No es fácil saber lo de mañana
15/DIC.- Resulta complejo imaginar qué habrá sucedido en España cuando Cuadernos de Encuentro llegue a nuestros lectores. ¿Habrá presidente del Gobierno? ¿Será el adecuado para la tarea que toca desarrollar de cara a enderezar este país que viene decayendo desde hace tiempo?.
Publicado en el núm. 139 de Cuadernos de Encuentro, invierno de 2019
Editado por el Club de Opinión Encuentros.
Ver portada de Cuadernos de Encuentro en La Razón de la Proa
En estos días que dejamos volar la pluma resulta complejo imaginar qué habrá sucedido en España cuando Cuadernos de Encuentro llegue a nuestros lectores.
¿Habrá presidente del Gobierno? ¿Será el adecuado para la tarea que toca desarrollar de cara a enderezar este país que viene decayendo desde hace tiempo? ¿«Habremos» elegido al personaje menos apropiado dadas sus inclinaciones y propensión a llevarnos por una ruta llena de dificultades, resbaladiza por demás, incógnita por estar como cubierta por una niebla densa, poco prometedora en tanto en cuanto las experiencias anteriores han resultado de lo más detestable y siniestro?
¿Resultarán las personas elegidas para acompañar al presidente las más idóneas para enfajarse con la faena que tienen por delante, o serán simples comparsas de ideas subliminales imposibles de realizar por dificultades manifiestas ya que faltarán medios materiales, sobrarán espabilados vividores, y no pocos de ellos resultarán incompetentes por escasez de formación, incapacidad intelectual, y escasa experiencia para acometer tareas de alto contenido?
Las preguntas poco prometedoras que nos hacemos nos inclinan al desánimo. Las conversaciones que se están desarrollando van precisamente por el carril más negativo de los que se pudieran elegir, pues es fácil suponer que los acuerdos puedan esté mal sujeto por pernos que no reúnen la calidad adecuada, el acero utilizado en la fundición no sea el más apto, las traviesas no haya fraguado debidamente…
Son muchas las dudas que entenebrecen el paisaje, la borrasca que viene cubriendo el paisaje hace días promete grandes aguaceros que pueden arrasar las rieras resecas de tiempo atrás, convertir en ríos caudalosos torrentes de escasas aguas o desbocarse las ramblas anegando los campos que hasta ahora han estado llenos de mies u otras sementeras. Porque, parafraseando la célebre sentencia de Rafael Guerra, el torero del ingenio, hasta podemos llegar a sentenciar que «Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible».
¿Cabe esperar que el acontecimiento de designar presidente del Gobierno haya ido por otros derroteros? Realmente parece difícil pensar esa solución con esta antelación cuando quienes han de deshojar la margarita andan, con toda parsimonia, cambiándose los cromos con la intención de completar todas las hojas del álbum entre los que aportan unos y los que se sacan de la manga otros.
Es difícil que todos los recuadros de las páginas del álbum lleguen a cubrirse pues prácticamente es imposible que surjan válidas todas las estampas toda vez que el vendedor no pone todas a la venta con el fin de obligar a que el coleccionista siga comprando con la ilusión de ver todo su cuadernillo completo.
Para ello hace falta que quienes participan en el juego lo hagan limpiamente, no sean marrulleros, extiendan todos los cromos sobre la mesa para ir tomando los necesario para completar la colección, sin esconder ninguno en la manga que pueda ser definitivo y lo sustituyan, en un desliz, por otro parecido, con el fin de que quede abierta la puerta para, en el momento adecuado del discurrir del tiempo, puedan sacar el bueno con el firme propósito de cambiarlo por el falso.
Para que se pudiera producir un cambio sería necesario que surgieran nuevos jugadores con deseos de abrir distintos horizontes, con poder para limpiar los nubarrones, medios para volver a desecar los campos encharcados, capacidad para conducir todo esa agua desmadrada a los embalses a fin de que cubran las necesidades de la población, y aportando planes claros con los que los damnificados por las lluvias y las inundaciones pudieran ver repuesto su patrimonio al estado primitivo desde el que iniciar un nuevo y auténtico progreso, camino de una modernidad, con el basamento de toda una historia verdadera y la experiencia de vida que se consigue día a día, trabajando con ahínco y sin descanso, valorando lo que se tiene y se consigue, y siendo sumamente generoso con los demás.
Hoy no sabemos lo que tendremos en España en el momento del amanecer de este número de Cuadernos de Encuentro. Aunque nos encontraremos, seguro, con la celebración de la Navidad, la conmemoración de la encarnación una vez más del Niño Dios con el fin de echarnos una mano en nuestro constante devaneo en las cosas que ocurren en el mundo y no terminamos de centrar.
Tanto es nuestro desajuste, que nuestros contemporáneos, que no olvidan celebrar la Navidad, muchos reducen la fiesta a lo pagano –o escéptico si lo suavizamos–, buscando la compañía de Papá Noel, otros llegan hasta a recordar a Santa Claus –mitificación del poeta Clement Clarke Moore en 1823–, o, incluso, recordando a San Nicolás, el obispo cristiano que vivió en el siglo IV en Anatolia.
Nosotros pondremos el Nacimiento –o Belén–, cantaremos villancicos, nos reuniremos a cenar lo que se tercie en familia, y descorcharemos una botella de cava, o de cualquier otro vino espumoso de los que con gran calidad se producen en distintas latitudes del país. Y, como no podía ser de otra forma, brindaremos por España, la de siempre, la que desea la mayor parte del pueblo español aunque traten de escondérnosla.
¿Qué quién ocupa la presidencia del Gobierno? No serán momentos para andarse con estos tiquismiquis pues estaremos ocupados con celebrar que Dios ha nacido, que Dios existe, que Dios está en nosotros. Y con Él nos será posible cambiar todo lo que sea preciso. Con fe y esperanza.