España ya es social-comunista
Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa.
Lo ha dicho Pablo Iglesias con esa cara que se le pone de felino de mal augurio, cuyo rostro tiene peor aspecto por culpa de la perilla que se deja y los ojos que presenta cuando parece querer saltar sobre el interlocutor. No importa que ahora se ponga corbata (quizá por recomendación del Rey) y a veces chaqueta. En cualquier caso resulta desagradable el muchacho, lo que parece ser su signo de distinción del resto de los mortales.
Pues sí, asegura que con la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado se abrirá una larga marcha del social-comunismo en la cual no tendrán cabida los partidos llamados de derecha. Esa es la libertad que pretenden implantar y que poco a poco van intentando poner en marcha. De partidos políticos que no vayan tras él y Pedro, nada.
No se trata de trabajar para el engrandecimiento del país, de la mejora de los españoles, de conseguir para ellos el pan y la justicia. En absoluto. Como se puede ver, el pan cada vez se raciona más y ahí está como ejemplo los recortes que han iniciado a los jubilados y como se retrasan la administración en pagar a los ERTE o los beneficiarios de ingreso mínimo vital que todavía no han visto un euro.
A lo que vendrán los anuncios que aparecen como ráfagas y se apagan inmediatamente –suponemos que para que nos vayamos haciendo a la idea– de subida de impuestos, vuelta los que fueron eliminados hace tiempo como el caso del patrimonio; sin olvidar la cada vez más acuciante dependencia del Estado para cualquier cosa, la anunciada eutanasia cuando se considere que los seres humanos ya no dan más de sí, el control total sobre la juventud a través de la ley Celáa y lo que venga detrás.
Y el largo etcétera que a Pablo Iglesias se le ocurra implantar de sus experiencias en Venezuela y Bolivia. Todo ello si Pedro Sánchez no re-acciona, cosa poco probable pues seguirá manteniendo todo el tinglado de votos a favor de comunistas, independentistas y asesinos para no perder el disfrute de La Moncloa.
Y el caso es que eso que llaman derecha –centrada o extrema– constituye mayoría en el país, que no vota por aburrimiento o por castigo al haber sido engañada legislatura tras legislatura. Derecha que sigue sin mostrar lo que puede ofrecer ya que se mantiene en una apatía profunda o guardando escrupulosamente –no se sabe para cuándo– lo que puede ofrecer a los españoles.
Con la llegada el invierno de verdad, pensando en la cantidad de españoles que se encuentran a la intemperie, el ánimo no es de lo más exacerbado, sino todo lo contrario.