Ante la Cruz del Valle

En pocas ocasiones hemos sentido un recogimiento tan íntimo como en la penumbra de la basílica del Valle de los Caídos, casi solitarios ante el Cristo de Beobides. Allí un aguijón nos ha despertado la necesidad de hablar con nosotros mismos, de analizarnos, de intentar recorrer nuestro pasado y visionar nuestro presente para proyectar el futuro. Sin prisas. Hay cosas que es preciso hacer sin prisa, cosa que con harta frecuencia olvidamos. A todos. Andamos muy apresurados, como si quisieramos agotar a tope el tiempo del que disponemos. Sin pararnos a pensar si lo gastamos con utilidad o más bien lo invertimos en banalidades.

Fuera del recogimiento de la basílica, rodeados por el ruido de la muchedumbre, agobiados por el fragor de la ciudad, es difícil ese análisis que de vez en cuando debemos hacer para valorar si el camino que seguimos es el adecuado o nos hemos perdido por una vereda que no lleva a parte alguna. Por ejemplo, en el correr de cada día no es fácil nos pongamos a comprender todo lo que supone la frase «Padre nuestro», pues si en un rincón monástico hay que dedicar casi toda la vida a meditar al respecto, nosotros no podemos llegar a sacar todo su significado en un momento de reposo. Pero ese momento de hechizo sí nos sirve para, mientras pronunciamos las dos palabras, sentir un gran arrobo en nuestra intimidad.

Lo que podemos intentar en este domingo en el que cantamos glorias porque ha llegado el verano, y soñamos que la apertura hacia la normalidad de que vamos a ser objeto nos permitirá ir reconquistando de nuevo la libertad de la que hemos estado privados tanto tiempo; en el ello nos servirá de ayuda escuchar lo que nos dice el P. Santiago Cantera, prior de la abadía de Santa Cruz.

«El hedonismo capitalista ha hecho más daño que decenios de ateísmo y persecución». 
Javier de Navascues entrevista al P. Santiago Cantera.
Publicado en el blog de Somatemps

• —A ustedes también les está afectando la pandemia, teniendo varios hermanos enfermos, uno de ellos estuvo grave. Rezamos por él.
• —Muchas gracias por sus oraciones. Ciertamente, casi todos hemos pasado la enfermedad a partir de un monje que se contagió en un hospital y trajo el virus al monasterio. Gracias a Dios, ya lo hemos pasado y hemos quedado con anticuerpos, pero hay otro monje que ha estado muy grave y afortunadamente está mejorando mucho y el pronóstico es bueno.​​..
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