos haya dicho su origen, sino que lo esconde. Pablo Iglesias ha encontrado el momento de sacar a relucir todo su rencor, toda la maldad que encierra su ser, aprovechando, quizá, lo que percibe su sensibilidad de que su comportamiento en el Gobierno de la nación no era de lo más adecuado. Informaciones diversas corren incontenidas, y los bulos –que nos ha dado por denominarlos fake news– no dejan de discurrir de un lado para otro.
Él, Pablo Iglesias, sigue agarrado al sillón de la vicepresidencia pues nunca se sabe lo que puede suceder. No lo dejará hasta última hora a pesar del órdago que ha lanzado sobre Madrid, pensando, seguramente, que desde la capital del reino puede hacer más fuerza para sus malvadas intenciones que desde una vicepresidencia del Gobierno donde únicamente puede hacer fuerza con la boca, pero sin disponer de otros medios coercitivos, lo que ya es demasiado.
En este número de Desde la Puerta del Sol incluimos información suficiente para documentar a nuestros lectores, caso de que ya no lo estén suficientemente, e incitar a pensar sobre el particular. E incluso sugerirnos por dónde ha de ir nuestro voto.
Isabel Ayuso es la primera que ha tomado el camino que nosotros venimos denunciando machaconamente desde hace tiempo. No es que pensemos que nos ha hecho caso –Dios nos perdone, lo más seguro es que ni nos conozca–, es que apreciamos que ha osado emprender la ruta que, intuimos, en estos momentos corresponde tomar, rompiendo esquemas si es que no hay otro remedio, oponiéndose a las intenciones que se exteriorizan desde el Gobierno que regenta el país, y dando el necesario puñetazo encima de la mesa para espabilar al personal que está adormecido.
Ni que decir tiene que, desde nuestra postura de pertenecer solo a nuestro partido sin nombre, nos sumamos a la decisión tomada por la presidenta de la Comunidad de Madrid, y nos tendrá para ayudarla en lo que podamos hacer. Con la esperanza de que sigan saltando esquirlas por toda la nación hasta hacer caer a la banda que se ha empotrado en todos los rincones de la nación.
Hasta estamos pensando premiarlos con un master si conseguimos echarlos –de esos que están de moda hoy día– en el que les expliquen cómo se gobierna una nación con el fin de que se den cuenta de que los ignorantes no están capacitados para esos menesteres, los ambiciosos solo tienen los días contados en tamaña empresa, los ideólogos trasnochados percibirán que están demodé, y los lameculos son una bazofia despreciable que se empeñan en hacer oposiciones a ser tirados a las porquerizas. Quizá salieran del master un poco abochornados si es que tenían decencia, o dispuestos a entrar en una escuela de formación profesional para poder trabajar algún día en algo útil que pudieran realizar sin grandes esfuerzos.
Para animar a nuestra regenta a que no decaiga, hoy traemos, en vez de un botijo para aclararnos la voz en momentos de discursos electorales, la fachada de uno de los tres establecimientos que han existido en Madrid con el botijo como emblema. Es el tercer establecimiento más antiguo de Madrid, de 1754, todavía en funcionamiento, abierto después de la farmacia Reina Madre y del restaurante Botín. Aunque el edificio no es el original, el establecimiento se ha mantenido en el mismo lugar. Tenemos y queremos un Madrid moderno y bien organizado, pero sin romper el Madrid tradicional, de las manolas y los chisperos, de la verbena de la Paloma, de los bailes en Las Vistillas, del 2 de mayo de 1808 y de Manuela Malasaña.