Estamos hartos.
Sí, estamos hartos de tanta irresponsabilidad, de tantos juegos con lo político, con tanto abandono del cumplimiento de los deberes para el buen gobierno, de tanta manipulación de las leyes para hacer su santa voluntad quienes tienen la obligación de cumplirlas y hacerlas cumplir, de la falta de respeto que los compromisos conllevan en sí. Estamos hartos y cansados de los políticos que mueven los hilos del gobierno de la nación para obtener únicamente aquello que persiguen tanto en beneficio propio como lo que pretenden conquistar para su ideología, mediante el uso indebido de la libertad, contradiciendo la máxima con la que Lord Acton, el historiador y político inglés: «La libertad no es el poder hacer lo que queremos, sino el derecho de ser capaces de hacer lo que debemos».
Es vergonzoso vemos obligados a soportar lo que cada día nos anuncian los medios de comunicación que va, en su mayoría, en contra de los intereses de la nación. Teniendo que escuchar, incluso, la opinión contraria que se produce entre unos y otros miembros del Gobierno. Desconociendo lo que otro famoso político, además de abogado, escritor y orador, Maximiliano Robespierre, apodado el «incorruptible», quien consideraba que «El secreto de la libertad radica en educar a las personas, mientras que el secreto de la tiranía está en mantenerlos ignorantes».
Y en esa disparidad de criterios nos encontramos con que el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, opina que en España «no hay plena normalidad política y democrática», mientras que la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, considera que «España es una democracia plena», lo que es complementado por Arancha González Laya, ministra de Asuntos Exteriores asegurando que «como España, no existen nada más que 23 democracias en el mundo» colocando a Rusia en el puesto 124 de 167 países.
Lo cierto es que España es como un barco sin timón que, además, tiene todo el velamen descontrolado, con las jarcias desmandadas e imposibles de manejar, complementado con el agravante de que, sin intentar abordar un nuevo rumbo, ya están repartiendo la estiba sin esperar arribar con bonanza al puerto. De esa actitud tan mediocre y mezquina decía Platón: «No hay peor gobierno que el que hace de una sociedad varias, al igual de que no hay mayor bien para las comunidades que aquellos que les reúnen y unifican».