La homilía de Pedro Sánchez
17/MAR.- Sin duda alguna el comunicado de Pedro Sánchez el pasado jueves día 12 llegaba con mucho retraso, pues ya al menos desde el día 4 se sabía la que se nos venía encima.
Publicado en el número 279 de 'Desde la Puerta del Sol', 17 de marzo de 2020.
Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa.
Sin duda alguna el comunicado de Pedro Sánchez el pasado jueves día 12 llegaba con mucho retraso, pues ya al menos desde el día 4 se sabía la que se nos venía encima. Él hace las cosas con calma dada su falta de seguridad en las medidas que un presidente del Gobierno debe tomar ante cualquier acontecimiento, y, normalmente, siempre llega tarde, cuando llega, caso de no haber montado una componenda que resulta peor a como se estaba.
En dicha alocución, larga por demás, utilizó el tono que hubiera usado un sacerdote en la homilía dominical, y fue tan monótona, imprecisa y rebuscada que me pareció escuchar a un Cardenal que tuvimos en Madrid, que daba tantas vueltas y más vueltas al tema que trataba de exponer, y con tan poca claridad, que uno se aburría cantidad, no sacaba ninguna conclusión y se dedicaba a pensar en otras cosas mientras él hablaba.
Pedro Sánchez olvidó en este sermón que tenía que exponer a los españoles las cosas claras y dejó de lado la pasión y contundencia que suele utilizar cuando emplea el mantra de «sí es sí». Probablemente porque no sabía qué es lo que tenía que hacer y rellenó su perorata leída con muchos «vamos a hacer». Era como si le hubieran puesto la tarea de apuntar en un folio todas las cosas que veía desde la ventana, pero sin saber qué haría para mejorar el paisaje, contener los rayos del sol, o regar las plantas para que no se secaran.
Eso vino después, cuando el domingo aparecieron sus espadas y de forma clara fundamentalmente la ministra de Defensa Margarita Robles y el ministro de Interior Fernando Grande-Marlasca, ya que el ministro de Sanidad leyó la chuleta como si hiciera las lecturas de la misa dominical y el de Transporte lo tomara con el gracejo de siempre, la duda de lo que tenía que decir y cómo decirlo.
Pero los españoles lo entendieron. Aunque no han entendido, y les costará trabajo comprenderlo, por qué tanto retraso, y cuáles van a ser las consecuencias de las medidas tomadas, pues los despidos de personal de no pocas empresas están en marcha (mediante los ERE y los ERTE), los patronos no saben cómo van a sostener sus negocios o industrias, los autónomos ven cerrarse sus puertas, etc. Porque unos aprovecharán la ocasión para limpiar plantillas y otros no podrán soportar el gasto sin ingreso.
Eso deberían tenerlo tan claro los miembros del Gobierno y, en un problema como ese, que no lo han provocado los mercados, tener ya planificado cómo han de actuar. Aunque no sea igual, ahí tienen la actitud de Mercadona que pagará a su personal un extra del 20% del sueldo y Alimerka que abonará igualmente a sus trabajadores una paga extra de 800€. Eso es ponerse a la cabeza de la situación para solucionar un problema.
En cambio, el memo de Echenique anda diciendo que no lo pueden pagar los de siempre. E Iglesias e Irene manteniendo dos ambulancias a la puerta de su casoplon por si las necesitan, quitándoselas a la población que las precisa con urgencia.
Sí debería servir este lamentable incidente –si lo queremos llamar así– para que los españoles que permanecen en la somnolencia espabilen, para que los jóvenes y menos jóvenes se den cuenta de que todo el monte no es orégano y que hay que hincar el hombro para sacar al país de las escombreras en las que lo han situado los líderes de los partidos progresistas y de los sindicatos acomodados al buen sueldo que les llega desde el Estado, y hacer una limpieza entre toda la podredumbre de la Administración.
Como se acostumbra a decir, este puede ser el momento para marcar un antes y un después, un hacer caso a los charlatanes o a los que de verdad saben qué hay qué hacer en cada momento, en cada fase de la vida y en cada ocupación de los mortales.
A pesar de que la vicepresidenta segunda, durante su comparecencia tras una reunión del gabinete ministerial, mostrara su satisfacción por la reacción del presidente, no pocos españoles piensa que de la misma forma que Inés Montero tiene que presentar su dimisión tan pronto salga de este trance por la responsabilidad en incitar a la manifestación del 8-M cuando había que tomar otras medidas, Pedro Sánchez debe presentar su dimisión por la incapacidad de comportarse como un auténtico responsable público, tomando en su momento las medidas adecuadas, aunque se hubiera equivocado.
Como hemos podido ver, es la población civil la que sabe soportar y resistir cuando llega el momento. Ahí están los trabajadores que acuden a sus puestos con plena responsabilidad, todo el grupo de sanitarios que atienden los hospitales, los taxistas que ofrecen sus coches para llevar a los enfermos, los jóvenes y menos jóvenes que se prestan a hacer la compra a los mayores, los que recorren las carreteras con sus vehículos para suministrar a la población, la gente del campo que sigue recogiendo los productos de sus sembrados con lo cual nos alimentamos, las fuerzas del orden público y militares que nos custodian, y en general a todos los que de una u otra forma nos cuidan durante este letargo impuesto por el maldito Covid-19.
A todos ellos les estamos sumamente agradecidos, con un abrazo de los de verdad. ¿No será esto del Covid-19 un castigo divino por lo mal que nos estamos comportando? Conviene que reflexionemos en tantas horas de aburrimiento como vamos a tener. Y, de paso, tampoco es desperdiciar tiempo recordando las viejas oraciones que, por no practicar, se nos han ido olvidando. No se pierde nada con ello.
Celebramos que la ministra portavoz del Gobierno manifestara que la sanidad española era la mejor de Europa. ¿Sabe quién fue su artífice?: ¡Franco! Seguro que, si tiene vergüenza, la dará un pasmo.
Y como no podemos andar por las calles, hagamos como tantos otros compatriotas que acercan el piano al balcón y dan un concierto a sus semejantes, o a la señora que canta el aria de Madame Butterfly, o al que canta un bingo con el que entretiene a sus vecinos de ventana a ventana, o a quien da clases de gimnasia por internet, o a todos esos padres que montan en su casa un auténtico parque de atracciones para sus hijos y los de la señora de al lado. Como nos demuestran, el ingenio no lo pierde el español; le hace falta seriedad para enfrentarse con los temas importantes.
P.D. Hoy nos hemos excedido en páginas, pero creemos que todas tienen su interés para nuestros lectores. Y, como se puede apreciar, hemos tomado de internet y de wasap unas cuantas imágenes –que son todo un editorial– en las que queda en evidencia que los españoles, a pesar de los malos modos que a veces presenta la vida, somos capaces de ver, a través del ingenio del que antes hablábamos, el lado amable de esa vida. ¡Que Dios nos lo conserve por mucho tiempo!