Me 'flipa' Pedro Sánchez

Repasando la prensa digital encontré en Huffpost una curiosidad que contiene un punto de vista interesante descubierto por una norteamericana que ha decidido compartir su vida en Madrid con nosotros. El descubrimiento fue una sorpresa que la flipo cantidad –como dice ella–, pues, asegura, y ella lo sabe de sobra porque lo ha vivido allende el otro lado del charco y lo está haciendo ahora por esta tierra de María Santísima, es el estilo de vida de los mayores en España, cosa que ha grabado y publicado en TikTok@maggieinmadrid.

En su reportaje amateur asegura que lo que ve por Madrid –y extiende a toda España–, es «el estilo de vida de las generaciones mayores en comparación con Estados Unidos». Asevera que somos «activos, caminan por todas partes, incluso aunque utilicen andador o necesiten ayuda e incluso los puedes ver en una discoteca a la 1:00». Atreviéndose a atestar que «son sociales, casi parece que festejan más al ser mayores», afirmando que «la esperanza de vida en España es tan alta por esto». «Porque la gente enfoca su vida en torno a su propia felicidad y generando recuerdos con sus amigos en lugar de estar solos». Testificando que «una de las cosas que más me impresionó en USA fue ver gente tan mayor trabajando. No tiene ni jubilación pública ni sanidad pública de calidad».

He de confesar que esta lectura me animó también a mí cantidad; me hizo estirarme por encima de como lo hago habitualmente; me di cuenta de que no soy capaz de estar parado, tranquilo, sin estar hurgando en algo; me felicité por haber tenido la oportunidad de colaborar a lo largo de los años para tener hoy una jubilación pública –aunque me gustaría fuera un poco mayor– y una sanidad que, a pesar de los retrasos, nos mantiene en bastante buen estado; me asombré al ver cómo la mayoría de gente de mi edad andaba tras los equipos de fútbol como si fueran unos chiquillos, por más que yo lo considere una simpleza.

Y, desde luego, tomé conciencia de que me apetece hacer unas vacaciones con el Imserso todos los años, y estar pendiente de los puentes para aprovecharlos en una escapada e ir con la familia, o con los amigos, a la playa o donde sea pues el caso es trotar por ahí; y no digamos lo que flipa salir a tomar un cafetito por la tarde o una birra al medio día en el bar de enfrente con los amigos del barrio,... Desde luego, mi vejez, no es nada aburrida pues, además, como me encanta comunicarme con mis amigos, o con quien se ponga por delante, me entretengo en hacer este digital y alguna que otra cosa.

¿Y qué hace Pedro Sánchez para fliparme? Jopé, es un muermo. Todo el día encerrado en La Moncloa salvo que se vaya a dar una vuelta por el mundo en el Falcon con la intención de que le reciban personas importantes que a su vez son otros muermos ansiosos de mandar; y embeberse en montar con ellos jugarretas con la intención de llegar a conseguir algún buen puesto internacional que lo aposente en otro sillón más importante y pueda viajar en un avión más grande que el Falcon, lo que le llevará a entrevistarse con otros muermos todavía más encrespados para, aprendiendo de sus mañas, querer mandar en más lugares todavía aunque ello no le produzca ningún regocijo, salvo engañar a la gente para que creen lo que él diga, aumentar sus reservas para contarlas cuando sea mayor para continuar viviendo tedioso aunque sea en un palacio de oro,...

Y así todos los días, porque, seguro, aunque se vaya a La Mareta o a Doñana le consideramos incapaz de disfrutar de un chapuzón en el mar, tomar el sol plácidamente, caminar por senderos donde toparse con otras personas a las que saludar, sentarse en una roca a ver una puesta del sol o una amanecida, leer plácidamente un libro a la sombra de un hermoso árbol,... cosas éstas que no son moco de pavo y los tipos como él no saben disfrutar. Y eso sí que flipa.

La verdad es que flipo cuando veo que lo que se ha ganado Pedro Sánchez con sus contubernios ha sido el desprecio de no poca gente; recibir los silbidos en un lugar público, por lo que únicamente ha de ir por los lugares que le han montado sus huestes para crecerse con el sonido de sus aplausos; no disfrutar de la asistencia al día de las Fuerzas Armadas y ver orgulloso desfilar a sus compatriotas que han pisado, con honor y riesgo, diferentes lugares de guerra o de inquietud de sus habitantes; encontrarse solo o casi solo cuando no está pensando en la jugarreta que le quiere hacer Yolanda, Otegui o el Aragonés de Barcelona.

Flipo al pensar en todo lo que tiene que aguantar. Aunque lo que se me ocurre es decirle, como le soltó su antiguo compadre de partido, Joaquín Leguina, ¡Vete ya!, agregando que es posible que caiga malamente, al final salga lapidado por sus amigos al darse estos cuenta de que se ha aprovechado de ellos; y tenga que andar vagando por el mundo sin encontrar un rincón en el que, como dice la norteamericana, «camines por todas partes felizmente, aunque sea con andador, y visitando las discotecas a cualquier hora de la noche».

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