La inconmovible postura de Pedro Sánchez
6/ENE.- Ante el convencimiento de que es imposible que Pedro Sánchez pueda hacer algo 'a derechas' (...) es necesario proseguir con la idea de que hay que desmontarlo del sillón de La Moncloa lo antes posible.
Como diría un castizo, Pedro Sánchez tiene una jeta que se la pisa. El tío no hace nada a derechas. Le importa una higa cualquier cosa que tenga relación con el buen gobierno de España. Le toma el pelo a San Pedro ya todos sus ministros y presidentes de Comunidad. Y por ende, a la plantilla completa de españoles, sin excepción alguna. Incluso, a veces, se cree dotado de unas facultades y un poder con los que enrollar a notables cerebros o mandamases jactanciosos de otros países, por más que para ello le falta el señorío que ha de acompañar a los otros valores para convencer sus mentes o su petulancia. Ello lo hace con similar compostura a la que emplea cuando atiende a otros seres o grupos que consideran que como presidente de la nación ha de tener en cuenta sus necesidades, sin valorar a quien tiene delante, sino utilizando el mismo rasero para todo bicho viviente, y, aunque aparentemente los escucha con interés lo que le sugieren o comentan, lo cierto es que le entra por un oído y le sale por el otro.
De la pandemia no quiere saber nada y lo que cuenta en sus homilías televisivas son pura tomadura de pelo a los oyentes, sin tener en cuenta lo que le recuerda la prensa; nada de lo que dice tiene visos de verdad por más que sus huestes serviles luego se harten de defender con ardor y suma energía las sandeces y mentiras que pontifica. Con promesas que no se molestará en intentar sacar adelante da señales de que no le importa la economía, pues se pitorrea de los empresarios y trabajadores que se parten los riñones cada día con el esfuerzo que hacen para mantener sus empresas y sus familias. Lo de la electricidad, con lo que juega al tute, es algo injustificable, pues nadie sabe cómo explicar que aquello que hace un año costaba 40 euros hoy llegue a alcanzar 340, sin que el Estado tome el tema con serenidad e interés para aclarar los motivos de ese encarecimiento y situarlo en su justa medida, venga de donde venga el encarecimiento, ya proceda del mercado mundial o de Nuestra Señora de la Luz, patrona del gremio.
El tema de Cataluña es de auténtica vergüenza; compadrea con los mequetrefes que chulean al Estado y sus instituciones, sin que estas tomen las drásticas medidas que están pidiendo a gritos, tanto los que mueven el cotarro por sus provocaciones e incumplimientos de las leyes como los que han de permanecer callados por imposición de las autoridades y para evitar su persecución. Otro tanto sucede, con sus variantes por diferentes lugares del país, como es el caso de los terroristas de ETA que controlan las provincias vascas, e incluso Navarra, pues se pitorrean de él, de Pedro, y de toda España, tanto en el Parlamento como en las instituciones de sus respectivos territorios, sin pudor alguno, sino todo lo contrario, crecidos y envalentonados como matones que son, poniendo sobre el tapete una arrogancia maligna miserable, manifestándose con bravatas sinuosas y jactancia de perdonavidas, que acongoja a los naturales de esos lugares y los somete a una opresión inadmisible.
Y se empeña y consigue la aprobación de unos presupuestos que todos los sectores de la economía califican como imposibles de poderse cumplir, ya sean de dentro o de fuera de la nación; y consigue le digan amén a un teórico «cambio» a las medidas adoptadas por el gobierno de Rajoy para sacar adelante la profunda crisis económica en la que estaba sumida España en aquel tiempo, por culpa, precisamente, de otro gobierno parecido, que no igual, mediante un acuerdo con empresarios y sindicatos que no deja de ser un maquillaje para salvar la promesa hecha con bombo y platillos de que aquellas iban a ser derogadas, cosa que no le ha resultado posible dado que se le vendría abajo toda la ayuda económica que espera llueva desde Bruselas; y llega a final de año sin cumplir infinidad de promesas realizadas, bien paridas directamente por su magín, bien por complacer a sus allegados comunistas o separatistas.
Ante el convencimiento de que es imposible que Pedro Sánchez pueda hacer algo a derechas por el bien de España al empezar un nuevo año, impepinablemente es necesario proseguir con la idea de que hay que desmontarlo del sillón de La Moncloa lo antes posible. A él y a todos sus colegas que han infectado las instituciones de la nación, sean concertinos o toquen cualquier otro instrumento. Sin andarse con sentimentalismos ni congojas de ningún tipo.
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