Da rubor
Quizá no entienda la importancia que tiene y representa un jugador de fútbol, y eso debe ser porque lo comparo con lo que hacen personas dedicadas a otros menesteres en distintos gremios. Al parecer, en el contrato suscrito estos días entre el C.F. Barcelona y Messi –al parecer en quiebra el citado equipo o a falta de un pelo– consta que sus honorarios para los próximos cuatro años son de 555.237.619 €, es decir 138.809.405 € anuales, con lo que se podrían contratar, aproximadamente, a 558 jefes de Estado, 1.636 presidentes de Gobierno, unos 3.000 médicos de la seguridad social, y podríamos seguir enumerando destinos como la ayuda a tantas empresas que están cerrando, o a empleados que se quedan en la calle; por no decir la cantidad de investigadores que podrían existir en España.
O, también, cómo se podría mejorar la enseñanza, cuantas casas se podrían construir para aquellos que están en la calle o no pueden pagar la renta por carecer de trabajo, y un largo etcétera. Y lo que es más despiadado es que ese dinero que se da a Messi lo pagan gran parte de menesterosos sin trabajo a los que ciega el dichoso fútbol, recibiendo 8.165.260 € por cada gol que metió el pasado año 2020. Incluso, si hiciéramos una investigación al respecto, encontraríamos que los presupuestos de algún país no alcanzan esa cifra.
Da auténtica vergüenza las cantidades que se manejan en estos equipos de fútbol. Porque a ello hay que sumar el resto de la plantilla, la cantidad de gente que se mueve alrededor recibiendo sueldos o dádivas de diferentes especies y cuantía, creando una espécimen de individuos engreídos a los que el pueblo llano eleva a la categoría de dioses.
Mucho hay que arreglar al respecto. No vale justificarlo con que las patadas a un balón de un determinado fetiche producen mucho dinero. Si ese dinero está mal repartido no vale el modo de conseguirlo.
Tal como la que hoy traemos a nuestras páginas, probablemente de Utiel, comercializada por Gioconda Artic, que puede ser un botijo trampa, pero que sin duda es una pieza curiosa de exposición. Probablemente no nos atreveríamos a echar un trago de su contenido, al menos hasta haber descubierto qué pitorros estaban cegados y cuáles en uso.