Nos necesitan...
Comer plátanos, amigos lectores. Hay que comer plátanos de Canarias aunque estén tocados por las chinitas negras que caer de las fumarolas del volcán en erupción de la isla La Palma. No es que nos guíe la perversa intención de que no se consuman frutas de otros lugares de España. En absoluto. Es que hay que echar una mano a los palmeros que están perdiendo sus casas, su trabajo, sus campos, todo lo que tenían. No. Hay que comer plátanos además de las otras frutas. Es decir, un plátano más otra fruta.
Quizá sea esta la única forma que podemos tener para ayudarlos, para que se den cuenta de que no están solos, de que toda España está con ellos. Pues queremos colaborar en que salgan del aprieto en el que se encuentran, y empujar para que, inmediatamente, ya, se vayan pergeñando las acciones que es preciso poner en marcha para que vuelvan a una vida normal que el malhadado volcán ha roto.
También podemos ayudar de otras formas en la medida que podamos, con unos billetes, con unas monedas, con el esfuerzo y generosidad que ya lo están haciendo gentes de toda España, como lo está haciendo el chef vasco, aunque nacionalizado en EE.UU., José Andrés, que se ha plantado por las buenas en la isla, con sus pucheros, sus colaboradores, al frente de la organización World Central Kitchen, y, con la cooperación del cocinero local Serafín Romero, está dando de comer a todo quisque, al que no tiene nada, al guardia civil, al policía, a los bomberos, a los cooperantes de todo tipo, a los miembros de la Cruz Roja, etc. que no dejan de poner todo su tiempo y esfuerzo para controlar en lo posible el desastre y, sobre todo, para proteger a las personas. Bien ganado se tiene José Andrés el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia, pues lleva años repartiendo comidas allá donde surgen estos y otros desastres.
Probablemente, seguro, su servicio a la comunidad es mucho más importante –y sobre todo menos interesado– que lo que hace Irene Montero y su Ministerio, pues aparte las sandeces que esta suelta cada dos por tres, cuando llegan estos momentos, calla como un muerto –otros lo dirían de otra forma–, ya que se olvida de las mujeres que están a la intemperie en la isla La Palma, y no la vemos echar una mano, con sus comadres, para que esas mujeres desamparadas se sientan protegidas, auxiliadas en alguna medida, consoladas; como tampoco hemos visto aparecer por allí a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz –vestida a la última o con ropita de aldeana de su Galicia natal– para garantizar la subsistencia a todos los trabajadores que se han quedado en la calle, para prometerles, y hacer posible, la posibilidad de contar con ocupación aquí o allí, y asegurarlos que en los 10,5 millones de euros aprobados por el Consejo de Ministros no se perderán y se empleará en construir viviendas y en compensar los jornales que han dejado de percibir.
Esta tropa que se reúne en consejo de ministros con Sánchez no sirve para nada, son unos lerdos, dan profundas señales de no saben tirar para delante cuando los problemas acucian, cuando suenan las esquilas anunciando que les toca actuar, que sus ovejas tienen problemas, que es el momento de de-mostrar para qué están. No damos más nombres del gabinete de Pedro Sánchez para no agobiar a los lectores. Pero ellos, los lectores, ya piensan al respecto de por sí.
P.D.:
Pedro Sánchez debe tener noticias de que le va a ser difícil conseguir de nuevo el trono de La Moncloa. Y ha de estar escamado al advertir que despiertan los chicos del PP. Al menos estará receloso de cómo lo han mojado la oreja el pasado fin de semana con el exitazo tenido en la convención nacional celebrada en Valencia. Quizá eso le impele a no perder comba de hacerse presente en todo momento y donde sea, como el caso que nos ocupa, aflorándolo más posible como el hombre bueno que emerge entre los palmeños con las manos llenas de ofrendas, prometiéndoles el oro y el moro con el fin de que puedan recuperaren un santiamén el modo de vida que el volcán les ha quebrado. En esta tercera visita les anuncia que el Consejo de Ministros aprobará otros 200 millones de euros para viviendas, complementos, arreglo de carreteras, recuperación de las naves industriales, preparación de terrenos para plantar plataneras o cualquier otro producto del campo, además todo aquello que los sitúe en el edén en el que anteriormente vivían.
¡Señor, cómo se multiplica este profeta que con su intención consigue tan maravillosos resultados! Probablemente alguien le habrá hecho cuentas de que con los 10,5 millones anteriores no tenían ni para pipas. Y, aparte de saber de dónde sacará los 200 millones, ¿cree que serán suficientes para todo lo que ofrece? ¿Lo podrá cumplir? ¿O será otro piélago como los varios que ya existen a consecuencia de otros desastres?