Lágrimas millonarias
Desde mi punto de vista, quizá estos días se esté hablando en exceso de Messi. Mucho. Muchísimo. Y no creo que mi opinión salga por la falta de afición que tengo respecto al fútbol. Reconozco que a este deporte solo presto atención cuando gana España en los encuentros internacionales, o cuando lo hace el Real Madrid. Debe ser por nacimiento y residencia habitual. Es más, si nos remontamos a mi afición de toda la vida, incluso a los años mozos, cuando parece obligatorio dedicarle tiempo al balón, creo no haber salido a un campo de futbol más de dos veces en mi vida, sin otro éxito que estar corriendo tras el balón sin que llegáramos a coincidir uno con el otro en todo el partido. Por algo será. Pero la valoración que tengo respecto a Messi anda por otros derroteros.
Quizá es que, barajando valorar los oficios a los que nos dedicamos los mortales, la que hago de cada uno de ellos es muy distinta a la que realiza una gran mayoría de los que comparten vecindario conmigo. Si formo la lista de esos oficios, aunque sea mentalmente, el fútbol sale bastante malparado dado que considero que hay otras actividades mucho más importantes para la comunidad, llevadas a cabo por personas que permanecen en el anonimato y que, comparativamente, tendrían que ser mucho más homenajeadas que los futbolistas. Es decir, deberían estar en boca de los ciudadanos con mayor frecuencia que los dedicados al fútbol.
Por ejemplo, considero que los bomberos de los diferentes cuerpos que llevan a buen fin los incendios que lamentablemente se producen por la geografía española –afortunadamente no demasiados este año a pesar de las olas de calor– son gente que se juega la vida por una miseria cumpliendo con su obligación hasta el heroísmo en no pocos casos; en las loas que se originan no es frecuente escuchar los nombres de los doctores que exponen la vida cada día en los hospitales de España salvando la vida de personas de todos los modelos, y por muy distintas causas, cosa que, desde mi punto de vista, es mucho más importante que meter un balón en una portería, con la evidencia desmesurada de valorar monetariamente mucho menos al salvador de vidas que al que se entretiene con el balón; por el mundo entero España tiene repartidos misioneros, –ya mujeres, ya hombres– que entregan su vida por nada material con el fin de llevar una fe, una cultura y posibilidades de alimentación a unas gentes de las que solo se acuerdan las organizaciones internacionales para obtener fotos en las visitas que realicen con el fin de justificar la inacción de los responsables del tema; si hablamos de jugarse la vida, no podemos olvidar a los trabajadores de la construcción que en no pocas ocasiones se juegan la vida por un exiguo sueldo; espacio en el que podemos incluir a las fuerzas del orden público, la Guardia Civil y el Ejército, que, además de no valorar su servicio, tenemos más bien en poca estima, hasta el punto de no poder usar el uniforme si no es en acto de servicio. Hemos puesto cuatro ejemplos pero podrían ser muchos.
¿Y qué pasa con el futbol y Messi? En general, el fútbol, se ha convertido en un negocio oscuro, donde se mueve mucho dinero, sospechosamente poco controlado. No hay más que ver las deudas tan considerables de los principales equipos que ha llevado a LaLiga a fijar que los salarios han de ser inferiores a la cantidad obtenida entre ingresos y gastos. Donde al parecer se centra la frase «obstáculos económicos y estructurales» manejada por el F. C. Barcelona en el caso Messi. Los económicos andan por 1.300 millones de deuda, donde se comprenden débitos de todo tipo, incluso 126 millones a otros clubs por fichajes. Y en ese manoseo liberticida de manejar el dinero, se encuentra el contrato con Messi que asciende a la modesta cifra de 555.237.619 € por cuatro años, es decir 138.809.404,75 € anuales, que, una vez pagados impuestos, quedarían en 71 millones limpios a cobrar por el jugador. Esto es puro pecado. Pensando que durante la temporada 2020-2021 marcó 38 goles, incluidos los de La Liga, Champions League, Supercopa y Copa del Rey, cada gol sale por un precio de 3.657.894 €. ¡No está mal!
Quizá ahí estuvieran las lágrimas de Messi más que por dejar el F. C. Barcelona, a sus secuaces y a los que lloraban por las calles y se golpeaban la cabeza contra el suelo o las paredes. Al menos esa sensación dio cuando fue presentado por el PSG ya que sacó su mejor sonrisa y manifestó lo contento que escaba con el cambio.
Por curiosidad hemos buscado cuál puede ser el sueldo del presidente de los EE.UU. Si los datos no son erróneos, su sueldo anual es de 400.000$ (=341.880€) con unos impuestos del 39,6%, lo que los ingresos netos serían de 341.880 $ (=206.496€). Luego tiene otras bagatelas que probablemente queden compensadas con las que tenga Messi por imagen, etc. No es de extrañar que los presidentes USA nos miren de refilón sabiendo que pagamos a un futbolista 138.809.404,74 € anuales, más las bagatelas.