«La masturbación mola»
20/04.- Ahora, después de haber pasado tanto tiempo para que el hombre aprendiera para qué servían los órganos sexuales, Sara Hernández, la alcaldesa de Getafe (Madrid), se lanza a tal ilustración de sus paisanos.
Al ritmo que vamos va a ser frecuente el uso de todas las palabras del diccionario que se tienen como escabrosas, cuando no son consideradas como obscenas por determinado público, por lo específicas que resultan para categóricos actos. Cierto que están en el diccionario junto a las otras en el lugar que las corresponde, ordenadas alfabéticamente. Claro que por su uso frecuente tampoco hemos de bajar de sus premios Miguel de Cervantes, Príncipe de Asturias de las letras y Nobel de literatura a Camilo José Cela por haberlas incluido con soltura en sus escritos; ni al académico de la Lengua Arturo Pérez Reverte, que tampoco se contiene demasiado en el empleo de las palabras que considera las más adecuadas para expresar claramente lo que quiere decir, pues no se anda con muchos remilgos.
El empleo de rotundas palabras para la mejor comprensión de lo que el escritor o el orador intentan decir, no tienen por qué incitar la enseñanza pública de la práctica de los actos que representan, y menos a un conjunto de críos jóvenes que ni siquiera han llegado a la considerados de zagales de ambos sexos. Por más que el ser humano ya los tuvo en consideración desde la antigüedad, pues los aprendió por sí mismo el hombre desde que empezó a andar erecto, como continuador de los primates de los que recibieron su origen según nos cuenta Darwin, o lo que la Biblia nos dice tras expulsar el Creador a Adán y su mujer del paraíso: «El hombre se unió a su mujer Eva; ella concibió y dio a luz a Caín». Luego vino todo el rollo de gente y más gente a lo largo de siglos, pasando algunos por lugares españoles como Atapuerca, Altamira, Tito Bustillo y muchas más, y todos supieron qué hacer para procrear sin que la jefa del clan les diera unas tablillas en las que se expusiera cómo funcionaba la cosa del sexo. ¡Lo descubrían por sí mismos!
Ahora, después de haber pasado tanto tiempo para que el hombre aprendiera para qué servían los órganos sexuales, Sara Hernández, la alcaldesa de Getafe (Madrid), se lanza a tal ilustración de sus paisanos, para lo cual ha dotado de un librito a todos los jóvenes de primera enseñanza e institutos por creer que «Es gesto claro de este equipo de gobierno el que todos los niños y niñas de Getafe, todos los adolescentes, todos los jóvenes y las jóvenes del municipio tengan relaciones sexuales claramente y evidentemente satisfactorias, y claramente y evidentemente igualitarias». En cuyo libelo aparecen frases tan interesantes como que «la masturbación mola» o «apaga la tele y enciende tu clítoris». Naturalmente, la enseñanza de esta materia tan difícil de aprender estará en manos de «unos magníficos profesionales en la Concejalía de Educación y en la de Feminismos para que le puedan ayudar». Todo ello sufragado con dinero del Ayuntamiento.
Esto nos da pie para pensar que los miembros de la Real Academia de la Lengua podría ampliar el significado de la palabra «masturbar», con una nueva acepción aportada por no pocos miembros de la Administración española que masturban con gran facilidad su cerebro para poner en marcha no pocas de las normas que crean para que el pueblo en general haga tonterías, barbaridades, estupideces, locuras, se empeñe en cambiar las materias académicas necesarias por otras que nada tienen que ver con la enseñanza y educación.
Como ejemplo de esa práctica tenemos lo que en estos momentos entra por el ordenador, lo dicho por la ministra de trabajo: «el Gobierno multará a las empresas que no evalúen el estrés de sus empleados». Esta chica, tan amada por el enloquecido candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, debe ser de las personas que se masturban todos los días el cerebro para parir alguna sandez.
Como también le pasa al presidente del Gobierno, que en dos días ha cambiado tres veces la intención de subir o no los impuestos, todo ello sabiendo que está vigilado por la UE y sus vaivenes puede interrumpir la llegada de ayudas monetarias a España.
Los signos de masturbación de muchos dirigentes se manifiestan continuamente, y resultaría el cuento de nunca acabar intentar ir reproduciendo sus genialidades. Pues decisiones parecidas a las de la alcaldesa de Getafe son tomadas por la ministra de Igualdad casi todos los días, el ministro del Interior tomando decisiones y medidas en contra de sí mismo o al menos de los cuerpos bajo su mando, etcétera.