¡Qué listo y qué guapo soy!
Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa.
Confieso no haber escuchado la soflama del presidente del Gobierno pronunciada durante 70 minutos el martes 29 de diciembre. Hubiera sido demasiado esfuerzo prestarle atención durante una homilía que ya es repetitiva de lo bien que lo ha hecho durante un año que se nos ha hecho eterno, sin error alguno en todas sus decisiones, habiendo conseguido sacar adelante buena parte de su proyecto que justamente es lo que menos queremos porque es lo que está destruyendo el país, España, esta nación que han tomado al asalto y que gobiernan sin pudor, con despotismo total, con la ayuda de la mano de sus enemigos.
Ya era demasiado el uso del cinismo, la mentira y la petulancia con que nos viene obsequiando durante tanto tiempo, cuando no se esconde para evitar preguntas o se monta viajes, a lo que tan aficionado es. Pues el tipo hasta ha tenido la osadía de soltar que va llegando la hora de «pasar página» respecto al tema catalán y a los condenados por atentar contra la unidad de España cuando ni siquiera se han arrepentido de sus desmanes pasados sino todo lo contrario, pues mantienen que cuando salgan del trullo los repetirán; aparte los abrazos y parabienes a los asesinos de ETA que, como los catalanes, mantienen alzada la bandera del separatismo, y su líder, Otegui, ha anunciado un futuro referéndum.
Es de una audacia fuera de lo normal que Pedro Sánchez se presente en televisión a contar lo magnífico que es respecto a sacar adelante las obligaciones que tiene como presidente del Gobierno. Haciéndolo sin rubor alguno, mostrando su figura de un «mecachis qué guapo soy» del sainete de Carlos Arniches. Porque respecto a la pandemia del covid no puede apuntarse nada ya que su actuación ha sido prácticamente nula, abandonó a los médicos y sanitarios en general a su suerte, no los dotó de los medios imprescindibles para luchar con la epidemia, cayeron cumpliendo su juramento hipocrático, como cayeron miles de españoles; no supo tomar las medidas adecuadas en los momentos oportunos, incluso se fue de vacaciones cuando la pandemia estaba en su apogeo,...
Fueron quebrando las empresas españolas poco a poco, fundamentalmente las pequeñas, aumentó el paro hasta cifras increíbles de forma que una inmensidad de personas no tuvieron ningún ingresos y han podido subsistir gracias al resto de los españoles que han ido aportando lo imprescindible para que en todas las casas hubiera algo que comer –mientras Pedro se subía el sueldo– y los medios arbitrados por el Estado fueron incapaces de funcionar a pesar de contar con más de tres millones de funcionarios; ahora mismo seguimos en condiciones parecidas, para todo hay que pedir hora que te dan para dentro de meses, incluso para presentar una denuncia en la Guardia Civil. Es un desbarajuste, Pedro, eres un inútil para hacer y para decir a los demás qué tienen que hacer.
No hagas cantos de sirena, Pedro, lo has hecho fatal y lo seguirás haciendo porque eres un inepto. Aunque lo adornes con un ¡qué listo y qué guapo soy! Lo que tienes que decir es que no has sido capaz de ejercer bien el trabajo por el que te pagamos. Y para arreglarlo no pongas la tapadera de que se va a estudiar detenidamente cómo ha de ser la monarquía democrática y parlamentaria que ostente la presidencia de la Nación, sobre la cual se ejercerá un control exhaustivo incluso en el gasto.
¿Por qué no lo haces en el ministerio de Irene, que hace donativos a diestro y siniestro de sus inclinaciones personales?