Lo importante, hoy, es implantar la república
Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa.
Al menos esa es la preocupación de Pablo Iglesias. Falta que nos diga qué puesto se tiene asignado para una vez conseguido su mayor deseo, porque igual se autonombra como presidente de la misma dejando la presidencia del Gobierno a Pedro Sánchez, o, siendo modesto, él se conforma con ésta y deja al otro la presidencia. ¡Qué perra ha cogido con el tema! Como al parecer no tiene nada que hacer en relación con sus competencias en el Ministerio de Asuntos Sociales y Agenda 2030, que es lo que directamente debe atender Pablo Iglesias, nada se nos ocurre decir, ya que nos parece un trabajo comprendido dentro de las ciencias difusas.
Y respecto a la ocupación que le puede proporcionar la vicepresidencia, tampoco alcanzamos a ver una actuación muy definida, salvo que en ella se comprenda la relación con los etarras, con los independentistas catalanes, con los «okupas» a los que considera una parte de la sociedad con derechos a asaltar domicilios particulares, especialmente si pertenecen a las entidades bancarias, o con las guerrillas ciudadanas –a las que presta toda su atención y ayuda según se lee por ahí–.
Aunque, quizá, su ocupación principal, por encargo de Pedro Sánchez, o por inclinación propia, sea la de destrozar la nación y con ello los poderes del Estado, cargarse la Constitución, y erradicar de nuevo a la Monarquía de territorio nacional. Todo ello lo hace con gran soltura desde su puesto en el Gobierno, sea o no sea contrario con sus obligaciones de acuerdo a la promesa o juramento realizado de, al menos, cumplir la Constitución, hacerlo con fidelidad al Rey y mantener en secreto las deliberaciones del Consejo de Ministros. Él, Pablo Iglesias, naturalmente, como todos los demás, prometieron, en el mejor de los casos, pues alguno incluso se dio el gustazo de sacar una cantinela personal que le fue admitida.
Pablo, como decimos, en alguna ocasión incumple la promesa de mantener en secreto las deliberaciones de los consejos de ministros ya que no son pocas las veces que «se escapan» informaciones al respecto, de su boca no pocas, aunque sea de manera velada y sibilina. Respecto a la Constitución, ahí está «interpretándola» cada día de forma liberal en función de cuál es su actuación en cada momento. Y respecto a la fidelidad al Rey, para qué hablar. Ni al Rey ni a la Monarquía que ostenta la jefatura del Estado del «Reino» de España. Para lo cual ha aprovechado la reunión que ha montado de su Consejo Ciudadano Estatal, en el que se ha despachado ampliamente sobre el particular.
¿Qué que es el Consejo Ciudadano Estatal? Pues un apaño que se ha sacado de la manga Pablo Iglesias, sumamente rimbombante en cuanto a denominación, formado por 64 miembros de Podemos –39 representantes del grupo que él encabeza, 23 del grupo de Íñigo Errejón y 3 del grupo formado por Miguel Urbán Crespo y Teresa Rodríguez–, para sacar adelante las cosas que se le ocurren como si fuera toda España la que le está aplaudiendo y ejercer a su gusto –como buen dictador que es– dentro del partido de forma que «su reinado» sea eterno.
Repetimos, todavía, a pesar de la edad, no me he definido respecto a si me inclino para España por un régimen apoyado en el modelo monárquico o en salido de alguna de las variadas formas republicanas existentes. Lo que sí tengo claro es que no me han aportado nada claro las experiencias republicanas habidas en España, pues no han sido nada fructificas, y sí especialmente nocivas. Respecto a las monarquías ha habido de todo, pues se han extendido a lo largo de muchos años de historia.
Y poniendo una y otra en el peso de la justicia, por el momento la balanza no se inclina a favor del sistema republicano. Y más en estos tiempos en los que, al posible heredero de la corona, se le puede exigir una formación y una capacidad adecuada para el oficio que va a desempeñar; mientras que en la república puede ocupar la presidencia o el Gobierno cualquier esperpento como tenemos actualmente en el Gobierno.
Por todo ello, y por otras muchas razones que quedan en el tintero, hay que tratar por todos los medios de taponar la boca al señor Iglesias en sus proclamas, ya que, para pensar en elegir uno u otro sistema de Gobierno, primero hay que eliminar del panorama político a todos los individuos como él y sus compadres, y luego, con personajes de primera línea, formar gobierno para arreglar el país y tomar los derroteros de la Historia que ha caracterizado a España en gran parte de su andadura.