La inocencia de Juan Español
Cuando queremos hablar sin «acritú» –que diría Felipe González– en no pocas veces echamos mano de un Juan Español que anda por todas las tierras de España, no se mete en berenjenales, considera a todo el mundo bueno, él intenta serlo por encima de todo, para ello se confiesa frecuentemente y no pocas veces acude a participar en la Santa Misa y tomar la comunión. Su «existencia» fue plasmada allá por el año 1972/73 en una serie de 24 episodios que emitió TVE, escrita por Luis Emilio Calvo. Además habrá que hacer constar que Madrid le dedicó una calle y que realmente hay un Juan Español Español según se sorprendió la policía cuando se emitió un DNI con ese nombre y apellidos.
Los ingleses también ofrecieron una serie bajo el título de Mind Your Languange, que tiene lugar en una escuela de idiomas, donde hay un personaje llamado Juan Cervantes, que habla en español y trae por los cerros de Úbeda ingleses a su profesor.
Juan Español, que oye a Jesús el Paz a vosotros con que saluda a los apóstoles al aparecer tras la Resurrección, se siente misericordioso en su andar por la vida. Por eso, en sus actos, trata de ser cariñoso, amable, tierno, cordial, sensitivo y olvida los malos gestos, las palabras que pueden causar daño en los otros, evita lo que se pueda considerar insultos, elude pronunciar agravios u ofensas, todo aquello que represente menoscabo o deterioro. ¿Pero encuentra enfrente un comportamiento similar? No, Juan Español se tropieza con la vulgaridad, el insulto, la valoración dolosa, la calificación dañina, la injuria y el agravio; y la mentira y falsedad en la definición de pensamiento, intenciones proposiciones y pretensiones respecto a su actuación de futuro.
Juan Español ha de soportar toda la verborrea repugnante y sucia que pueda soltar Pablo Iglesias y sus laudadores, así como las sibilíticas, confusas, babosas e insultantes de Pedro Sánchez, entre los que Carmen Calvo merece premio. Calificando a sus opuestos, tanto Pedro como Pablo, con los epítetos que merecen actos que ellos realizan de continuo, de atentados a las normas de convivencia que están en casi todas sus actuaciones, ellos son así de osados cuando son maestros en retorcer lo bueno y lo malo para aprovechar el resultado, lanzando esputos y sanguijuelas a quienes tratar de llevar una confrontación de ofertas y no de escarnios.
A los socialcomunistas de todas las variantes no se los oye hacer ofertas de proposiciones ventajosas para el pueblo español, el pueblo de Juan Español y el suyo propio; únicamente se les ocurre un progresismo de aborto (asesinato de los no nacidos), eutanasia (asesinato de quienes andan camino de rendir sus cuentas a quien les dio la vida), crear un mundo de amazonas donde el hombre quede sojuzgado bajo su poder, manosear el sexo de nacimiento de las personas para dejarlo reducido al gusto de cada quien o amorfo, creando un estado que lo controla todo haciendo desaparecer la libertad recibida al nacer de forma que ellos sean los dioses, montando una economía igualmente controlada por el estado bajo su ejecutoria, reduciendo la educación de la juventud a lo menos posible salvo a sus elegidos, y un largo etcétera. Justamente todo lo contrario que persigue Juan Español y que deduce de sus inclinaciones íntimas.
Juan Español quiere la mejor educación para todos, la vida en cualquier estadio y estamento hasta el final del camino señalado a cada quién por el Creador, una vida lo más feliz posible donde se pueda disfrutar de la misma ampliamente pues para eso hemos sido creados, libertad de movimientos, libertad para el ejercicio del amor según nos indicó el Señor, ya que es una obligación que traemos impuesta, derecho al trabajo libre, sin limitaciones ni controles,... Juan Español quiere, justamente, con las salvedades precisas, todo lo contrario a lo que los socialcomunistas Pedro&Pablo propugnan y quieren.
Ello nos lleva a tener que recomendar que se piense mucho a quién se concede el voto en las próximas elecciones por la Comunidad madrileña, pues, probablemente, del resultado de la misma podrán deducirse acciones posteriores, echando a la basura todo lo podrido que se nos quiere colocar.